Capítulo 37

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Shuhua no durmió aquella noche. Después de las palabras de Miyeon y de su petición de que volviera la capital, Shuhua no pudo pensar en otra cosa en el resto del día. Si no hubiera sido por su madre, quien la mandó a la cama y la despertó realmente pronto el día siguiente, Shuhua no habría sido persona. Porque no se podía creer lo que le estaba pasando. Después de vivir, en directo y en televisión nacional, como su suelo de entrar en el grupo del programa y dar su primer paso en el mundo de la música se le esfumaba de un plumazo por un impulso, no pensaba que se fuera a juntar nunca más con sus compañeras. Pensaba que la gente de la cadena las mantendría apartadas de ella, pues no querrían qe tuviera ningún tipo de asociación con su discurso ni con lo que defendía. Y, sin embargo, esa posibilidad había llegado hasta ella. Y, en ese momento, no sabía cómo actuar. No tenía ni idea de lo que le esperaría cuando llegara a la capital y tampoco sabía qué decirles a sus compañeras. Ni el tiempo en vela ni las horas en el trayecto en tren aclararon su mente.

Tras el viaje en tren, en el que Shuhua se había mantenido muy callada, llegaron a la estación central de la capital, aquella que tanto recuerdos le traía a Shuhua. No pudo evitar que le saltaran las lágrimas al recordar cuando Miyeon y ella llegaron allí por primera vez para las audiciones. De aquello parecía que había pasado una eternidad, y solo era un par de meses atrás. Shuhua no pensaba que, en tan poco tiempo, las cosas en su vida pudieran cambiar de una manera tan radical, pero así lo habían hecho. No se arrepentía de ello, pero se preguntaba que hubiera pasado si hubiera decidido no iros a la audición, como era el deseo de su madre, o si no la hubieran cogido. Evidentemente, no lo sabría nunca, y tampoco le importaba demasiado, pero era inevitable pensarlo.

Shuhua y Sunmi tomaron un taxi. Shuhua no recordaba a dónde tenían que dirigirse, pero esperaba que su madre la guiara. Cuando se giró, observó a su madre mirando por la ventana y calló en un detalle importante.

- Mamá, ¿esta es la primera vez que vienes a la capital desde que te fuiste?

Sunmi hizo una pequeña mueca que no se asemejaba a una sonrisa.

- Así es.

Ante su silencio, Shuhua tuvo que seguir preguntando.

- Y, ¿cómo te sientes ahora mismo?

Sunmi suspiró.

- Es raro volver después de tanto tiempo, la verdad. No pensaba que lo haría. Pero aquí estoy. - se detuvo unos segundos para pensar bien sus palabras. - Creo que estoy bien. Creo que el tiempo ha curado la herida y ya no me afecta. Y no creo que vaya a ver a los causantes de mi dolor, así que estoy tranquila. Lo importante es que llegues al hotel donde hemos quedado con Miyeon y aclares lo que está pasando. Tanto con el grupo como con tu futuro.

No mucho después, las dos morenas llegaron al hotel, el mismo en el que Sunmi había recogido a su hija un par de semanas atrás. No se habían equivocado de lugar, pues el edificio estaba rodeado por decenas de periodistas que se agolpaban a las puertas del lugar. La seguridad del hotel estaba intentando hacer algo para separar a la prensa de los clientes, pero su intensidad era tanta que les estaba costando.

- Pero ¿cómo vamos a atravesar esa marebunda de periodistas? - preguntó Shuhua, confusa y atemorizada por aquella gente que tanto la había perseguido y acosado aquellas semanas.

- Ya le he escrito a Miyeon. - respondió tranquilamente Sunmi. - Ponte esto. - le alcanzó a su hija una gorra y unas gafas de sol. Shuhua no tardó en hacerle caso a su madre.

Unos segundos después, dos hombres altos en traje chaqueta negro se acercaron al coche. Uno de ellos abrió la puerta trasera al copiloto, la más cercana a Shuhua, mientras el otro intentaba hacer espacio y apartar a los periodistas. 

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