La sangre menos pura

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–¡Que romántico! –Exclamó Lily cuando Sirius terminó de contarles toda la historia de su relación con Bellatrix. –Sois como Romeo y Julieta, excepto que pertenecéis a la misma familia.

Sirius no entendía a que referencia estaba haciendo Lily, seguramente algo muggle. Pero le gustó que su amiga estuviera emocionada por su relación. Fue un alivio saber que no se oponía, tenía miedo que fuera la que más tirantez pudiera tener al respecto. Era conocedor de lo que los amigos de Bellatrix la habían llamado en más de una ocasión.

–Debo de decir Sirius, que nunca dejas de sorprenderme. –Remus se acercó a él y le apretó en el hombro. –Contar conmigo para lo que necesitéis.

No pudo evitar emocionarse, creía haber perdido la amistad con sus amigos, y al menos dos de ellos le habían mostrado su gratitud.

–Me alegra tener una slytherin en el grupo. –Peter también quiso hacerle ver que estaba de su lado. –Quizás así dejen de burlarse de mí.

Todos rieron ante la ocurrencia de Peter, todos salvo James que se había mantenido callado mientras que Sirius contaba toda su historia. Le miraron esperando a que abriera la boca.

Finalmente y dando un gran suspiro, habló.

–¿Cuándo comenzamos a planear esa fuga?

Todos volvieron a reír, pero esta vez James también se les unió. Aún tenía dudas sobre Bellatrix, muchas cosas a su alrededor eran sospechosas y debía conocer hasta que punto sus lealtades habían cambiado de bando. Pero por ahora, se encargaría de llevar a cabo ese plan de fuga, al fin y al cabo era la persona adecuada para ese tipo de travesuras, y señores ¡aquella tenía pinta de ser la mayor travesura que iba ayudar a lograr!

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Bellatrix supo en el instante que entró en el Gran Comedor que Sirius les había contado todo a sus amigos.

Potter, Remus y el chico gordito que siempre les acompañaba, la seguían con la mirada hasta que tomó asiento en la mesa de Slytherin. Se servía mermelada en una tostada cuando al levantar la vista se fijo en que los tres la seguían mirando y si aquello no era suficientemente llamativo, el chico gordito levantó su mano derecha a modo de saludo.

¡¿Qué?! ¡¿La estaba saludando?!

Miró a su alrededor nerviosa intentando averiguar si alguien había visto ese gesto. Todo el mundo parecía ajeno a lo que acababa de ocurrir. Cuando volvió a fijar la vista en los tres, Remus se tapaba los ojos con ambas manos y el chico gordito estaba cubierto por algún tipo de sustancia liquida, al parecer Potter había vertido el contenido de su vaso sobre su amigo cuando había visto tal gesto.

Dejó su desayuno a medias y se fue hacia su primera clase. Ahora entendía en lo estúpido que a veces se comportaba Sirius, al parecer era algo aprendido. Dudaba que aquellos tres fueran a guardar el secreto durante mucho tiempo. Solo deseaba que aguantaran hasta que Sirius y ella tuvieran asentadas las bases para su vida fuera del amparo de la familia Black.

Se estaba estresando. Tenía muchas cosas rondando por la cabeza y eso sumando a que estaba comenzando a fallar en alguna de sus asignaturas, no hacían más que incrementar la ansiedad que estaba sintiendo.

Al finalizar la clase decidió irse a dar una vuelta por los jardines del castillo. Necesitaba salir de aquellas paredes y respirar aire puro.

Tomó una bocanada de aire hasta que sus pulmones se llenaron por completo. Eso la ayudó a relajarse un poco. No tenía dudas acerca de lo que sentía por Sirius, pero a veces dudaba si sus objetivos se cumplirían y no acabarían ambos seriamente perjudicados, o peor, muertos.

«𝐑𝐨𝐣𝐨 𝐎𝐬𝐜𝐮𝐫𝐨 𝐜𝐚𝐬𝐢 𝐍𝐞𝐠𝐫𝐨»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora