Harry Potter.

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–¡Yo mate a Sirius Black!

James miraba la escena horrorizado. Su mejor amigo caía al suelo dramáticamente, el hechizo le daba de lleno en el pecho. La culpable de tal acto, se regodeaba a su alrededor mientras se reía de forma estridente. Daba miedo.

–¡Yo mate a Sirius Black! –Repetía Bellatrix. –Esto te pasa por burlarte de mí. –Se acercó a donde el mago estaba tirado.

Sirius la miró con fastidio y se incorporó para quedarse sentado en el suelo donde segundos antes había aterrizado debido al hechizo de ataque procedente de la varita de Bellatrix. Estaban en el cuartel de la Orden, la familia Weasley les había permitido utilizar su casa y en esos momentos practicaban en el jardín todo tipo de hechizos.

–No me burlé. Solo te pusimos a prueba. Los mortifagos no van a ser tan respetuosos…

Bellatrix negó con la cabeza y le ayudó a que se levantara. Pero este la rechazó. El hechizo le había dañado más su orgullo que la propia caída. Además, que el resto de los miembros de la Orden hubieran sido testigos de todo y que se unieran a las risas de Bellatrix, no ayudó. James era el único que no le vio la gracia.

–Me llamaste prima. Habíamos acordado no referirnos nunca más de ese modo...

–¿Acaso no lo eres? –Finalmente Sirius se levantó del suelo y se sacudió la hierba de sus pantalones.

–Estás jugando con fuego Sirius Black, la próxima vez no será un expelliarmus… –Le amenazó y con rabia entró dentro de la casa.

Sirius se giró hacia James. No lo quería admitir pero se había dado un buen golpe en la espalda y ese pequeño movimiento le causaba un tremendo dolor. El resto de los miembros se habían dispersado y continuaron practicando.

–Te ha pasado. –James se cruzó de brazos. Al principio se alarmó al ver la táctica de Bellatrix, aunque ya confiase en ella, no pudo guardar cierto recelo. Pero Sirius se había comportado como un niño.

–¿Estas de su lado? Creía que éramos amigos… –Sirius esperaba le diese la razón.

James reconoció la varita de su amigo y se la dio. Cuando Bellatrix lanzó el hechizo de desarme, esta salió volando y terminó junto a él. El no era nadie para meterse en problemas conyugales, es más siempre había deseado que ocurriera algo así y que ambos dejen de ser pareja. Pero con el paso del tiempo se percató de que si su amigo no acababa con esa mujer no iba a ver otra que le aguantase.

–No estoy del lado de nadie. Pero… Tampoco quiero que os enfadéis. Además, admito que la llamaste así porque viste que estabas perdiendo el duelo.

Sirius iba a rechistar las palabras de su amigo, puede que este tuviera algo de razón, pero no le iba a dar el gusto. Sus palabras quedaron en el olvido cuando Bellatrix salió corriendo de la casa de los Weasley y fue directa hacia ellos.

-¡Jaime! ¡Tienes que ir a San Mungo! ¡Lily esta de parto!

El 31 de Julio, Reino Unido estaba viviendo la mayor ola de calor que el país había vivido. Por eso cuando Lily comenzó a encontrarse mal, supuso que las culpables serían las altas temperaturas. Pero al cabo de varias, los dolores que estaban haciendo eran horas indicadores de que su hijo estaba a punto de nacer.

Recordó que James estaba reunido con la Orden así que decidió ir ella sola hacia San Mungo. Conocía perfectamente a su marido y en cuanto le dijera que estaba de parto iba a sufrir un colapso. Así que una vez en el hospital y cuando un médico le había confirmado que en efecto, Harry nacería ese día, le avisó.

James acudió al hospital, llegó apenas sin aliento. Sus amigos le acompañaron. Quería que todos se sintieran involucrados y que Harry se sintiera querido por todos. Tan pronto como entraron, James se fue directamente con Lily, mientras que Sirius y Bellatrix aguardaban al nacimiento en la sala de espera.

«𝐑𝐨𝐣𝐨 𝐎𝐬𝐜𝐮𝐫𝐨 𝐜𝐚𝐬𝐢 𝐍𝐞𝐠𝐫𝐨»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora