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Mi cabeza dolía, mis ojos pesaban y no sentía del todo mi cuerpo. Aunque podía percibir que estaba en una cama.

No era la mía, puesto que mi habitación tenía un olor particular, y no podía estar en otra más que en la de...

—Ah, despertaste —dijo con voz tranquila, en sus manos tenía un vaso de agua y unas pastillas—. Levántate con cuidado y tómate esto.

Hice lo que me dijo, tomé el vaso de entre sus manos y puse las pastillas en mi lengua para después pasarlas con el agua.

— ¿Estás bien?

—Eso creo —respondí—. ¿Cómo conseguiste traerme hasta tu casa?

—Bueno, no es que seas muy pesado, y Jean me ayudó. No vuelvas a consumir nada que te den Bertholdt y Reiner, son unos idiotas —mencionó mientras negaba—. No creí que fueras tan tonto como para aceptarles cosas así.

—Me dejé llevar —admití—. Perdón.

—Sé que el LSD causa alteraciones de la realidad, pero...

Se detuvo, lo miré a los ojos y fue cuando vagamente recordé la noche anterior.

Mikasa. Había estado ahí, no había alucinado, de eso estaba seguro.

—Lo recuerdo —solté—. Ella estaba ahí, de verdad. Sé que es difícil de creer puesto que no me encontraba en el mejor estado, pero eso definitivamente no fue una alucinación.

—Eren, has estado bajo mucho estrés y entiendo que puede ser difícil pero...

—Yo la vi, Armin —interrumpí—. Sé que estuvo ahí, no importa si no me crees, o los demás, yo sé lo que vi —afirmé.

Él suspiró pesadamente y se llevó una mano a su cabello, asintió. Sabía que trataba de ponerse en mi lugar y comprender la situación, aunque muy en el fondo no tuviera fe en mí.

—Está bien Armin, no hace falta que me creas —dije después de un rato en silencio—. Ya suficiente has hecho por mí con todo esto como para continuar cargándote con mi mierda, eres mi mejor amigo, pero no es justo.

Me levanté de la cama, me puse los zapatos y me miré al espejo para tratar de corregir un poco mi aspecto desalineado.

—Eren —se levantó y se detuvo unos centímetros detrás mío.

—Está bien —dije tratando de tranquilizarlo—. Sólo necesito tomarme el día de hoy. Solo —aclaré.

Me giré y le dí un abrazo, le dediqué una pequeña sonrisa y después salí de la habitación.



...



Pasé todo el fin de semana pensando en lo que había pasado esa noche en la fiesta, la verdad era que no estaba seguro si había alucinado o había sido real, también tenía mis dudas. Aunque estaba convencido de que no. Por más que a veces ocupara mi tiempo en imaginarme cómo sería Mikasa físicamente ahora a los 19, no podía imaginarla a la perfección, por lo que aquello no pudo haber sido sólo una coincidencia.

Me encontraba caminando hacia la escuela, todos me escribieron y llamaron para saber cómo estaba, y aunque no tenía suficientes ánimos para responder, lo hice. Ellos se preocupaban por mí, e ignorarlos por completo y como siempre solía hacer, no habría sido un buen gesto. Aparte de que no había sido cualquier situación, literalmente casi me muero, así que entendía su preocupación.

—Eren —dijo Connie en cuanto me acerqué a ellos, aún faltaban 10 minutos para la hora de entrada, así que nos juntábamos a hablar en el patio de la escuela, cerca de los salones—. ¿Te encuentras mejor?

—Sí, no se preocupen —respondí, restándole importancia.

—Eso es bueno —dijo Sasha mientras comía una galleta—. Nos diste un buen susto.

—No vuelvas a consumir nada que te ofrezcan esos idiotas, creen que su proveedor les vende cosas buenas y realmente es todo lo contrario —me dijo Jean—. No estabas consciente, te entiendo, así que no te preocupes, pero al menos ya estás advertido para la próxima.

Asentí.

—Sasha, tenemos que terminar el proyecto de español antes de que acabe la semana, Connie y yo decidimos que después de la escuela iríamos a mi casa.

— ¿Qué? hoy no puedo.

— ¿Por qué?

—Una amiga me esperará a la salida, iremos a comer, al centro comercial y a hacer otras cosas.

— ¿No pueden verse otro día? este proyecto cuenta mucho para la calificación del parcial —aclaró Connie.

—No, ella vino desde otra ciudad y necesitamos hablar sobre muchas cosas, no la veo desde el verano pasado.

Jean se mordió el labio, parecía estar pensando su respuesta.

—Voy a dejarlo pasar, pero mañana sin falta en mi casa después de la escuela.

Sasha se levantó de su lugar y se abalanzó sobre él.

— ¡Gracias Jean, te quiero!

—Sí, sí, yo también —respondió rodando los ojos, aunque en su rostro se dibujó una sonrisa—. ¿Y ella es soltera?

— ¡Jean! —gritó Sasha.

— ¿Qué? —se encogió de hombros—. Favor con favor se paga.

—Eres un idiota. Ni siquiera quiero que la mires, ¿entendido?

—Entendido —me guiñó un ojo pensando que Sasha no lo estaba mirando.

— ¡Hablo en serio!

—Bien, de acuerdo —respondió levantando las manos.

En ese momento el timbre sonó, era hora de ir a clase.

—Bueno, me voy —mencioné mientras me levantaba—. Los veo luego.

Ellos me respondieron moviendo la mano y me encaminé hacia el salón.

Hoy trataría de mantener mi mente despejada, se venían los exámenes y necesitaba concentrarme. Necesitaba tener buenas notas para poder acceder a una buena universidad.

Ya era hora de que me enfocara en cosas importantes, en mi futuro.

Debía dejar de pensar y vivir en el pasado. Aunque eso significara decirle adiós a Mikasa.

wrong | eremika [au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora