08

370 37 2
                                    

Caminar nuevamente por este vecindario era extraño, y me provocaba nostalgia. Aunque ya había tenido tiempo para solucionar esas emociones, había venido a mi vieja casa para despedirme "apropiadamente". No iba a negarlo, estaba nerviosa, no tanto por hablar con él, sino por ver a sus padres. Ni siquiera sabía si iban a reconocerme, y lo menos que quería era que me vieran con lástima.

No me gustaba causar eso en la gente.

Por estar tan sumida en mis pensamientos, ni siquiera me percaté de que ya había llegado. Me detuve frente a la puerta e inhalé hondo para prepararme.

Toqué una vez, y esperé que eso fuera suficiente.

Después de un par de segundos, finalmente alguien abrió. Era la mamá de Eren, Carla.
Al principio frunció el ceño, tratando de saber quién era, pero después su expresión cambió por completo.

— ¿Mikasa? —asentí.

—Por Dios, casi no te reconozco —dijo con una sonrisa tranquilizadora, sus ojos se cristalizaron un poco—. Los años definitivamente te sentaron de maravilla. Sigues siendo igual de bella que siempre —sorbió su nariz—. ¿Puedo abrazarte?

—Claro —asentí, y no esperó más para envolverme en sus brazos. Sentí su calidez, y por un momento sólo me importó disfrutar eso. Era una persona que transmitía mucha tranquilidad, y no me puedo quejar de nada, siempre me cuidó y quiso casi como una hija. Era agradable verla de nuevo.

— ¿Qué te trae por aquí? —preguntó mientras se alejaba.

—Vengo a ver a Eren —respondí—. No sé si pueda pasar.

— ¡Por supuesto! ni siquiera tienes que dudar de ello —se hizo a un lado y finalmente me adentré en la casa. No había cambiado mucho—. Grisha está trabajando, no llegará hasta más tarde, pero espero que puedan verse. La habitación de Eren está al fondo a la derecha, pero supongo que debes recordarlo. Puedes pasar.

—Gracias, señora Jeager.

— ¿Por qué tanta formalidad? creí que ya habíamos resuelto eso años atrás.

Sonreí.

—Claro, casi lo olvidaba, Carla.

—Mucho mejor.

—Voy a... —señalé en dirección a la habitación.

—Por supuesto, pasa. Si necesitas algo, sólo dímelo, ¿bien? —asentí y me encaminé hacia allá.

Antes de que pudiera tocar, la puerta se abrió, Eren me miró confundido. Claramente ninguno sabía cómo reaccionar.

Me sonrojé un poco, aunque rápidamente giré la mirada.

— ¿Qué haces aquí, Mikasa? Armin me dijo que te había surgido algo.

— ¿Puedo pasar? te explicaré todo —asintió, y se hizo a un lado para dejarme entrar, cerró la puerta detrás de él.

Observé detenidamente la habitación, todo estaba muy cambiado. Era algo simple, colores neutros, sábanas grises. Un escritorio, dos sofás pequeños. No tenía ninguna decoración en ella.

—Puedes sentarte allí —señaló una silla giratoria que se encontraba frente al escritorio—. O donde prefieras.

Se sentó en el borde de la cama, su mirada era pesada, por lo que trataba de evitarla, aunque simplemente no podía.

Me tomó algunos segundos reaccionar, pero cuando finalmente lo hice me decidí por sentarme frente a él.

—Yo... no sé por dónde empezar —admití. Me sentía estúpida, él sacaba mi lado vulnerable, y eso no me gustaba.

wrong | eremika [au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora