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Abrí mis ojos lentamente y me encontré con el torso desnudo de Eren, había despertado justo en la misma posición en la cual dormimos. Aún me tenía rodeada con sus brazos.

Parpadeé un par de veces para adaptar mi vista a la poca iluminación de la habitación, y pequeños flashbacks de lo que había pasado la noche anterior vinieron a mi mente.

¿En verdad había pasado eso entre Eren y yo?

Definitivamente fue algo inesperado, y aunque ahora tenía las ideas claras y la mente despejada, no me arrepentía de absolutamente nada.
Había fantaseado algunas veces con ese momento e imaginado muchos escenarios, pero lo que pasó noche rebasó mis límites.

Eren me había saciado totalmente.

Una sonrisa estúpida se dibujó en mi rostro, y entonces me dispuse a salir de la cama con cuidado para evitar despertarlo.

Una vez que estuve fuera, recogí y limpié el desastre que había quedado en la habitación, traté de no dejar ningún rastro ya que Levi de vez en cuando hacía limpieza en toda la casa. Tenía una obsesión con dejar limpio hasta el más mínimo rincón.
En cuanto terminé me quité su playera y doblé su ropa para dejarla en la mesita. Cambié mi ropa interior y me puse una playera blanca junto con unos pantalones holgados.

Le eché un último vistazo a Eren y entonces salí de mi habitación.

El olor de la cafetera inundó mis fosas nasales, así que intuí que Levi ya estaba despierto. Algo que le gustaba demasiado, y me atrevía a decir que más que Erwin, era el café y el té.

Lo encontré de espaldas mientras servía café en dos tazas, me senté en una de las sillas alrededor de la mesa y él giró un poco su cabeza para mirarme de reojo.

—Buenos días —murmuró.

—Buenos días.

Se acercó a la mesa y depositó una taza frente a mí, después me pasó la crema en polvo y la azúcar.

— ¿Qué tal estuvo la fiesta? —preguntó mientras se sentaba en la silla de al lado y soplaba su café.

—Bien —respondí—. Fue... bastante entretenida.

Él asintió y le dió un sorbo al contenido de la taza. Preparé mi café y moví la cuchara en círculos para disolver la crema y la azúcar.

Levi no dejaba de mirar mis movimientos con atención, sabía que él sospechaba algo. Era muy difícil ocultarle cosas, siempre terminaba descubriendo todo tarde o temprano.

Sin embargo decidí ignorarlo y hacerme la desentendida.

—Hoy Erwin preparará el desayuno, ¿por qué no invitas a desayunar a nuestro inquilino?

No pude evitar atragantarme un poco con el café, en cuanto fui capaz de recuperar el aliento suspiré para tranquilizarme y le dirigí una mirada de fingida confusión.

— ¿De qué hablas? —pregunté.

—Del mocoso que durmió contigo —soltó con firmeza.

Maldito.

Odiaba su maldita intuición y su perfecta habilidad de observación. No era fácil engañarlo.

Estaba a punto de replicar ante eso, cuando de pronto Erwin apareció en el pasillo.

—Mikasa —habló con su voz grave—. Buen día.

—Buen día —respondí un poco tímida.

—Levi —habló y le dedicó una sonrisa, el enano a mi lado hizo lo mismo. Hubo unos segundos de silencio y Erwin dió un aplauso, provocando que me sobresaltara un poco—. Encontré a alguien merodeando por la casa —al escuchar aquello mi cuerpo se heló por completo—, así que sugerí que se quedara a desayunar con nosotros —Eren apareció detrás de Erwin, podía notar su evidente nerviosismo y me maldije a mí misma por envolverlo en esta incómoda situación—. ¿Qué opinas, pequeña Ackerman?




wrong | eremika [au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora