34

223 22 7
                                    

Así pasamos el resto de la noche.

Recordando los viejos tiempos y disfrutando de la compañía de todos.

Mikasa realmente lucía radiante. Se notaba que había hecho muchos cambios en ella estos últimos años, no hacía falta ser un genio para percatarse de ello. Quienes la conocíamos bien lo notábamos.


—Lamento que Levi y Erwin no hayan podido asistir. Ellos han estado bastante ocupados —le dijo Mikasa a Armin.

—No te preocupes, lo entendemos perfectamente —respondió él—. Gracias por venir.

—Sí, gracias —dijo Annie sonriendo para después darle un apretón de manos.

—No agradezcan. Fue muy grato estar con ustedes.

Connie carraspeó, llamando mi atención.

¿No vas a acompañarla a casa? —gesticuló en voz baja.

Me encogí de hombros. Realmente no sabía si era lo apropiado. No quería incomodarla. Ella había pedido espacio, y a pesar de haber pasado los años yo seguiría respetando eso.

En ese momento se giró hacia nosotros y me dedicó una media sonrisa.

— ¿Vas a acompañarme o te vas a quedar ahí parado debatiéndote entre preguntármelo o no?

Aquello me dejó totalmente helado. No me esperaba que se fuera a percatar.

Armin soltó una risita ante eso.

—Debo irme —dije para todos.

—Claro, suerte —me dijo el rubio.

Asentí y después de eso corrí detrás de ella para alcanzarla.

Mientras caminábamos pude visualizar una leve sonrisa en su rostro.

— ¿Qué es lo que te tiene tan sonriente? —me atreví a preguntar.

—Todo —respondió—. Me hace muy feliz estar aquí de nuevo.

—Me alegro que te sientas cómoda, Mikasa.

—Lo siento —suspiró.

— ¿Por qué?

—Por irme tanto tiempo.

—Entiendo que fue por tu bien, no tienes que dar explicaciones —asintió. Después de eso caminamos en completo silencio por un largo rato—. Oye, y a todo esto, ¿hacia dónde vamos?

—Me hospedo en un hotel cerca de aquí.

—Creí que te quedarías con Levi y Erwin.

—Era la idea, pero preferí que mejor no.

— ¿Por qué? —me dedicó una mirada y soltó una risita—. ¿Qué?

—Nada —respondió—. Ya llegamos.

Nos detuvimos frente al hotel, y supuse que había llegado la hora de despedirnos.

—Fue bueno verte hoy, Mikasa. Gracias por permitirme estar contigo.

Me atreví a tomar su mano y depositar un beso en ella. Le sonreí y después me envolvió en un abrazo.

Acaricié su cabello y me remonté a viejos tiempos.

Extrañaba esto.

Se apartó y acarició mi rostro. Pasó su pulgar por mi labio inferior y se detuvo en mi barbilla.

— ¿Quieres hacerme compañía hoy?

— ¿Te refieres a... quedarme contigo?, ¿aquí?

—Sí Eren —rió—. Aquí.

—Claro, me gustaría —respondí rápidamente.

Me tomó de la mano y nos adentramos en el vestíbulo.

Tomamos el elevador, pulsó el botón que nos llevaría hasta el tercer piso y segundos después llegamos al pasillo.

Recorrimos un par de habitaciones hasta que llegamos a la que parecía estar hospedada. Sacó una tarjeta y la pasó de un lado de la cerradura.

Se hizo a un lado para dejarme pasar y luego de estar ambos dentro cerró la puerta.

Fue allí cuando me armé de valor y decidí hablar.

—Mikasa, ¿para qué me trajiste aquí exactamente?

Sentí sus manos acariciar mis brazos. Ella estaba detrás de mí.

—Quiero estar contigo Eren, te extrañé.

Se puso frente a mí y depositó un beso en mi mejilla.

—Yo... estoy un poco confundido.

— ¿Aún sigues teniendo ganas de estar conmigo? —me preguntó.

—Por supuesto que sí. Te he esperado todo este tiempo, no había día que no pensara en ti y que les preguntara a Levi y Erwin cómo te encontrabas. Nunca me he dado por vencido contigo.

—Ahora estoy bien, Eren. Ya resolví mis problemas, estoy mejor emocionalmente y mi vida es mucho más estable. Ahora tengo algo para ofrecerte.

—Siempre tuviste algo que ofrecerme —recalqué—. Pero entiendo que hayas tomado tu distancia para estar mejor contigo misma. Me alegra verte así. Feliz.

—No quise alejarme de todos ustedes a propósito.

—Lo sabemos, no te preocupes.

—Te amo —me susurró—. ¿Quieres estar conmigo? —sus ojos miraron fijamente los míos y pude percibir que había un brillo en ellos. Solté una risita—. ¿Qué pasa? —dijo preocupada.

—Nada, es que nadie nunca me había preguntado algo así —admití. Ella rodó los ojos y me dio un pequeño golpe en el hombro. La tomé de la cintura y la acerqué más a mí—. Sí. Quiero estar contigo, Mikasa.

Rompió la poca distancia que nos separaba y unió nuestros labios en un beso desesperado, al cual correspondí encantado.

—Toda la noche esperé esto —dijo una vez que nos separamos.

—Aquí me tienes. Soy sólo tuyo.

Y así, volvimos a besarnos y disfrutar uno del otro.

Finalmente.

wrong | eremika [au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora