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Llegamos al lugar, llamaba mucho la atención, tenía algunos juegos de mesa, consolas, y una rockola para reproducir canciones. A simple vista era bonito, y Sasha me había dicho que la comida sabía muy bien.

Debía hacerle caso, puesto que el gusto de Sasha no era cualquiera.

Todos estaban dentro del lugar, ya habíamos ordenado, pero yo salí un momento para llamarle a Erwin y decirle dónde me encontraba.
Con Levi tenía un poco más de cercanía, ya que a final de cuentas era familiar mío, pero a veces prefería recurrir a Erwin.

Una vez que terminé de hablar, volví adentro, pero para mi mala suerte uno de los meseros chocó conmigo, derramando el jugo que traía con él.

— ¡Lo siento! —mencionó mientras me miraba avergonzado—. Yo... ¿qué puedo hacer para que no me reportes?, no fue a propósito, no me fijé por dónde iba y...

—Tranquilo —lo interrumpí—. Los accidentes pasan, ninguno de los dos tuvo cuidado, así que no te apures, todo está bien —le dediqué una sonrisa tratando de tranquilizarlo, y al parecer funcionó—. Déjame ayudarte.

Me agaché y lo ayudé a levantar los hielos que aún quedaban para ponerlos en la jarra, él se apresuró a ir por un trapeador y un trapo.

—Gracias —mencionó—. Y de verdad, lo siento.

—No pasa nada.

Después de eso me levanté decidida a ir al baño, antes eché una mirada rápida hacia la mesa donde estaban todos. Al parecer habían presenciado todo.

Me dirigí rápidamente al baño y una vez ahí me quité la blusa, por suerte el jugo sólo había caído ahí, y era negra, así que no había mucho problema. Afortunadamente no había nadie más, y no es que me importara mucho que hubiera alguien, pero me daba más tranquilidad estar sola.

Abrí el grifo y empecé a enjuagarla, mi cuerpo estaba un poco pegajoso y esa sensación no me agradaba para nada.

La puerta se abrió y presté atención para ver de quién se trataba, era Annie, la novia de Armin.

—Hola —dijo mientras se acercaba hacia mí.

—Hola —respondí.

Ella era un poco como yo, distante, sarcástica, directa, fría.

De esas cualidades me había percatado.

Ah, y también, no toleraba a las personas.

—Déjame ayudarte —de su mochila sacó unas toallitas húmedas y una secadora pequeña, parecía muy práctica—. Yo seguiré enjuagándola, tú encárgate de limpiarte.

Asentí y tomé una toallita para hacerlo, me aseguré de quitarme todo para evitar sentirme incómoda durante el resto del día.

Exprimió la blusa y después conectó la secadora en el enchufe al lado de uno de los espejos del baño.

—Es una suerte que en este lugar haya conectores en los baños —mencionó mientras encendía el aparato y lo pasaba por la blusa—. Esto podría tardar un poco, pero tu blusa quedará seca.

Estaba un poco confundida y sorprendida, por lo que había escuchado Annie no solía relacionarse mucho con las personas, sin embargo aquí estaba, ayudándome a secar mi blusa.

—Gracias, Annie.

Ella me miró y pareció sonreír un poco.

—Sé que puedo parecer antipática, pero no lo soy —dijo de pronto—. Sólo sé con quién vale la pena relacionarme y con quién no. Además, suelo ser amable a veces porque también me gustaría algún día recibir lo mismo —se encogió de hombros—. Todos los días aprendo un poco de Armin.

—Es un muy buen chico. Es bueno tener alguien que te ayude a mejorar y te apoye —solté—. Déjame ser honesta y decirte que los he estado observando, y creo que ustedes dos se merecen el uno al otro.

—Sí, también me gusta pensar eso —respondió ella y sus mejillas se encendieron—. Bueno, ya está —mencionó levantando la prenda y asegurándose de que estuviera completamente seca.

La toqué para confirmarlo, y después de eso me la puse.

—Gracias, otra vez.

—No es nada —dijo mientras guardaba sus cosas en su mochila nuevamente—. ¿Nos vamos?

—Sí, vamos.



...



—Así que ahora Annie y tú son amigas —mencioné mientras caminábamos. Me había ofrecido a llevar a Mikasa a su hogar, ella aceptó, lo cual me pareció extraño, pero me sentía bien por no haber sido rechazado.

—Fue sólo una pequeña interacción, eso no define nada —respondió mirando hacia el suelo—. No sé cómo se comporte normalmente, pero conmigo fue amable.

—Eso es raro en ella, pero me alegro que hayas tenido la oportunidad de ver ese lado suyo, no a cualquiera se lo muestra.

— ¿Desde cuándo son novios Armin y ella?

—Desde hace cuatro años.

Ella abrió un poco sus ojos, tal vez le sorprendía que fuera tanto tiempo.

—Que bien por ellos, no cualquiera mantendría una relación estable, y menos por tanto tiempo. Se ve que se quieren.

—Sí, mucho —dije—. Supieron entenderse bien.

—Eso es lindo —sonrió un poco—. Hoy en día no encuentras a menudo una persona con la cual crecer y tener apoyo, así que si alguien lo hace, ambos deben esforzarse por hacerlo funcionar. Eso es suerte.

Me quedé en silencio, apreté los tirantes de la mochila y tomé una inspiración profunda, dispuesto a hablar.

—Ya llegamos —soltó ella mientras se detenía frente a una casa de dos pisos. Por fuera era muy bonita y estilizada, ya me imaginaba cómo sería el interior.

Miré en la cerca, esta tenía una placa que decía "Ackerman-Smith", eran los nombres de la pareja que había acogido a Mikasa. Estuvieron en casa, mi mamá me lo dijo, pero lamentablemente no había tenido el placer de conocerlos.

— ¿Ibas a decir algo? —preguntó ella, sacándome de mis cavilaciones.

Me giré para mirarla, lo pensé por unos segundos. Negué con la cabeza y sonreí, restándole importancia.

—No.

—Está bien —se encaminó por el pequeño pasillo para llegar a la puerta, pero se detuvo a la mitad. Se giró hacia mí y caminó nuevamente hacia donde me encontraba—. Gracias por acompañarme hasta aquí.

Entonces depositó un beso en mi mejilla. Fue sólo un breve segundo, pero para mí se sintió eterno.

Me dedicó una última mirada para después entrar rápidamente a la casa. Yo me quedé perplejo por unos segundos más.

Metí las manos en mis bolsillos delanteros y comencé a alejarme de allí. En mi estómago se había arremolinado una sensación extraña, pero para nada era mala, sino todo lo contrario. Mi corazón latía rápido y podía sentir el calor correr por mis mejillas.

Me sentía como un niño otra vez.

Como cuando teníamos ocho años.

wrong | eremika [au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora