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Era un día tranquilo, para mi suerte, fin de semana, así que tenía mucho tiempo libre para jugar con Eren y con Armin. Mi mamá estaba haciendo la comida, y mi papá se aseguraba de arreglar las plantas del jardín trasero, yo lo estaba ayudando.

—Me da gusto que estés haciendo nuevos amigos, seguramente tendrías más si asistieras a una escuela normal, pero tu madre insistió en inscribirte a esa escuela de niñas.

—Está bien, me divierto —respondí sonriendo—. Además, me basta con Eren y Armin, son muy agradables.

—Me agradan a mí también —dijo él y revolvió mi cabello—. Creo que sería muy bueno que conservaran su amistad.

Asentí y continué regando las flores. La verdad era que ambos me caían muy bien, Eren era muy divertido y Armin muy listo, tenían personalidades totalmente distintas uno del otro, pero a pesar de eso sabían entenderse, y me respetaban y cuidaban, así que eso me gustaba mucho.

—Creo que es suficiente por hoy —dijo mi papá mientras se quitaba los guantes y se secaba el sudor—. ¿Por qué no subes a cambiarte para comer?

—Claro —respondí, sacudí mi vestido y de inmediato entré en la casa.

— ¿Han terminado, cielo? —preguntó mi mamá, yo asentí—. Bien, sube rápido a cambiarte, la comida ya está lista.

Hice caso y me dirigí a mi cuarto rápidamente, elegí mi ropa y me cambié, después de eso cepillé mi cabello y justo cuando iba a bajar, escuché un ruido. Me detuve y analicé rápidamente lo que pudo haber sido.

Probablemente a mi mamá se le había caído algo, o mi papá se había tropezado. En ese momento la puerta se abrió, mi mamá entró rápidamente y me sacó de mi habitación para llevarme a la de ellos, se notaba desesperada y de sus ojos caían lágrimas.

Quitó la alfombra del cuarto y debajo de ella había una pequeña compuerta, sacó una llave de su pecho y con eso la abrió. Me asomé un poco, alcancé a ver unas escaleras que conducían a un piso bajo, no sabía que teníamos eso.

—Mikasa, escóndete, prométeme que pase lo que pase no vas a salir de aquí, por favor hija.

—Mami, ¿qué pasa? —pregunté preocupada, comenzaba a sentir miedo—. ¿Dónde está mi papi?

—Cariño, no hay tiempo para explicar —sollozó—. Sólo prométeme que no vas a salir de aquí, mantente a salvo, por favor.

Mi respiración era agitada, no entendía lo que pasaba, ¿por qué tenía que esconderme?, ¿por qué mis papás no podían venir conmigo?

—Mamá...

Ella me abrazó y me dió un beso en la frente, no paraba de llorar y miraba continuamente a la puerta.

—Te amamos, ¿si?, recuérdalo siempre, eres una niña encantadora, tú puedes con esto.

— ¿Qué pasa? —pregunté con la voz entrecortada.

Escóndete, ahora.

Me metí rápidamente, aunque me detuve a mitad de la escalera, miré a mi mamá, estaba muy confundida.

—Mikasa, por favor cuídate mucho.

— ¿Mami?

—Adiós, cielo.

Después de eso cerró la puerta y escuché como introdujo la llave nuevamente. Terminé de bajar las escaleras y me quedé en silencio mientras observaba todo.

Era un sótano, había comida y algunos muebles. Tal vez era para alguna emergencia, no estaba segura.

¿Qué quería decir mi mamá con que me mantuviera escondida, y que me cuidara mucho?

De pronto escuché algunos gritos y golpes, me exalté, pero a pesar de eso me mantuve en completo silencio. Me senté en el suelo y junté mis rodillas con mi rostro.

Sin darme cuenta ya estaba llorando, no sabía porqué, pero presentía que algo malo había pasado.

¿Por qué se había despedido de mí?, ¿a dónde había ido?, ¿dónde estaba mi papá?

Eran muchas preguntas que pasaban por mi mente, y me daba mucho miedo no saber la respuesta. Sólo esperaba que ambos bajaran por mí.

No quería quedarme sola.

No quería estar sin ellos.

wrong | eremika [au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora