La eternidad para encontrarte (ZoSan-ZoroxSanji//Yaoi)

27. Sabo

27. Sabo

–Ace, ¿te encargas tú de los vampiros? Esa visión es antes de que Sanji llegue a casa del trabajo, y Sabo ya sale del colegio y pasaré la tarde con él. Yo me ocuparé de la que será sobre las tres de la mañana. ¿Vale?

–Mírate, el amo de casa. Tu chico trabaja y tú cuidas del criajo—comentó el moreno acomodándose en el sofá y poniendo ambas piernas sobre la mesita de centro.

–Ya, ya. Ríete todo lo que quieras. Te aseguro que si Law no estuviese ocupándose de otra visión mientras hablamos, y el resto de la gente que vive aquí no estuviese en sus respectivos trabajos u estudios, no te pediría una mierda a ti.

–Tranquilo, Zoro. Yo me cargo a esos vampiros. Ya si Sanji te deja salir a jugar luego, podrás cumplir tú esa misión durante la madrugada—dijo antes de carcajearse.

–Vete a tomar por... ¡Sabo! –gritó cuando escuchó la puerta de entrada cerrarse y escuchó los pasos del niño corriendo en su dirección.

–¡Papá! –vociferó antes de ser recibido por sus brazos.

–¿Cómo te ha ido hoy en el colegio?

–Muy bien, papá... Hola, Ace—dijo el niño con su dulce vocecilla, propia de los seis años que aparentaba ahora.

–Pasa de mí—fue la borde respuesta del vampiro, prestándole atención a la televisión. Zoro, disimuladamente, le dio una colleja en la nuca.

–Esta pequeña trufita corre mucho—apreció Brook entrando en el salón.

–Gracias por recogerle—dijo el peliverde.

–Tranquilo, Zoro. Sé que si tú o Ace vais a buscarle a estas horas del día os convertiríais en carne a la parrilla. Y no queremos eso. Además, no abro el RumBar hasta dentro de unas horas.

–Normalmente va Vivi a recogerle, pero hoy Nami y ella tenían un examen importante—aclaró Zoro. Puso al niño en el suelo nuevamente y le dio un toquecito en el hombro. –Ve a lavarte las manos. Voy a calentar el almuerzo que te dejó listo tu padre.

El niño asintió y salió corriendo como alma que lleva el diablo.

–Es un encanto, aunque no comprendo que, teniendo los poderes que tiene, os ocupéis de él como si fuera un niño corriente—dijo Brook siguiendo al vampiro peliverde hasta la cocina.

–Sanji y yo hicimos un trato con Sabo. Él tiene esos poderes tan increíbles, pero es nuestro pequeño...y si puede darnos un poco de su infancia para que nosotros podamos ejercer como padres...pues, es algo que nos hacía ilusión. No podremos tener más hijos jamás.

–Queréis mimarlo—dijo el demonio esquelético tomando asiento en una de las sillas que rodeaban la gran mesa de comedor que había en la amplia cocina. –Eso lo comprendo. En cierta forma. Los niños no me llaman la atención. Vuestro hijo sí...porque es muy poderoso. Eso me gusta. Y es listo. Me cae bien.

–Es impresionante, ¿verdad? –comentó el peliverde henchido de orgullo.

–Impresionante es poco. Los Grandes Poderes se han lucido con vuestro regalo. Claro que...nuestro esponjoso cupcake de vainilla llamado Sanji se merecía esto y más.

El pequeño Sabo volvió del cuarto de baño y tomó asiento en el sofá junto a Ace.

–¿Qué estás haciendo?

–Sentarme contigo—dijo el niño como si no fuera obvio. Llevaba el pequeño peluche llamado Chopper en una de las manitas.

–Lárgate. Tu padre te espera en la cocina—Ace no podía disimular la aversión que sentía hacia la presencia del Sabo infantil.