30. Primero

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30. Primero

–¡Es una locura! –gritó Sanji chocando con fuerza las palmas de sus manos en la mesa que tenía delante y poniéndose en pie, alterado.

–¡Me opongo totalmente! Sabo, a tu cuarto—fue la respuesta de Zoro, imperturbable en apariencia.

–¡Espera! ¿Cuál es el problema? –preguntó Ace. Sabo permanecía en silencio con la cabeza gacha a su lado.

–¡¿Tenemos que decirlo?! –Sanji alucinaba.

–¿Es por mi pasado? Os prometo que todo eso quedó atrás. Ese Ace ya no existe ni volverá. Todo lo que os hice a ambos lo lamentaré mientras viva, pero amo a Sabo sinceramente. Os doy mi palabra. ¿Es por su edad? Si eso es lo que os importa tanto, le esperaré. Decidme cuánto. ¿Dieciocho años? ¿Veinte? Si tiene que ser un adulto a vuestro criterio para que podamos estar juntos, esperaré lo que haga falta. Os prometo que hasta entonces no le tocaré. Ni le haré insinuaciones, pero sólo os suplico que cuando alcance la edad acordada, nos dejéis estar juntos sin oposiciones.

Sanji y Zoro, boquiabiertos, se quedaron mirando al vampiro de las pecas sin saber qué decir durante unos instantes.

–Dadnos un momento—pidió el rubio y salió con el peliverde hasta el recibidor, poniendo bastante distancia entre ellos y la cocina, donde estaban su hijo y Ace. –Eso ha sido muy bonito de su parte y no me lo esperaba, ¿qué hacemos? ¿Nos negamos o aceptamos su propuesta?

–¿Tú qué piensas? –preguntó Zoro igual de confuso que él.

–Yo pienso que Ace era malvado, egoísta, insoportable, asqueroso y un psicópata acosador.

–Estoy de acuerdo.

–Pero también soy consciente de que ha cambiado desde que tiene alma. Eso no puedo negarlo aunque quisiera. Nos ha ayudado mucho. No ha vuelto a acercarse a mí con ninguna intención sexual o de cualquier otra índole. Se lleva bien con el resto de nuestros amigos. Y hasta el día de hoy ha hecho que confíe en él, ¿estoy loco?

–No lo estás, pero sigue siendo muy raro que se fijara en nuestro hijo.

–Es súper raro—confirmó el rubio. –Pero también pasan mucho tiempo juntos. Eso es culpa nuestra, Zoro.

–No veía ninguna señal de peligro al dejarles entrenar juntos.

–Es Ace. Las señales estaban en letras mayúsculas, negrita y entre signos de exclamación.

–Ya...

–Pero se trata de nuestro bebé.

–Aunque no es un bebé siempre.

Sanji se llevó las manos al cabello y se rascó la cabeza, despeinándose en el proceso. –¡Esto es muy difícil! Si les negamos estar juntos, Sabo nos odiará. Y estará triste. Yo no quiero que mi bebé esté triste.

–¿Entonces?

Ace y Sabo seguían sentados a la mesa de la cocina, en sillas contiguas, y aunque se habían dado las manos cuando se quedaron solos, en cuanto Zoro y Sanji aparecieron, se las soltaron como si no hubiera pasado nada.

Sanji ni miró a Ace. Se dirigió directamente a su hijo. –Quiero que sepas, Sabo, que tu padre y yo sólo deseamos tu felicidad. Aún por encima de la nuestra. Y somos conscientes de que no eres un niño como los demás. Sabemos que ahora tienes apariencia adulta, pero solo hace pocos meses que naciste y te tuvimos en nuestros brazos siendo un pequeño e indefenso bebé. Eso no se olvida fácilmente, aunque sea muy egoísta por nuestra parte pedirte... Sólo queremos ser tus padres durante todo el tiempo que nos sea posible. Poder ayudarte cuando nos necesites. Y apoyarte en lo que haga falta, como ahora—dijo al borde del llanto. Sabo le miraba, igual de emocionado que él. Zoro tomó el relevo.

La eternidad para encontrarte (ZoSan-ZoroxSanji//Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora