29. Poema

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29. Poema

–¡Esta noche daremos una fiesta! –anunció Brook entrando en la mansión sin llamar a la puerta siquiera. Traía consigo una pequeña maleta con ruedas que no dudó en llevar hasta la cocina, donde estaba Sanji preparándole el almuerzo al Sabo de seis años.

–¿Qué celebramos? –preguntó el rubio mayor viendo como el demonio esquelético empezaba a sacar un montón de botellas de la maleta.

–Mi cumpleaños.

–Felicidades, tío Brook—dijo Sabo moviendo las piernecitas que le colgaban de la silla.

–Muchas gracias, bocadito de nata.

–Sí, felicidades. ¿Pero a cuánta gente has invitado a esa fiesta? –apreció Sanji al darse cuenta de la gran cantidad de botellas que se iban acumulando sobre una de las encimeras.

–Oh, solo seremos nosotros. La pandilla de siempre. –entonces se fijó en lo mismo que miraba el otro. La enorme acumulación de botellas de alcohol. –Todas estas son regalos de mis amigos. Saben lo mucho que me gusta...tomar un trago de vez en cuando—intentó disimular por estar el niño delante. –Y siempre por mi cumpleaños me envían bebidas exóticas de muchas partes del mundo, yohohoho.

–¿Y cuál es tu plan? ¿Quieres que cocine un menú para...?

–No voy a hacer trabajar a uno de mis invitados. Ya tengo contratado al catering, descuida. Tendrás que abrirles la puerta más tarde.

–¡Caray! ¿Qué es todo esto? –Nami entró a la cocina y vio el percal.

–¡Es mi cumpleaños!

–¡Felicidades, Brook! ¿Cuántos cumples?

–La edad no se pregunta, querida.

–¿Mil años? –cuestionó Sabo y Brook se limitó a carcajearse.

–¿Qué pasa aquí? –esta vez entró Ace, que parecía tener un radar cuando se trataba de bebidas alcohólicas.

–Hay fiesta esta noche por mi cumpleaños. Todos estáis invitados, por supuesto.

–Porque es nuestra casa—musitó Sanji poniéndole a Sabo delante su plato de comida recién hecha.

Ace tomó una botella al azar. –¿Puedo empezar a celebrarlo en tu honor?

Brook le quitó la botella y le sacó de la cocina a empujones. –Ten paciencia. Luego lo disfrutarás más. Haré unos cócteles para morirse. No literalmente, claro. Tú ya estás muerto.

En cuanto Robin y Luffy volvieron a casa esa noche, comenzó la fiesta.

Tuvieron que improvisar, y Vivi y Nami inflaron algunos globos. Sabo hizo una pancarta y Sanji y Zoro colgaron algunas guirnaldas de Halloween que Luffy había traído de las sobrantes de la decoración de su tienda de magia.

Brook había encargado casi tanta comida como botellas de alcohol habían en la encimera, y Sanji ya había planificado al dedillo qué hacer con todas las sobras que tendrían a lo largo de la semana.

El demonio esquelético, que no parecía comer, se adueñó de un rincón del salón, tomó el escritorio del dormitorio de Nami y lo utilizó como improvisada barra de bar, tras la que se colocó y comenzó a mezclar bebidas en una coctelera.

–¿Puedo tomar una copa? –preguntó Sabo a sus padres, mientras veía alucinado la maestría con la que Brook manejaba las botellas haciendo malabares.

–Supongo que te has transformado en adulto para poder hacerlo, ¿me equivoco? –apreció Sanji. Zoro se limitó a sonreír.

–Quería disfrutar de la fiesta como los demás—admitió el rubio menor algo abochornado de que le pillaran.

La eternidad para encontrarte (ZoSan-ZoroxSanji//Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora