Escucho Una Sinfonía | Levi Ackerman

Eventualmente

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A veces me pregunto que es lo que debería de cambiar yo para que él se sienta satisfecho conmigo y quiera quedarse.

He intentado todo lo que me ha pedido, me he alejado de mis amigos para ponerle más atención a él.

Sasha se había molestado tanto conmigo por haberle dejado de hablar solo por él. Ya habían sido varias veces en las que yo dejaba de hablarla porque él me lo pedía. Lo que más le molestaba es que yo pudiera tener algo con Connie.

Estaba harta de sentirme como mierda tanto tiempo, pero aún así no podía terminar con él, había sido la única persona que me había querido. En el pasado los chicos solo me buscaban para tener sexo y después votarme.

Y aunque él lo supiera, me dañó más que todos ellos juntos.

Habían pasado cuatro meses desde que él me terminó, 2 semanas desde que me dijo no quería volver a saber de mí, el día en el que me regresó las cartas, regalos y suéteres. Estaba destrozada y cansada de llorar.

Seguía sin entender, ¿por qué prefirió quedarse con la imagen de quien era yo antes de él? ¿Qué importaba si yo había tenido sexo con personas antes?

Sentía que mi vida se me iba a pedazos, estaba débil de no comer bien y no dormir.

No podía concentrarme en mi trabajo, ya había recibido varias quejas de parte de mi supervisor ya que entregaba los trabajos a medias o llegaba muy tarde. Si seguía así me iban a despedir y no tenía lujos para perder mi empleo ya que me había costado un huevo ser asistente de producción en una compañía como la de los Ackerman.

Por más que me doliera mi propia existencia tenía que seguir yendo. Con trabajos pude pararme de mi cama y darme un baño rápido en el cual quisiera quedarme por siempre.

El día pasaba como cualquier otro, no hablaba con nadie ahí porque él me lo prohibió y siempre almorzaba sola, ¿Qué tenía de malo que yo tuviera amistades?, ¿no merecía divertirme?

Sasha me marcaba seguido para saber como me encontraba, lo agradecía pero sentía que solo era lastima hacia a mí. Él me repetía mucho eso, "No puedes decirme que me amas para que me sienta débil y sienta lastima por ti", "Solo sigo contigo porque me das lástima", "No esperes que te tenga lástima porque lloras, tú te mereces esto".

Me di cuenta de que el amor que supuestamente sentía por mí, era falso, solo le gustaba que yo le pusiera tanta atención y le prestara siempre tanto dinero que me costaba ganar a diario.

—Muévete —me ordenó mi jefa, sacándome de mis pensamientos me daba miedo cuando estaba lejos de su novia—, anda que hoy llegan los patrones.

Esto último lo dijo con una risa entre sus labios mientras ponía su dedo índice sobre una de sus mejillas con un gesto pensativo.

Llevaba trabajando 6 meses y nunca había visto en persona a ninguno de los Ackerman, los productores Kuchel y Akihiro que se volvieron billonarios después de la serie Naruto hace ya unos años, la actriz más codiciada Mikasa, y el hijo mayor incógnito del matrimonio que se mantenía fuera de los focos de la farándula.

Pocas personas habían dicho que lo habían visto, había ciertas leyendas en cuanto a su rostro, muchos decían que había perdido uno de sus ojos peleando contra la mafia, otros decían que era un hombre muy pequeño con cara de viejo, ciertas personas creían que en realidad era el capitán de una organización secreta y lo restantes pensaban que era un hombre muy apuesto. Y yo no tenía mente para pensar en su apariencia.

Apresuraba mi paso para alcanzar a Ymir y evitar darle más razones para despedirme.

—Recuerda llamar a Braun, como lo odio pero necesitamos un buen abogado ahora que nos demandaron por difamación —dice con recelo—, en verdad que no sabía que habíamos pagado para la serie de ese destroza demonios o como se llame.