Escucho Una Sinfonía | Levi Ackerman

Raros

[Levi]

Separe nuestros labios por falta de aire, no porque quisiera hacerlo.

La miré directamente a los ojos viendo su color más de cerca como todas las veces que la había estado soñando. Ella tenía un intenso sonrojo en sus mejillas y los ojos le brillaban intensamente.

Si ella está así, no me imagino como me veré yo.

Antes de soltar del agarre en que la tenía le di otro beso minúsculo en los labios sintiendo de nuevo el exquisito sabor que desprendía.

Sentía que estaba en el cielo por un momento, tener así a la chica de mis sueños, sentía que pronto perdería la razón.

—¿Esto es real? —pregunto ilusionado.

Ella sonríe tomando de mis muñecas mientras aún sostengo su rostro. Cierra un momento los ojos para mirarme nuevamente haciendo que mi estómago diera un vuelvo y sonriera tontamente.

—Lo es y me encanta —respondió.

La envolví en un abrazo rápidamente, con todo el silencio creí que escucharía los latidos de mi corazón. Cuando sentí su cuerpo presionado contra el mío, podía escuchar su aliento aún agitado y su corazón latir con la misma rapidez que la mía.

Estuvimos así unos segundos hasta que me separé de ella y la guie tomando de su mano hacia la sala que estaba cerca de nosotros.

Le ofrecí agua, la aceptó amablemente y se la entregue inmediatamente. Me senté a su lado sintiéndome al borde de un colapso. No me sale ninguna palabra de mi boca, no puedo formular una simple oración.

—Disculpa si todo fue muy repentino, te debiste de sorprender —dijo riéndose.

Me quedé mirándola otro momento, aún dudando si lo que acaba de pasar, en realidad sucedió.

—Un poco nada más —tomé de nuevo su mano—, pero en verdad me alegra que hayas dicho algo.

Ella se vio por un momento confundida, ¿no había sido obvio hacia lo que sentía por ella? Dios, seguro la hice sentir incómoda.

—¿En serio te alegra? —sonrió ligeramente— yo pensé que solo jugabas conmigo. Con todo eso de un día te hablo y al otro no.

Me quedé pensando un momento mis acciones acercándome más a ella y pasando mi brazo izquierdo detrás de su nuca.

—¿Qué hay de la vez del elevador? —acuse señalándola con mi dedo índice mirándola de lado.

Ella me miró con el ceño fruncido y una cara de confusión enorme. Ladeo un poco su cabeza mientras aún tenía su sonrisa torcida.

—Solo me hablabas cuando estábamos solos o ebrios —hizo una pausa mirando hacia sus piernas— no quiero ser el secreto de nadie —finalizó mirándome de nuevo melancólica.

¿Quién querría ocultarte? Yo quisiera decirle al mundo entero que te gusto.

—No lo serás, _____, lo prometo.

Volví a abrazarla por completo y sentí como soltó un suspiro alargado a lado de mi oreja. Aquello hizo que perdiera un poco el aliento. Quiero decirte todo lo que tengo que decirte. Estoy demasiado nervioso, ¿Qué pensaras de mi conflicto con tu padre?, ¿sobre la persona que soy?, ¿sobre cómo viví estos últimos veces antes de comenzar a soñarte?, no quiero que me odies. Se que solo tú puedes comprenderme.

Le pedí que me acompañara fuera del edificio, quería llevarla a la cita que ya había planeado, estaba dispuesto a contarle mi mayor secreto el día de hoy y al menos quisiera que fuera especial.