Los días pasaron volando, sentía que demasiado, tuve algunos problemas con Mikasa pero pudimos resolverlo y la aparente enfermedad de mamá mejoró.
Era la época navideña, estábamos aterrizando en Suiza, era casi de mañana pero sentía como si no había dormido en 1000 años, Levi había llegado aquí hace unos 4 días.
Me había dicho que su chófer nos recogería en la entrada del aeropuerto. Megumi y mamá parecían distraerse mucho por la gente y la nieve que caía.
Sentía demasiado frío por todo mi cuerpo, ni siquiera el abrigo pesado que portaba lo podía soportar, salíamos por la entrada que me habían indicado y vimos a un hombre mayor que sostenía un cartel que decía Fushiguro.
Mi hermano saltó de emoción corriendo hacia la limusina que nos esperaba detrás del hombre. Mi mamá y yo reímos por eso, casi siempre se mantenía serio y ahora se comportaba como alguien propiamente de su edad.
—Bienvenida, señorita Fushiguro —saluda el hombre— mi nombre es Dave y estaré a su servicio estas dos semanas, para usted y su familia —mi mamá y yo asentimos—, el señor Ackerman lamenta no poder recibirla en este momento pero cuando lleguemos a la mansión estará ahí.
El siquiera pensar en él y la situación me ponía los pelos de punta, mi mamá me codea haciéndome tambalear.
Los tres nos adentramos al auto mientras Dave carga nuestras maletas a la parte trasera, adentro todo está amplio, Megumi y mamá asoman su cabeza cuando el vehículo empieza el movimiento pero se arrepienten metiéndola de nuevo debido al frío.
—Gracias por venir —digo tomándolos a ambos de las manos—, sé que los decepcione antes con mi pareja y ya no será lo mismo.
Ambos sonríen respondiendo a mi agarre, Megumi muerde mi mano haciendo que le de una palmada en el hombro. Los tres reímos y mamá pide que nos calmemos.
—Pues claro que no es lo mismo, _____, estamos en Suiza.
Paul asiente seguro y vuelve a mirar por la ventana los paisajes que pasamos.
Unos minutos después caigo dormida sobre el hombro de mi mamá y ella me sostiene.
Cuando despierto, noto que el sol ha salido por completo y nos acercamos a una casa grande, esta no tenía tantos pisos como la mansión que yo conocía pero mi casa cabía unas 7 veces.
En cuanto el carro se detiene Megumi sale corriendo observando el paisaje con asombro, estábamos rodeados de nieve y árboles.
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Megumi cae sobre la nieve poniendo su gesto molesto, mamá y yo reímos acercándonos a él. Le ayudo a limpiarse los restos de nieve de su cabello y ropa.
Nos acercamos lentamente a la entrada de la casa, toco el timbre que hay a lado dejando ir mi respiración con ello.
—Elevaste demasiado las expectativas, hermana —murmura Megumi a mi lado—, más vale que sea guapo.