Crossfire

192 11 8
                                    


—Ahora quisiera que tú hicieras algo por mí, dijo Abel con los ojos cerrados. Su pecho subía y bajaba de forma calmada mientras yo envidiaba toda esa paz. Sequé el par de lágrimas en mis ojos e intenté contestar con voz normal, al tiempo en que Don't dream is over de Crowded House se aproximaba al coro y hacía menos incódomo todo ese silencio.

—Claro, ¿qué necesitas?

—Nada de lo que hice allá afuera me haría sentir más ganador que un abrazo tuyo para terminar esta noche.

La seguridad en sus palabras y esa sonrisa coqueta me tenían al borde del llanto otra vez. Tan solo pude sonreír y de apoco, me arrimé hasta su costado y pasé un brazo por sobre su torso.

—Fuck you, Abel... espero que Sal no me despida por meterte en este lío, dije sollozando finalmente.

—Prométeme que te alejarás de una vez por todas de los albaneses, dijo con dolor mientras acomodé mi cabeza en su pecho.

En la tranquilidad de la noche, sólo pude pensar en lo que había sucedido hace unas horas. Ni aquellos temas de hace 40 años podían acallar mis pensamientos al recordar los gritos, insultos y el miedo que sentí cuando esos hombres golpeaban a Abel. Cada vez que cerraba mis ojos volvía a repasar

—Por favor, ya duérmete. Tus lagrimas me están mojando.

—Es la emoción de tener a The Weeknd en mi cama, eso es todo, atiné a responder. Abel rio fuerte, y yo también lo hice. Después de unos segundos más de silencio sentí el brazo que estaba aplastando sobre mi hombro. Sabía que no intentaría nada, que entre nosotros nunca habría algo, que esa noche ninguno de los dos quería estar solo y después de lo que había pasado, solo queríamos algo de compañía y complicidad.

Después de que las cosas en Colonia terminaran tal cual lo habíamos planificado, decidimos prolongar nuestra estadía en el país germano por unos días más para poder disfrutar del Oktoberfest. Viajamos hasta Múnich con el mejor de los ánimos para terminar nuestro tour y celebrar. Recuerdo los buenos momentos en el avión cuando todos se creían detectives.

—El asunto es que ambos no estuvieron en la fiesta, ambos intentan esconder el cansancio y las ojeras detrás de mucho maquillaje y gafas oscuras, ambos evitan el tema y solo sonríen, y ninguno de los dos tiene una coartada... ¿Por qué no quieren reconocerlo?, dijo Belly enumerando razones e hipótesis. Sal y Abel lo escuchaban fascinado, mientras que yo intentaba volver a concentrarme en la lectura de la revista que nos habían pasado en el avión.

—Muy bien, Sherlock... es verdad, dijo Abel de pronto. —Estuvimos juntos y casi no dormidos.

Mientras se comenzaba a formar una bulla, fijé la mirada intensamente en Abel, apenas creyendo lo que había dicho. Decidí seguirle el juego y contesté:

—He tenido noches mejores, pero lo cierto es que estuvimos juntos hasta el amanecer. Supongo que fingir lo contrario ya no tiene sentido, ¿verdad Abel?

—Claro... lo cierto, es que esta señorita tiene una lengua increíble. No dejó de moverla en toda la noche, hermano.

Ese fue el límite. La revista voló hasta golpearle el pecho y entre gritos, risas y amenazas le obligué a confesar que sólo nos quedamos conversando hasta la madrugada.

Lo cierto es que Abel salvó mi trasero cuando me topé con ese albano que me pidió ayuda para llegar hasta su hotel, supuestamente. No descubrí sus verdaderas intenciones a tiempo y después de que había metido su mano en el bolsillo de mi chaqueta para registrarla supe que de ahí en adelante nada bueno vendría. Me defendí dándole un fuerte golpe en las orejas con ambas manos, con el fin de aturdirlo y luego pegarle en la entrepierna. Me había dicho que eso funcionaba y, en efecto, lo hizo. Pero no contaba con que el sujeto estaba acompañado por dos tipos más, los cuales después de haber corrido unos metros, me tenían acorralada. El más alto y corpulento de ellos gritó algunas cosas en su idioma y ordenó que los otros dos me sujetaran. Mi desesperación era tal, porque ya sabía que no tendría escapatoria.

Hubiese dado lo que sea por ver cuando Abel golpeó en la espalda a ese tipo con una piedra, pero estaba tan asustada que cerré los ojos fuertemente pensando que ya no tendría salida.

Sí vi cuando golpeó a uno de los tipos que me tenía sujeta. Y por primera vez pensé en lo útil que sería usar muchos anillos como los que él tenía puesto esa noche.

Después de zafar de ellos, salimos corriendo de ahí hasta llegar a un lugar más céntrico que tuviera más personas para perderlos de vista. Corrimos cuadras y cuadras sin parar, metiéndonos por callejuelas y pasajes, cruzando un par de calles mientras los autos venían. Hasta que pronto reconocí el lugar y el hotel en donde me alojaba. 

Corrimos por la recepción hotel y arreglamos la entrada de Abel con un dinero extra, el cual nos aseguraría que él permanecería en anonimato. 

Solo cuando estuvimos en el ascensor y tratábamos de controlar nuestra respiración, pudimos percatarnos de lo sucios que estábamos, de los golpes que Abel había recibido y de la sangre en nuestra ropa y manos.

Solo cuando estuvimos en el ascensor y tratábamos de controlar nuestra respiración, pudimos percatarnos de lo sucios que estábamos, de los golpes que Abel había recibido y de la sangre en nuestra ropa y manos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Jesus fuck!, fue todo lo que dije cuando recuperé el aliento.

Abel miró se miró en el espejo y no dejaba de reír maniáticamente. Dichoso de estar vivo, supongo.  


Las puertas se abrieron y caminamos hacia mi habitación. 


To be continued

BAbel (The Weeknd fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora