Capitulo 20

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La emoción recorría los jóvenes cuerpos de sus compañeros, Hermione misma estaba teniendo problemas para controlarse a sí misma, pero era inevitable. Hoy tendrían su primera lección con Harry, hoy por fin pondrían en uso las asombrosas instalaciones que Sirius y Remus han creado para ellos.

Hermione observó con impaciencia el reloj en su muñeca.

6:58 anunció el reloj.

A las 7 en punto Harry retiraría el bloqueo del baúl y les permitiría entrar a la base. Enérgicamente, Hermione se puso de pie y se alejo de la comodidad que el sofá frente a la chimenea le proporciona, camino hacia las escaleras fingiendo dirigirse hacía su dormitorio. Fue seguida por unos cuantos más, solo aquellos que sabían a dónde se dirige.

Siendo tan discretos como un grupo de emocionados y jóvenes Gryffindors puede ser, trataron de no llamar demasiado la atención, fingieron dirigirse a sus propios dormitorios. Antes de llegar al pasillo que divide el dormitorio de las chicas y los chicos, se desviaron un poco y se dirigieron al baúl que se oculta detrás de una gran y pesada cortina de color rojo.

Uno a uno comenzaron a entrar al baúl mientras Hermione, Ron y los gemelos montaban guardia, asegurándose de que nadie se diera cuenta de que, técnicamente, estaban abandonado la escuela. Hermione sonrió satisfecha cuando todos entraron, sé sentía responsable de salvaguardar la seguridad y secreto lo que estaban haciendo. Por esta misma razón y a pesar de que había deseado entrar antes que nadie, Hermione se quedó hasta atrás, siendo la última en entrar y la encargada de cerrar. Aunque tampoco es como si eso importará, Harry, Sirius y Remus se habían asegurado de que nadie pudiera entrar si no era el mismo Harry quien les compartió la información.

Una vez más, la castaña no pudo evitar maravillarse por el lugar que sería su nuevo "salón" de clases.

Apresurada, camino por las diferentes áreas, mirando todo, asegurándose de que todo era como debia ser. Se detuvo cuando llegó al lado de Ron. Sorprendida, noto los cojines y almohadas que estaban esparcidas por el suelo, formando un medio círculo, permitiendo a todos ver correctamente la silueta de Harry oculta entre las sombras.

Tomo asiento y espero con impaciencia a qué sus compañeros de otras Casas se unieran a ellos. La espera no fue muy larga, gracias a Merlin, todos parecían igual de emocionados que ella, pero si era por aprender algo nuevo o por estar haciendo algo "ilegal", Hermione no lo sabía, tal vez era un poco de ambos.

—Las Artes Mágicas, —dijo Harry. Cortando cualquier conversación que pudieran estar teniendo—, son muchas, variadas, siempre cambiantes y eternas. Pero sobre todo incomprendidas.

La voz engañosamente suave de Harry era hipnotizante, te atrapa y envuelve con cada palabra como si intentase atraerlos, pero, al mismo tiempo, les advertía que mantuvieran su distancia, pues, una vez que cayeran en la trampa nunca serían libres. Hermione, igual que algunos más, tuvo la imperiosa necesidad de huir, era como si una voz le susurrasé al oído »Esta es tu última oportunidad de alejarte, vete ahora, no habrá rencor, pero tampoco podrás volver«. La chica de cabello tupido no se movió, había aceptado hace cuatro años los peligros de ser la mejor amiga de Harry Potter.

—Son poderosas e indómitas, pelear con ellas es como enfrentarse a una Hydra de Lerna; cortale una cabeza y le crecerán dos más feroces e inteligentes que la anterior. No importa si son Oscuras o Ligeras, excede su uso y obtendrás una adicción. Tu magia te controlará y te consumirá hasta la muerte. La única diferencia entre ambas adicciones, es que hacerte adicto a la magia oscura te llevará a la locura, en cambio la magia ligera te matará poco a poco, sin que te des cuenta, acortando tus años de vida. Y, sin embargo, son perfectas —comentó Harry. Sin salir completamente de las sombras, se acercó un poco más hacía ellos.

Hijo de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora