La sangre huyó de su rostro y el gran apetito que había tenido hace unos segundos se había esfumado, la bilis en su estómago amenazaba con hacerle devolver lo poco que ha alcanzado a consumir antes de ver la mano negra y putrefacta de Dumbledore.
No era posible, de ninguna manera podía estar pasando esto, la piedra de la Resurrección está en su poder lo que quiere decir que Albus no pudo poner sus codiciosas garras sobre el valioso artefacto, pero, si ese es el caso... ¿porque está maldito otra vez?
Sin mostrar nada de sus confusos y tormentosos pensamientos, Harry hizo a un lado su plato y se levantó con elegancia y calma de su asiento.— Disculpen, he perdido el apetito.— Dijo con tanta tranquilidad como fue capaz de reunir y se marchó sin responder a la voz aguda de Hermione que no paraba de llamarle y sin hacer caso al comentario de Ron. No tenía tiempo ni paciencia para sus amigos, no en este momento, era más urgente hablar con su madre Yue.
— Yo siempre he querido decir eso, pero yo no pierdo el apetito por nada, ni siquiera cuando estoy triste o tengo el orgullo herido.— Comento Ron de forma distraída, arrancando risas divertidas de todos a su alrededor y una mirada asesina de parte de Hermione.
— Tenemos que ver qué es lo que sucede, vamos tras él.— ordeno la castaña a punto de ponerse en pie.
— No — dijo Ronald con firmeza y sin hacer el más mínimo intento de seguir a su mejor amigo.
— Viste como se puso de pálido, es obvio que algo sucede, tenemos que...
— No, Hermione, no tenemos que hacer nada. — Ron dejo la comida por un instante, solo para mirar detenida y seriamente a la castaña.— Hay cosas en las que no podemos intervenir, Hermy, Harry es un Lord y no podemos intervenir en sus asuntos. No a menos que él explícitamente nos diga que está bien o nos pida ayuda.
Hermione abrió la boca con toda la intención de protestar pero la cerro cuando vio a Neville y a los Gemelos asentir, respaldando lo antes dicho por Ron, regreso a su lugar quejandose muy molesta. Ella solo quiere asegurarse de que Harry no esté en problemas o se sienta mal, pues, definitivamente no es normal que alguien que estaba perfectamente alegre y saludablemente hambriento haya cambiado de opinión de un segundo a otro. Alguien o algo habían provocado ese cambio en el comportamiento de su amigo... y ella iba a descubrir de que se trata.
Hermione siguió desayunando sin prestar atención a la animada conversación que mantenían sus compañeros a su alrededor y agradeció infinitamente que fuese fin de semana porque no tenía cabeza para otra cosa que no fuera el Gran y Complicado rompecabezas en el que se ha convertido su mejor amigo, su hermano menor. Sea lo que sea que perturba a Harry ella se aseguraría de estar siempre para él, sin importar si eso le costaba la vida.
La castaña siguió haciendo planes para descubrir lo que oculta su amigo, tratando de convencerse a sí misma de que lo hace para proteger a Harry y no porque tuviera miedo de perder a su primer y mejor amigo, se dijo a sí misma que no le dolía la nueva independencia de Harry y no le afecta ser excluida de los planes de Harry.
Hermione no se dió cuenta o no quiso aceptar que en realidad lo que la estaba instando a comportarse de esa manera era su miedo a quedarse sola y sin amigos, justo como había sido durante toda su niñez y los primeros meses de su estadía en Hogwarts.
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— ¡Madre! — llamo Harry casi con histeria, se paseo en círculos sobre la alfombra de color crema que había aparecido cubriendo los pisos de la Sala de Menesteres. — ¡Madre! — repitió Harry, apenas resistiendo el impulso de jalar sus pintos mechones de cabello. — Lady Yue, por favor necesito preguntarle algo.
— Harry, pequeño, ¿Qué es lo que te tiene tan alterado?— pregunto la hermosa dama tan pronto cómo se hizo presente. Pidió a la Sala un confortable sofá de dos plazas e hizo señas para indicarle a Harry que se sentará a su lado, o terminaría mareada sí lo deja seguir caminando para todos lados.
— ¡Por favor! — suplico él— por favor, mi Lady, saque me de este martirio y dígame que Dumbledore consiguió esa maldición en otra forma — tomo las delicadas manos de la deidad entre las suyas con desesperación— no creo tener la habilidad para lidiar con otro artefacto igual de poderoso y peligroso. ¡Ni siquiera sé si puedo con los que ya tengo!
— Harry, cariño, necesito que respires profundamente y hables más despacio. — pidió la deidad con diversión apenas oculta.
— Madre, me estoy volviendo loco. Acabo de ver a Dumbledore con la mano débil y marchita, igual a como le quedó después que encontro el anillo y trató de usarlo. — Explico Harry, tan calmado como le fue posible.
Lady Yue sonrió de manera encantadora al darse cuenta de que esta es la primera vez que Harry se refiere a ella como su madre, antes, Harry solo se habia referido a ella como "Mi Lady" o "Lady Yue", un sentimiento cálido y desconocido se abrió paso dentro de sí y la instó a envolver en sus brazos al menor.
— Tranquilo, Pequeño, ese anillo es inofensivo. Es un objeto común y corriente, lo único que tenía de especial era el trozo de alma que Tom había encerrado en el. — dijo la Deidad con voz calmada mientras daba suaves y relajantes caricias en la espalda y cabello de su hijo. La hermosa mujer sonrió cuando escucho a Harry suspirar aliviado, y dejo que un cómodo silencio se instalará en la cómoda habitación que la Sala de Menesteres les a proporcionado. Madre e hijo disfrutaron del pequeño e íntimo momento que estaban teniendo, ambos muy felices de hacer algo que antes no habían podido hacer; Harry se dejó apapachar por primera vez desde que tiene memoria y Yue disfruto de poder dar su cariño a alguien más que no fuese su amada pareja, Lady Zoe.
—La historia tiene los ojos puestos en ti. Cuida lo que dices y haces, porque dos poderosos magos te quieren muerto, por razones distintas pero por la misma causa; ambos quieren obtener la ventaja en esta guerra. — Murmuró la Muerte a un adolescente semi-inconciente, repartiendo gentiles caricias al rostro y cabello de Harry, teniendo cuidado de no despertarlo pero asegurándose de ser escuchada.
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Una semana, solo una semana y sería libre, ya no tendría que limpiar y fregar calderos, una semana más y su actual martirio habría acabado. Levantó la mirada y se encontró con los profundos y penetrantes ojos de Severus. Ambos magos se sostuvieron la mirada y retaron al otro a apartarla o, en su defecto, a decir lo que tenía que decir.
Al final fue Snape quien aparto la mirada de los ojos color esmeralda, sintiéndose abrumado por la intensidad de los mismos, intento decir algo, lo que sea con tal de romper el incómodo silencio que se formaba cada vez que ambos se quedaban a solas en el laboratorio. Pero su lengua se sentía pesada y algo obstruía su garganta, al final no fue capaz de decir nada y se resigno a perder otra vez la oportunidad de disculparse con Pott.. Harry por su horrible comportamiento.
— Lo siento, Profesor— susurro Harry en voz tan baja que Snape se pregunto a en verdad había escuchado algo o si solo lo había imaginado — No fue mi intención mostrarle ese horrible recuerdo — agregó Harry con voz un poco más fuerte.
Severus quiso hablar, decir algo, lo que sea, pero antes de que pudiera hacerlo Harry se marchó y lo dejo solo. Siendo atormentado por su conciencia y perdido en el doloroso recuerdo del brutal asesinato de su única amiga de la infancia. Se prometió a sí mismo que en la siguiente detención hablaría claro y tendido con el adolescente.
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¡Les traigo un nuevo cap, espero que les guste y lo disfruten!
¿Qué tal les pareció la convivencia entre Lady Yue y Harry?
Por favor, recuerden que estoy pendeja y aparte tengo dislexia, así que si ven un error marque lo en los comentarios para que pueda corregirlo.
¡Gracias por leer!
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Hijo de la Muerte
FanficHarry demostró ser digno de las Reliquias de la Muerte, convirtiéndose en el Amo de la Muerte pero también en el hijo de la misma. Y es gracias a ella, la Muerte, que Harry tiene la oportunidad volver a su quinto grado y escribir su propio destino...