Capítulo 8

6.2K 449 3
                                    

Simplemente me limité a asentir y a esbozar mi mejor sonrisa de agradecimiento. Me dieron el dinero en metálico (petición mía) y salí corriendo del local para hacer mi baile de la victoria. Lo que pasa es que lo hice delante de los cristales de la tienda que dan a la calle. Y Óscar y Mason me vieron y se empezaron a reir. Los saludé alegremente con la mano y luego salí de allí por patas. No quería volver al instituto así que decidí ir a alguna inmobiliaria a buscar pisos de alquiler compartidos. Que? Soy más social de lo que parezco! Entré empujando con brusquedad la puerta y sobresalté al joven que allí estaba durmiendo. Debería de tener alrededor de veinte años o así... Me acerqué a él y el joven se levantó de un salto y me lanzó una mirada coqueta que yo ignoré. Lo miré simulando estar aburrida para no parecer desesperada. Estaba bien bueno.

- Hola, en que puedo ayudarte, hermosa?- me dijo en tono coqueto. Y la jodió.

Levanté una ceja en su dirección mientras lo miraba con cara de te acabo de pillar durmiendo en el trabajo, chato. Y él no se daba por aludido y me repasaba de arriba a abajo descaradamente. Rodé los ojos y cuando se detuvo más de la cuenta en mis pechos hablé.

- Hey, guapo, mis ojos están aquí y... Venía buscando alquilar un piso compartido.

- Okey. Espera un momento.

Él desapareció un momento en la trastienda y luego volvió con un montón de papeles en la mano. Entre ambos los examinamos todos hasta que vi uno de seis habitaciones, tres baños, una cocina, salón y un pequeño comedor. Un duplex perfecto y solo costaba la mitad de mi sueldo. Le indiqué a Jason (era el nombre que ponía en su placa) que me diese el numero de telefono y así lo hizo. Salí del establecimiento tras un me das tu número? Por parte del veinteañero. Vagueé por las calles bajo el sol hasta que decidí ir a la playa. Fui andando hasta mi habitación y entré por la ventana. Cogí las llaves de la moto y conduje hasta la playa más cercana. Había metido en una bolsa un bikini y una toalla, así que me los puse en el baño de un bar y me tumbé al sol durante diez minutos hasta que me aburrí de estar achicharrándome. Empecé a cubrir mis piernas de la suave y blanquecina arena hasta que me cubrió la cintura. Tenía medio cuerpo enterrado y justo sonó mi móvil. Me estiré lo máximo posible sin desenterrarme y leí el nombre de Oliver en el identificador de llamadas. Puse los ojos en blanco y decidi no contestar. Me puse mis gafas de sol polarizadas y marqué el número del dueño del piso. COntestó al quinto tono.

- Si?- era una voz maculina.

- Hola, llamaba por lo del alquiler del piso...
- Ah, hola! Te gustaría verlo? Cuando? Hoy? Mañana?

Suspiré y cerré los ojos para tratar de no lanzar el teléfono al mar. No sería la primera vez que lo hiciese.

- Hoy, estaría bien.
- Ahora mismo? Yo no estoy en casa,  pero otro de los cinco que vivimos allí si que está.
- De acuerdo, estoy allá en quince minutos, por cierto... Me llamo Camille, y... Soy facilmente reconocible.
- Eh? Como que...?
- Adiós!!

Y colgué rapidamente antes de tener que responder a otra pregunta. Con mucha pereza me desenterré y mientras pensaba en la conversación de teléfono, doblé la toalla y la metí en la bolsa junto con mi teléfono. No me apetecía cambiarme así que me limité a ponerme una camiseta de tirantes y unos pantalones cortos por encima del bikini. Un segundo... Los otros cinco chicos, habia dicho el interlocutor? Esperaba que por lo menos alguno de ellos estuviera bueno...

Me subí a mi moto y partí hacia el infinito y más allá!! Nah, cuatro manzanas al sur de donde me encontraba.
Una vez delante de la puerta del duplex...

Llamé al timbre una vez. Nadie abrió. Miré la hora. 10:35 a.m. Volví a llamar. Escuché un ruido seco. Volví a llamar. Pasos apresurados. Volví a llamar. Gruñidos mañaneros. Volví a llamar. Palabrotas procedentes de una voz masculina. Volví a llamar. Más palabrotas. Volví a llam...

- Tocas otra vez ese timbre y te rebano los pocos sesos que tienes.

La pierta se abrió de pronto frente a mi. Un torso bien trabajado y lleno de tatuajes me impedía ver el interior de la casa. Subí la mirada lentamente, deleitandome con la vista hasta llegar a unos familiares ojos azules. Levanté una ceja con incredulidad.

- Eso le vas a hacer a tu pequeña?

Él abrió sus ojos al máximo y me observó de arriba a abajo.

- Ca... Camille?

- Si, y ahora aparta cabrón, que me dejaste abandonada en aquel bar con dos tios borrachos como cubas.- le reproché con fingido enfado. Él palideció.

- Oh vamos Carter, no pensará que te guardo rencor por irte y no volver a aparecer en cuatro años, no?- le pregunté mientras lo apartaba de un suave empujón y me introducía en el maravilloso dúplex. Él cerró la puerta todavía en shock.

- Qué... Qué haces aquí?- preguntó confuso. Me puse una mano en el pecho en gesto dramático.

- Tu compañero de piso no te dijo que venía una chica llamada Camille a ver el piso?

- Si...

- Bueno, pues esa Camille soy yo aunque reconozco que no sabía que tú vivieras aquí...- dije frotándome la barbilla para darme un aire pensativo.- Y ahora que lo se... Creo que me enamoré del piso!!- medio grité al ver el balcón del salón. Corrí hacia él y me senté en la gruesa barandilla de hormigón. Carter corrió tras de mi, pensando que me caería, pero lo detuvo mi risa. Miré hacia el horizonte.

- Carter, ya no soy la niña pequeña de antes. Ya no soy delicada como una flor ni inocente... Bueno, ya no era inocente de aquel entonces.- me autocorregí entre risas. Él se unió a mis carcajadas al recordar los tiempos de hacía cuatro años, que en aquel momento tan lejos me quedaban.

- Me alegra que sea así y me alegro de verte.

- Yo también.- le dije sincera.- Por cierto, he encontrado a mi hermano gemelo perdido al nacer.- le dije riendo de nuevo.

- Hermano gemelo perdido al nacer?- me preguntó confundido.

- Nacidos en distintos días y de distintas madres pero igual de capullos e ineptos.- dije añadiendo una pequeña risita divertida.- Se llama Oliver. Tengo que presentártelo.- le dije con una sonrisa cariñosa.

- Pero... Estais saliendo?

- Oh no, por favor!! Sería para ambos como incesto o algo así!!

- Bueno, tenía que preguntar... Y... Vas a alquilar el piso con nosotros?

- Zip.

- Bien. De los cinco que faltan, dos llegarán en media hora o así y los otros tres tras las clases. Hablando de clases... No tendrías que estar allí?- me preguntó con una pizca de reproche. Me trataba como un padre. Desde siempre.

Solté una risita que pretendía parecer inocente.- Sip.

Problemas, ¿por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora