Maratón 4/4

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POV. Camille

Los tres hombres que me acompañaban rodaron los ojos a la vez, cosa que me causó bastante gracia. La muñeca, el labio, la ceja y el brazo me dolían como el infierno, pero prefería reirme en vez de llorar. La enfermera que había traido hasta la habitación a Caleb entró con dos jeringuillas. Mi amigo palideció notablemente y casi pude ver cómo temblaba. Lo observé cln curiosidad mientras pasaba de un tono blanquecino a otro verdoso.
- Doctor, creo que Caleb esta a punto de vomitar.- comenté con despreocupación. Mi doctor me observó con el ceño fruncido antes de dirigir su mirada a Caleb. Su ceño se relajó y le dio unas palmadas alentadoras en la espalda a mi amigo.
- Venga hombre, solo es un pinchacito de nada.- exclamó un poco preocupado porque el chico no hablase. Él asintió de forma distrída y yo me levanté de la camilla con una mueca de dolor que Robert no pasó por alto.
- Te duele algo más?- me preguntó nervioso. En cuanto me había despertado del desmayo, les había echado la bronca a todos los médicos por toquetearme todo el cuerpo sin mi permiso. Lo se, estupido porque es su trabajo, pero me acababa de despertar tras un fuerte golpe en la cabeza, que esperabais?
- Si, me duele horrores el costado.- dije en un quejido. El doctor se acercó apresuradamente y yo me levanté la camiseta hasta poco más abajo del borde de mi sujetador, desvelando un gran cardenal morado que me recorría todo el lateral derecho del cuerpo. Hice una mueca de dolor al sentir los fríos dedos del doctor palpar mi sensible piel.
- Bueno, creo que tienes además al menos una costilla rota. Tendremos que hacerte una radiografía...
Asentí y luego miré cln atención a mi amigo, el cual empezaba a recuperar algo del color de a cara. Le sonreí tranquilizadoramente y la enfermera nos conectó a ambos con un tubo finito y transparente. Hizo una cosa rara y la sangre comenzó a fluir del cuerpo de mi amigo al mio a una velocidad vertiginosa. Observé cln fascinación cómo la viscosa sustancia recorría el trozo de plástico antes de perderse en mi interior. Caleb palideció un poco cuando vio que yo estaba tan fascinada en el proceso y procuré no mirar para no hacer que mi amigo vomitase. Una vez le hube robado la suficiente sangre a Caleb, la enfermera nos desconectó y sentí un leve dolor cuando me sacó la aguja de la carne. Hice un puchero al ver que Caleb se marchaba detrás de la enfermera. Él me ofreció una sonrisa comprensiva antes de desaparecer tras las puertas de metal. El doctor y Robert me ayudaron a bajar del todo de la incómoda camilla y me llevaron por diversas salas para hacerme una radiografía y no sé qué más. Puse los ojos en blanco al ver cómo el enfermero me observaba. Él se sonrojó un poco antes de apartar la mirada, incómodo. El doctor rió y yo sonreí con timidez. Aquel señor imponía e intimidaba un poco gracias a su larga barba blanca, sus profundos y severos ojos negros y sus incipientes arrugas alrededor de las comisuras de los labios y los ojos. Entramos en otra sala y el doctor me enseñó una fotografía en blanco y negro de mis huesos. Señaló un punto en una de mis costillas.
- Ves ese espacio en negro? Significa que está fracturada, lo que confirma mis sospechas. Tienes dos costillas rotas. Te pondremos un vendaje y te quedarás esta noche en una habitación en observación. Te duele mucho?
- El que?- le pregunté con el ceño fruncido. Me dolían muchas partes del cuerpo.
- El cuerpo.
- Me duele todo, doc.- le dije con expresión de cansancio absoluto. Entonces una idea surgió en mi mente que me hizo sonreir ampliamente.
- Voy a poder ver a mis amigos?
- Claro. Robert, llévala a la habitación 22 y dile a Marta que avise a sus amigos para que la vayan a ver.- le dijo con una sonrisa radiante al enfermero. Éste salió a paso rápido de la habitación tras un asentimiento y el doctor me acompañó a paso tranquilo hasta la habitación citada.
- Bueno, te acabo de enchufar a una máquina de suero para que no te duela tanto el cuerpo, lo malo es que va a provocar que te entre el sueño.- comentó tras conectarme a un gotero mediante vía intravenosa. Yo asentí y le dediquėé mi sonrisa más radiante.
- Gracias, doc.
- Es mi trabajo.- me respondió con una sonrisa idéntica. Él iba a añadir algo más cuando el descerebrado de Oliver irrumpió en la habitación como un elefante en una cacharrería. Puse los ojos en blanco y él al verme con vida, puso una cara de alivio digna de fotografiar, cosa que Kathia hizo con gusto, como si me hubiese leido el pensamiento. Les guiñé un ojo a ambos y mi mejor amigo corrió a abrazarme tan fuerte que pensé que me partiría en dos.
- Hey, relaja fiera, que me vas a matar tú en vez de la moto.- le dije con diversión mezclada con una risita atontada gracias a efecto drogador del suero. Oliver me observó con incredulidad antes de reir junto a Kath.
- Parece que estâs colocada!- exclamó ella con diversión evidente.
- Ja, ja, ja, muy graciosa. Es que estoy drogada, duh. Oye, es normal que encima de la tele haya un pandicornio con tutú rosa bailando ballet?- les pregunté mientras observaba con fascinación cómo el animalillo bailaba. Ellos me miraron como si estuviera loca de remate.
- Vaya, no sabía que los calmantes fueran tan fuertes...- comentó Oliver con preocupación. Kathia se encogió de hombros, y por unos instantes vi en ella la cara de Cruella de Vil, la de 101 dálmatas. Me empecé a reir como una maniática de tal forma que hasta yo misma me asusté. En un breve momento de cordura, me dio tiempo a comentar completamente escandalizada antes de caer dormida profundamente.
- Joder, se ma va la olla. Me doy miedo.- y me dormí de golpe.

Problemas, ¿por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora