Capítulo 28

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POV. Camille

Me quedé muy quieta y la respiración se me cortó. Las palabras se quedaron atascadas en mi garganta con el nudo que se me había formado.
- Que quieres decir?- conseguí articular mientras observaba fijamente cómo César se sentaba en el sillón de al lado de mi cama. Se le veía agotado tanto física como psicológicamente pero yo necesitaba saber de qué coño estaba hablando.
- César...- le pretendía advertir con voz autoritaria al ver que no hablaba pero me tembló la voz. Me maldije a mi misma internamente. El rubio teñido pareció despertar de su mundo privado y me miró con los ojos perdidos aún en ese mundo.
- Cé...
- Ya te he oído la primera vez, solo que no entiendo tu pregunta.- declaró con la voz ronca y una mirada inexpresiva clavada en la pared de detrás de mi.
- Qué quieres decir con que tu padre mató a los míos? Y con que solo pudiste salvarme a mi?- le bombardeé con las preguntas que me rondaban en la cabeza. Él se cogió la suya entre las manos y yo por primera vez en la vida me quedé callada y sin hacer ningún comentario sarcástico a la espera de una respuesta.
- Uff... A ver... Cómo te lo digo?- se preguntó a si mismo en tono sarcástico. Me miró con repugnancia hacia sus recuerdos mientras iba hablando con desprecio hacia la nada.- Mi padre era un asesino. Mató a mi madre cuando era pequeño y se metió en la mafia o no se qué mierdas de esas. Tampoco sé que tenían que ver tus padres en eso, solo se que Richard (mi padre) estaba enfadado con ellos y me obligó a ir con él el día que los mató.- el teñido tragó saliva con fuerza mientras su mirada se perdía de nuevo en bahúl de los recuerdos.- Les metió una bala en el pecho a cada uno y yo no pude intervenir. También quería matarte a ti y lo habría hecho de no ser porque te metí en aquel callejón mientras él salía en tu busca.
- Tú eres el chico de los ojos verdes...- murmuré alucinada mientras me perdía por segunda vez en la vida en el verde de sus ojos. César esbozó una triste sonrisa.
- Si. Pero no creo que mi padre se vaya a dar por vencido. Yo me escapé de casa con doce años y anduve viajando por el mundo. Luego coincidimos de nuevo en la tienda de tatuajes y no te reconocí. Habías cambiado mucho. Y ahora, de nuevo. Yo siento no haber podido salvar a tus padres pero por...- mi amigo se quedó mudo al ver cómo yo estaba hecha un mar de lágrimas.
- Por qué?- le pregunté en un sollozo apenas inteligible.
- Por qué...?- me preguntó confuso, incitándome a continuar la pregunta.
- Por qué a mi y no a ellos?- le pregunté con el corazón destrozado.- Por que me salvaste a mi y no a ellos? Habría preferido mil veces morir yo antes que ellos.- le confesé. Su cara era un poema. Supongo que esperaba que yo me pusiese a gritarle por haber sido espectador en la muerte de mis padres sin intervenir pero lo que realmente me jodía era que prefería que Richard me hubiese matado a mi antes que a mis padres.
- Porque era un niño, y para cuando me di cuenta de que no estaba bien matar a personas, ellos ya estaban muertos. Sólo podía salvarte a ti...- susurró él a la vez que se le llenaban los ojos de lágrimas sin derramar. Se acercó a mi para intentar secarme las lágrimas de la cara pero su mano cayó con pesadez a su costado cuando yo rechacé su tacto. Esbozó una triste sonrisa de nuevo antes de coger su sudadera del respaldo del sillón y dirigirse a la puerta. Yo seguía llorando en silencio. Antes de atravesar la puerta, se giró en mi dirección y habló con la voz algo ronca.
- No me volverás a ver, no te preocupes, pero ten cuidado, creo que Richard va a ir a por t pronto.- me advirtió con cansancio antes de desaparecer tal vez para siempre. Me sentía rota, cansada pero sobretodo dolida. Por qué me había afectado tanto una simple frase más que toda la confesión? Más incluso que el echo de que él estuvo presente en la muerte de mis padres? Una simple frase: "No me volverás a ver", había hecho que mi pecho estallase en pedacitos. Por qué coño me dolía tanto? "El amor, Camille, es algo doloroso. Tan solo cuando pierdas algo te darás cuenta de cuánto lo quieres realmente". Recordé unas palabras que mi madre me había dicho cuando se murió mi primer y único perro. Cuánta razón tenía mi madre! Me empecé a estresar y me faltaba el aire. Doblé mi cuerpo hacia delante en busca de una posición en la que el aire pudiese acceder a mis pulmones. No era la primera vez que me daba un ataque de pánico. Sentí vagamente cómo una enfermera trataba de tumbarme de nuevo en la cama y prácticamente me gritaba al oído que me calmase. Claro, como que gritándome iba a conseguir que me calmase... Tan solo el pensamiento de que él se había ido me invadía la mente, impidiéndome respirar hasta el punto de que me desmayé por falta de oxígeno.

Problemas, ¿por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora