Capítulo 14

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En cuanto sonó el timbre ambas abandonamos la clase en una exalación. Nos dirigimos a toda prisa por los pasillos hasta llegar al pasillo de las taquillas, donde dejamos nuestros útiles de clase y salimos disparadas hacia el aparcamiento. Durante la clase habíamos estado hablando ambas con Oliver y entre los dos logramos que no pensase en su padre, pero ahora que caminábamos en silencio, pude ver cómo de todo su cuerpo emanaba el típico mensage de "estoy sumida en unos pensamientos muy depresivos, por favor déjame autocompadecerme" así que me limité a caminar a su lado en silencio. En un momento de distracción del profesor, le había pasado una nota a Oliver explicándole la situación. Él me contestó que se encargaba de cubrirnos. Bueno, a Kathia porque yo...

- Te llevo en mi moto o vamos cada una en la suya?- le pregunté una vez en el aparcamiento. Ella me miro sin ninguna expresión en la cara durante unos instantes antes de contestarme con un hilo de voz.

- Las dos en la tuya, por favor, no creo que cuando volvamos sea capaz de conducir...

Yo asentí, de acuerdo, y me subí a mi bb en un ágil movimiento. Se notaba que Kathia había montado en muchas motos, porque a pesar de su pequeña estatura, se subió con la misma facilidad que yo en el asiento trasero. Se agarró fuertemente a mi cintura y yo hice rugir el motor. Ella tenía apoyada su cabeza en mi espalda, por lo que pude sentir su sonrisa. Sonreí yo también y arrancamos a toda velocidad.

- Dónde tengo que ir?- le pregunté en un grito para hacerme oír por encima del viento.

- A la comisaría de la siguiente calle!- me gritó ella en respuesta. Hice un gesto de asentimiento y aceleré hasta llegar a una curva, donde con un derrape me interné en la calle correspondiente. Frené poco a poco a medida que nos íbamos acercando a la oficina de policía. Una vez en la puerta, apagué el motor y esperé a que mi reciente amiga bajara para bajar yo también. Vi como ella se sentía intimidada por la altura del edificio así que para intentar tranquilizarla le pasé un brazo por lo hombros en un ademán protector y ella me lo agradeció con una pequeñísima sonrisa, casi imperceptible en sus labios. Respiró hondo y yo esperé a que ella estuviese lista para atravesar las enromes puertas de cristal. Según entramos, el bullicio propio de una oficina se hizo presente y una chica rubia que estaba tras un mostrador nos dedicó una mirada extraña. Nos acercamos y su ceño se frunció. Kathia a mi lado se había quedado petrificada, por lo que le di un pequeño empujón y ella comenzó a tartamudear.

- Yo... E-esto s-s-soy Kathia Conners, mi p-padre tuvo un accidente de tráfico y me dijeron que tenía que venir a identificar el... A identificar el cad...

El rostro de la rubia se suavizó notablemente y yo puse una mueca de desagrado. Ella tomó la sabia decisión de ignorarme.

- Claro, ven por aquí.- le dijo ofreciéndole la mano. Mi amiga la cogió con un poco de timidez y la rubia le dio una sonrisa tranquilizadora. Puse los ojos en blanco y fui tras ellas hasta que la señorita rubia se detuvo abruptamente y me miró con el ceño fruncido de nuevo.

- Usted no puede entrar, solo ella para identificar el cadaver.

A Kathia se le puso la carne de gallina y hasta yo, que me encontraba a unos metros de distancia, pude verlo. Kathia me miró suplicante para que no la dejase sola. Yo miré de nuevo a la rubia con el ceño fruncido y levanté una ceja.

- Y quien me lo va a impedir, tu?- dije escéptica. Ella fue a replicar pero la acallé con un gesto de la mano.- Ella es mi amiga, y voy a acompañarle a comprobar que el fiambre que teneis ahí dentro es el de su padre porque cuando lo vea, si es su padre, se va a poner a llorar o sabe dios que va a hacer asi que usted debería ser la que no entrase ahí por su propia seguridad.- le espeté con voz gélida y firme sin poner ninguna expresión en mi rostro. Ella gruñó con desesperación pero no añadió nada más cuando las seguí por los pasillos. Kathia se detuvo hasta quedar a mi altura y me apretó la mano con una fuerza increíble. Yo le devolví el apretón y ella me miró con un miedo que me sorprendió en sus enormes ojos llorosos.

Problemas, ¿por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora