GOJŌ SATORU [2/2]

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—¿Esta?

—¿De qué trata?—inclinó su cuerpo quedando a escasos centímetros de ella.

—Ni idea. Pero parece interesante.

—Bien—asintió—. Entonces veamos esa.

Tomó su móvil, buscando la película en tienda online para comprarla con su tarjeta de crédito.

—Oye. Podríamos verla sin necesidad de comprarla.

—Déjame consentirte, ______—ladeó una sonrisa.

—Si quieres consentirme con una película es mejor que sigas soñando, Satoru—se cruzó de brazos con una mirada de indignación.

—Entonces...—su aliento chocaba contra la oreja de la contraria—. ¿Cómo puedo satisfacerte?

Una gran corriente eléctrica recorrió todo su cuerpo. La suave brisa de su cálido aliento la hacía estremecerse.

—V-Veamos la película.

Definitivamente fue un gran error. Sobre todo por el hecho de que no se te había ocurrido revisar las advertencias del contenido.

Te encontrabas demasiado nerviosa por la escena que estaba ocurriendo casi a la mitad de la película. Resultaba que contenía numerosas escenas sexuales. Sin embargo, el chico se encontraba de lo más tranquilo. O eso creías tú.

¿Cómo ibas a pensar que en su mente estaban surgiendo infinidades de escenas lascivas? Las mismas que aparecían en la pantalla, pero contigo y con él como protagonistas.

—Satoru... Quieres-

Sus intenciones eran claras al igual que su objetivo. Sus labios rosados ansiaban los tuyos de una vez por todas mientras que tus ojos se topaban con esa tela oscura que cubría una hermosa vista de sus iris.

—_______...—podías notar el deseo en sus palabras.

—Joder, bésame de una vez.

Eso fue suficiente para hacer estallar la bomba de sentimientos reprimidos durante tanto tiempo.

Notasteis cómo os encontrábais en una posición un tanto incómoda para ambos. Gojo decidió dar el primer paso y empujar tu cuerpo con su pecho hasta recostarte sobre el sofá sin separarse ni un segundo de tus labios.

—Satoru...—soltaste un pesado suspiro al separarte de sus labios por falta de aire.

No podías pensar con claridad y te costaba encontrar las palabras adecuadas para ese momento, por lo que decidiste mantenerte en silencio y dejarte llevar por tus deseos e instintos.

Comenzaste a desabotonar su camisa. Todavía llevabais la ropa formal que sus alumnos os obligaron a vestir.

Aunque no pudieras verlo, pero sí notarlo, todos tus movimientos eran estudiados con detenimiento por el albino, el cual no tardó en seguir tu ritmo para desabrochar el cierre de tu vestido.

—Parece que esto te puede, ______-san...—acarició tu cuerpo tembloroso con sus frías y anchas manos—. Eres débil.

¿A caso esto se convertiría en alguna clase de fetiche? Que sus ojos observaran tu cuerpo con lujuria, dejando húmedos besos sobre él mientras susurraba frases pretenciosas que te excitaban.

—D-Deja de burlarte de mí—las palabras temblaron en tu garganta al sentir sus labios en la parte interior de tus muslos.

Ladeó una sonrisa, que aunque no quisiera, era lo más sensual que podía llegar a salir de él con naturalidad.
Recorrió tu piel unos centímetros más de la cuenta, por lo que ya llegó a esa zona prohibida que no dudó en lamer, no sin antes bajar su venda para lanzarte una mirada que pretendía todo lo obsceno.

Un gran y profundo suspiro se escapó de tus labios junto con un sonido involuntario de placer.

Sus manos masajeaba tus muslos y acariciaban tu vientre, mientras que su lengua torturaba cada rincón de tu cálido interior íntimo, haciendo que este se empapara de placer.
Enterrabas tus uñas en el sofá, con la esperanza de resistir lo suficiente para no llegar a un clímax profundo. Llevaste tus manos al cabello de Gojo para enredar tus dedos en él y tirar levemente sin dejar de soltar maldiciones por el increíble oral que estaba experimentando contigo.

—¡S-Satoru...!—tiraste de él para que se separara de inmediato.

Jadeabas con fuerza, tus piernas temblaban sin control. No habías llegado a correrte gracias a que pudo separarse a tiempo.

Tomaste todas las fuerzas que pudiste para incorporate en el sofá, sin apartar tu vista de Satoru. Te posicionarse sobre él y, esbozando una sonrisa llena de orgullo, comenzaste a mover tus caderas sobre su hombría.

Sus gemidos contra tu oído eran algo que quedaría grabado en tu cabeza por un largo tiempo.

Su pene logró entrar en tí con una facilidad inesperada, era grande y dolía, pero vuestros fluidos lograron ser un papel importante en este juego de roles.
Seguías moviéndote, aumentando el ritmo tanto como tus piernas lo permitían. Gojo tomó tus caderas, sabiendo que quedarías cansada por mantener todo bajo tu control, así que te ayudó impulsándote para saltar correctamente sobre él.

Vuestros gemidos descontrolados eran preocupantes dadas las horas, pero a vosotros no os importaba nada más que disfrutar de aquel momento en el paraíso. Ya lidiaríais con los vecinos molestos.

—Satoru...—un fuerte sonrojo se asomó por tus mejillas, dando a entender que estabas cerca de alcanzar tu límite.

El albino apartó su mirada por unos momentos, prestando atención a la televisión. La película mostraba otra escena sexual casi ideal para la ocasión.

—Probemos con esto...

Salió de tí, dejándote completamente desconcertada y enloquecida por querer alcanzar el clímax junto a él. Volteó tu cuerpo boca a bajo, dejando que tus pechos presionaran contra el sofá y tus manos se posicionaran sobre tu cabeza.

Volvió a meterlo sin previo aviso, haciendo que gritases de placer al sentirlo completamente dentro de tí. Tomó tus manos entre las suyas y comenzó a penetrate con más rudeza que antes. Se sentía demasiado bien en esa posición de cuatro.

—_______...—suspiraba contra tu cuello.

—S..Satoru...

Dando vuestro último aliento, terminasteis por veniros juntos antes de caer rendidos contra los colchones.

Él rió suavemente, logrando captar tu atención.

—Al final he podido contigo, ¿eh?—ladeó una sonrisa victoriosa.

—Idiota—apartaste la mirada avergonzada—. Ha sido increíble—dijiste sin más, sorprendiendo al albino con tu repentina declaración.

—¿Ah?—acarició tu labio inferior—. ¿Ya estás ansiosa por otro ronda?

—Quién sabe...

ANIME X TÚ [] ONE-SHOT [] LEMONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora