ANIME X TÚ [] ONE-SHOT [] LEMON

KATSUKI BAKUGŌ [2/2]

La luz era tenue. A penas erais iluminados por la lejana iluminación de la cuidad y la luz de la luna.

—¿Cómo hemos llegado hasta aquí?—suspiraste rendida.

—Es tu culpa por perseguir a ese mocoso—comentó extrañamente tranquilo.

—¡Se llevó la última paleta de Ladybug!—reclamaste indignada.

—Tonta—bufó—. Ya podrás conseguir otra la próxima vez.

—La...¿próxima vez?

Se tensó al analizar sus palabras.

—¡Olvídalo!

—¿Me invitarás a otra cita?

—¡He dicho que...! Maldición—cubrió su rostro—. Haz lo que quieras.

—Deberías cuidar tus palabras, mi querido Katsuki.

Caminaste hacia él con cuidado, tomando su mano para apartarla de él y hacer contacto visual.

—Porque voy a empezar a tomar realmente en serio todo lo que dices.

—¿Qué...?

Llevaste tus labios a los suyos, sin dejarle a penas algún segundo de ventaja para procesar todo lo que estaba sucediendo. Te separaste de inmediato, pero, Katsuki pensó rápido, y supo enseguida que quería más. Agarró tu cabello y tus caderas para volver a traerte a él y apresar tus labios con ferocidad.

Con vuestras mejillas completamente ruborizadas, ambos decidisteis separarnos por falta de oxígeno.

—Joder, _______...—suspiró en tu oreja—. Me tienes tan jodidamente loco.

Te sorprendiste. Después de sus palabras esperabas algo diferente, pero tu cuerpo se sintió cálido contra el suyo, y rodeado por sus firmes brazos.

—Sal conmigo—te separó bruscamente—. ¡Oficialmente!

—Katsuki...

—Sé... Maldición...—apretó sus dientes—. ¡Sé mi novia!

—Podrías ser más romántico...—suspiraste agotada.

—¡Ni lo sueñes!

—Idiota...—tiraste de su camisa—. ¡Por supuesto que seré tu novia!

—¡Bésame otra vez!

Tirando de él, volviste a juntar tus labios con los suyos en un beso, si era posible, más profundo que el anterior.

—Katsuki...

—No.

—¡N--Ni siquiera me has dado tiempo a decir nada!

—Me obligarás a quedar con esos malditos extras.

—¿Y por qué no?—preguntaste vagamente, acariciando su cabello puntiagudo.

—Solo cállate y...—acomodó su cabeza entre tus pechos—quedémonos aquí.

—¿Cómo puedes ser tan empalagoso y tan rudo a la vez?—sonreiste con burla.

—Tsk. ¿Tienes que restregarme cada día lo débil que soy contigo? Maldita sea—apretó tus caderas—. Eres tan cruel.

—Mira quién habla, señor bombas.

—No me provoques.

—Siempre dices lo mismo—arqueaste una ceja—. ¿A caso le tienes miedo a algo?

—Tal vez la que debería tener miedo seas tú.

Incorporándose, colocando sus pierna a tus costados y quedando de rodillas sobre tí, sacó su camisa con una amplia sonrisa llena de segundas intenciones.