5. Nuestra relación

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Ethan

Cuando Torrance me llama son más de las diez. A esa hora suele llegar a casa, no obstante, hoy soy yo el que va por ella.

Al enterarme por Francesca que fue llevada al hospital, por poco me voy a buscarla. El temor de que algo malo le hubiese pasado me gobernó, no comí bien por pensar en cómo estará. Por fortuna solo fueron ideas descabelladas de mi elevada imaginación. Apenas recibí su llamada, me fui a mi coche. A ritmo constante, algo ido por pensar en cómo estará, pronto arribo al hospital. El auto de Víctor se encuentra cruzando la calle.

En ocasiones no asimilo que esos dos ya no se van de gritos. La imagen con la que me reciben me resulta surreal; mi Torr está frente a él, riendo tendido, mientras Víctor, serio, pero con una media sonrisa, la escucha. Ubicados frente al auto, departen como dos amigos que se conocen de años.

Es bueno que a pesar de todo el daño, hayan reparado su lazo de padre e hija, relacionándose tan bien que pareciera que toda la vida fueron así. A Víctor aún se le complica abrirse, en especial con sus más cercanos, comparándolo conmigo: se me dificulta ser más abierto con mis emociones por temor a ser una burla, o que no me tomen en serio, a veces creo que por vergüenza. Es complicado porque te quedas con la idea que te inculcaron, en mi caso, de la mujer que consideré mi madre, que toda mi joven vida me replicó ser un niño adulto, que no tiene por qué llorar o reír por cosas sin importancia.

Con Víctor es lo mismo, pero en su caso, creo que es por desconfianza que no se muestra cómo debería. Temor de que lo hieran, miedo de que lo rechacen. Según Torrance, sufrió por su familia, por un padre que no era el suyo, que lo trató como una desgracia, de una madre que lo abandonó porque él la culpaba de ser un bastardo, de una media hermana que lo utilizaba, que nunca lo dejó ser feliz con alguien más que no fuera ella.

Quien sufre rechazo de una persona que significa mucho, tiende a cerrarse para que nunca más lo vuelvan a dañar. Es un mecanismo de defensa, por eso cuesta salir de ese hermetismo. Y no es que no queramos a nadie, solo demostramos las emociones a nuestro modo. Sin embargo, cuando llega la persona indicada, poco a poco salimos de esa guarida, como me pasa con Torrance quien es la llave que abrió mis emociones congeladas, y Francesca, quien fue la clave para descifrar el código encriptado en el que se hallaba el Víctor que se muestra ahora, siendo el padre que debió ser, el hombre que ahora revela.

Luego de recorrer varios metros a baja velocidad estaciono detrás del auto de Víctor, captando la atención de Torrance quien enseguida corre a mi encuentro. Dejo el motor encendido mientras desciendo, recibiendo un efusivo abrazo de mi novia apenas salgo. La estrujo fuerte al recordar por lo que pasó, aliviándome al hallarla bien, con mucha energía, presionándome contra ella, pegando el rostro en mi pecho. Le beso la coronilla, tomándola por los brazos con sutileza para alejarla. Para alivio mío está rozagante, feliz, con sus mejillas sonrosadas por la risa que hace segundos atrás tenía.

Le beso la frente, luego la boca, una caricia suave donde atrapo su labio inferior para tirar de él al finalizar. Al abrir los ojos, continúa con los suyos cerrados; con cara embelesada, sonríe con ternura, encantándome sobremanera verla así. Elevo la vista al frente al recordar que no está sola. Víctor se queda a la distancia, de brazos cruzados, inexpresivo viendo al costado, dándonos algo de privacidad. Reparo de vuelta en mi novia que vuelve a abrazarme.

—Amor, entra al auto, ya es tarde —indico, dándole otro beso en la coronilla luego de eso. Ella me aprieta una vez más y me libera, empinándose al final para depositar un casto beso en mi boca.

—Okay, amor, te amo —dice, siendo inevitable que la vuelva a besar en breve.

Sale corriendo hacia su padre para despedirse de él dándole una ligera palmada en el brazo, alejándose mientras le agita la mano a modo de despedida. Víctor solo asiente con la cabeza y le dice «Cuídate». Apenas entra al coche me dirijo a él que, como si intuyera que le hablaría. Se mantiene en su lugar, recostándose contra la puerta de su coche de brazos cruzados, con la vista al frente.

He aquí una pequeña cuestión [Secuela] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora