• . ˚ * ━━ 𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐇𝐈𝐍𝐈𝐍𝐆
❝Ella era la luz en su oscuridad, aunque a veces no brillaba lo suficiente.❞
Había muchas cosas que Diana Campbell no tenía muy claras, pero sabía con certeza que en toda oscuridad siempre había un resplandor de luz...
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【 CAPÍTULO DIECIOCHO 】 CÓMO SALVAR UNA VIDA
( how to save a life - the fray )
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SUS DELICADOS DEDOS estaban completamente manchados de tinta negra. Le dolían por hacer tanta presión sobre el pergamino en el que estaba escribiendo. Era un milagro que no se le hubiera manchado la hoja teniendo en cuenta lo mucho que le temblaban las manos cada vez que mojaba la pluma en el bote de tinta.
Le estaba comenzando a doler la cabeza. Su privilegiada y rápida mente contenía demasiada información, demasiados recuerdos que soportar. Las palabras escritas en el pergamino que sus ojos analizaban una y otra vez parecían estar cada vez más borrosas. Pero no había tiempo para detenerse. Debía terminar lo antes posible, solo así se solucionaría el enorme error y todo volvería a estar como antes.
Diana estaba muy cansada. Desde que Tom había salido a trabajar ella se había dedicado a hacer las maletas de nuevo y a escribir dos cartas que significarían un cambio drástico en su vida. Nunca se imaginó que ella tendría en sus manos el poder de cambiarlo todo, pero siendo honestos, tampoco pensaba que tomaría decisiones tan imprudentes en primer lugar.
La primera carta que escribió tenía puesto como destinatario a Tom Riddle, escrito con una temblorosa caligrafía. La colocó en el escritorio que había en su dormitorio, de manera que no tuviera pérdida; la vería en un momento u otro. Por otra parte, la segunda carta que estaba terminando en esos momentos tenía un contenido completamente distinto e iba dirigida a nada más y nada menos que Albus Dumbledore. De hecho, ya había escrito el destinatario a conciencia, sabiendo perfectamente las consecuencias de sus actos en cuanto entregara esa carta a su lechuza.
Estaba apunto de abrir la jaula en la que se encontraba la lechuza de Tom, la cual era bastante vieja y estaba poco cuidada. Incluso carecía de nombre. Pero justo en ese instante, la puerta de la entrada del apartamento se abrió de par en par y se escucharon pasos provenientes del pasillo. Diana buscó rápidamente un lugar donde esconder la carta. La metió entre dos tablillas de madera del suelo que estaban un poco sueltas. Las encajó de manera que no se viera el sobre.
A continuación, Tom entró en la habitación y fijó su mirada en Diana, cuyos latidos del corazón latían con velocidad.
—Tendremos un encuentro en una hora. Prepárate.
Diana no replicó nada debido a que pretendía que la carta de encima de la mesa pasara desapercibida. Tom no podía leerla aún, era demasiado pronto.
El chico con prisas salió de la habitación nuevamente. Ella lo siguió hasta la entrada, donde lo vio coger su varita, una túnica negra y la máscara que todos sus seguidores llevaban.
Se vestía como un mortífago.
—¿Qué ocurre? —se atrevió a preguntar Diana.
Entre tanto movimiento, Tom consiguió mirarla a los ojos y centrarse en la conversación.
