17┃straight to hell

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【 CAPÍTULO DIECISIETE 】DIRECTO AL INFIERNO

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CAPÍTULO DIECISIETE
DIRECTO AL INFIERNO

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                HEPHZIBAH SMITH ERA un componente esencial en el plan de Tom Riddle.

Él deseaba tener todos los horrocruxes que pudiera conseguir y para ello no utilizaría objetos escogidos al azar. No, por supuesto que no sería tan despreocupado. Tom iba a ser un rey, un auténtico dios; no podía conformarse con lo mínimo. Tenía que pensar a lo grande.

La diadema de Rowena Ravenclaw era prueba de ello. Se la había enseñado a Diana después de haberla buscado por varias semanas en Albania a comienzos del verano pasado. Ella la había cogido entre sus delicadas manos y la había observado con completa fascinación. Se había sentido extremadamente poderosa en ese momento, pero ahora no. En cuanto Tom comenzó a hablar de Hephzibah Smith (una mujer que aseguraba ser descendiente de Helga Hufflepuff y que poseía la copa de Hufflepuff junto con el guardapelo de Slytherin), Diana comenzó a cuestionarse otros asuntos que habían quedado en el olvido.

—¿Qué hay de la diadema de Ravenclaw? Dijiste que la ibas a esconder, pero nunca mencionaste dónde.

Al escucharla, Tom quemó el cigarrillo que sostenía entre sus dedos en el cenicero más cercano. El tabaco se había convertido en una adicción. Planear tantas cosas, asistir a reuniones y realizar alguna que otra tarea sangrienta secreta le habían llevado a fumar para liberar el estrés. Sin embargo, los cigarrillos no eran su única adicción. También recurría frecuentemente al sexo, cuestión a la cual Diana no ponía ningún tipo de objeción.

—¿Por qué tanto interés de repente? ¿Acaso sientes la necesidad de utilizarla para aumentar tu coeficiente intelectual? —Tom disfrazó sus sospechas con un tono burlón. Se giró hacia su chica, aquella que estaba echada en su cama y le miraba con una lealtad incapaz de desaparecer a pesar de todos los errores que cometía—. ¿O es que te sentiste poderosa cuando la tuviste a tu alcance?

Diana resopló y se dio media vuelta a la vez que alzaba las sábanas para tapar completamente su cuerpo. Eso, pensó Tom, era suficiente castigo por tomarle el pelo. No obstante, continuó haciéndolo.

—Admítelo, Diana. Eres demasiado avariciosa —prosiguió Tom mientras se acercaba a ella. Se subió a la cama y no se detuvo hasta que consiguió que lo mirara a los ojos. Acabó encima de ella, sujetándole las muñecas por encima de su cabeza—. No me malinterpretes, la ambición y la avaricia son cualidades muy atractivas. Te ayudan a conseguir lo que quieres a cualquier precio.

—¿Y qué precio tuviste que pagar para convertir la diadema en un horrocrux?

Tom puso los ojos en blanco con exasperación. Sus preguntas comenzaban a cansarle. Su irritación llegó hasta tal punto que incluso apretó con más fuerza de la debida las muñecas de la chica.

𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐇𝐈𝐍𝐈𝐍𝐆 ─ tom riddle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora