C A P Í T U L O 13

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Maratón 2/7

Hyunjin pasó el resto de la semana solo en la prisión, atormentado por su dolor. Iba y venía en oleadas. Estaría bien durante horas, entonces él recordaría como sonaba la risa de su esposa o su sonrisa y sería mutilado por las emociones. Él lloraría hasta que no le quedara nada, entonces la rabia lo llenaría.

Las primeras noches hizo cuatro abolladuras más en las barras de plata que rodeaban su jaula. Cada vez Mark o Chan entrarían luciendo listos para noquearlo en caso de que logrará tirar la puerta. Él no podría; las barras eran duras y no tenía sangre en él para usar. No era de extrañar que Jeongin dejará de alimentarlo.

Todos los ataques lo dejaban drenado hasta el punto en que las heridas de sus nudillos no se cerraban después de cada estallido. Las heridas derramaban la poca sangre que le quedaba.

A medida que pasaba la semana, él se relajaba y era capaz de mantener su ira bajo control.

Las fotos de su hija lo calmaban. Eran recientes y ella se veía tan feliz en cada una. Tenía su mismo cabello castaño pero los grandes ojos de avellana de su madre. Una de las fotos era de ella con un equipo de natación, otra en un partido de baseball con un chico y la última la mostraba sosteniendo un gordo gato naranja.

Las estudió por horas, grabando las imágenes en su memoria para que nunca las olvidara. Cuando despertó la séptima noche su hambre fue abrumadora. Estar tanto tiempo sin sangre resultó ser duro para él, especialmente porque no había sanado completamente.

Buscó la carpeta con las fotos y el expediente médico de su esposa, pero había desaparecido. Gruñó mientras miraba a su alrededor, sólo para ver que los otros vampiros estaban de vuelta en sus celdas.

Una hora después de la ducha, Jeongin entró vistiendo un traje de nuevo, acompañado por Chan y otros cuatro cazadores y con ellos había un humano drogado.

Los vampiros se arrodillaron, Hyunjin se arrodilló. El olor del humano hizo que cada uno lamiera sus labios, mostrando sus colmillos. Jeongin caminó hacia la celda de Hyunjin.

—Pregunta —le dijo Jeongin a Hyunjin

—¿Puedo tener sangre maestro? —Esta vez no se le atascó en la garganta la pregunta. Deseaba que lo hubiera hecho.

—Sí, en un momento. Puedes levantarte. —

Hyunjin todavía tenía cortes y magulladuras que cubrían su cuerpo, sus nudillos seguían derramando sangre. El lucía como mierda, pero no perdió de vista el parpadeo de hambre que cruzo el rostro de Jeongin mientras él se ponía de pie y tiraba los hombros hacia atrás. Los ojos de Jeongin se quedaron en el pecho sin camisa de Hyunjin. Al parecer él no era el único que tenía hambre esa noche.

Jeongin señalo hacia Ryujin.

—Sáquenla. —

Los cazadores la sacaron de su jaula. Se dejó caer de rodillas delante de Jeongin, encorvada, con la cabeza inclinada. El corazón de Hyunjin se rompió, ella se veía tan pequeña. Un gruñido salió de la jaula de su desafiante vampiro protector.

—Tranquilo Jae-beom —Chan le dijo al vampiro. Todo su cuerpo se tensó y dejó de gruñir.

—Sé que le diste a Hyunjin tu nombre Ryujin —dijo Jeongin. Hyunjin apartó la mirada de ella con vergüenza.

No debió de haber sido tan descuidado. Jae-beom entrecerró los ojos mirando a Hyunjin y frunció los labios en una amenaza silenciosa.

Ryujin tembló.

—No te preocupes, vampiro. Hyunjin me persuadió de que no te castigara e incluso podrás volver a recibir sangre pronto. —

Al oír eso se atrevió a mirar a Jeongin, deseando sangre, y casi con la misma rapidez volvió a inclinar la cabeza.

Captive (Beautiful Monster)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora