C A P Í T U l O 7

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Justo antes de las dos de la mañana, casi siete horas después de que los cazadores lo encadenaran, Hyunjin estaba muerto de aburrimiento e intentando mantener su mente alejada del hambre cuando Jeongin atravesó de golpe las puertas y entró a zancadas a su cuarto.

Y vaya que se veía diferente.

Era enorme ahora, media más de dos metros, sin incluir sus enormes alas. Sus orejas eran puntiagudas, sus ojos de un morado brillante, sus pies eran pezuñas, jodidas pezuñas, y sus tobillos se doblaban al revés. Sus cuernos lo hacían ver como un demonio.

Las garras de Jeongin se hicieron puños y sus alas rozaron la parte superior del marco de la puerta al entrar.

Sangre cubría su cuerpo. Se deslizaba entre las docenas de cortes que tenía en su pecho y espalda. Había mordeduras cerca de su cuello y brazos, mordeduras de vampiros que no habían sido impartidas a su voluntad. Una de sus alas parecía rota y su cara portaba moretones.

Hyunjin se haló de las cadenas, el olor a sangre era demasiado. Seis noches sin alimentarse lo dejaron famélico. Hambriento. Su piel se sentía apretada y sus colmillos picaban, desesperados por encontrar una vena. Quería lamer cada una de las heridas de Jeongin para saborear su sangre y aumentar el proceso de curación. Quería hacer sus propias mordeduras en su cuello.

Mierda. Hyunjin quería arruinar al íncubo de todas las formas posibles. Quería follarlo y destrozarlo todo al mismo tiempo. Ni siquiera estaba seguro de por qué quería hacerlo... por qué cada vez que el general aparecía lo envolvían sentimientos de lujuria y miedo y... mierda, ni siquiera estaba seguro de sus propias intenciones. Quizá la soledad lo había plagado por mucho tiempo.

Jeongin dejó escapar un rugido estremecedor y mandó a volar una mesa ratona a través del cuarto. Hyunjin gruñó cuando la mesa se deshizo en la pared junto a él. Amenazado, dejó que su apariencia vampírica saliera contra su voluntad.

Jeongin gruñó cuando notó a Hyunjin.

—Demonios, había olvidado que los cazadores te metieron aquí. —Su voz sonaba mucho más gruesa ahora. Su verdadera forma era formidable. —No tengo paciencia para tratar contigo esta noche.

Levantó un teléfono fijo.

—Necesito dos alimentadoras. Mujeres —dijo y después colgó.

Hyunjin miró mientras Jeongin se quitaba los pantalones, o lo que quedaba de ellos, y los dejaba a un lado. Su blando pene colgaba pesado entre sus piernas. Dios, erecto seria enorme. Hyunjin siempre pensó estar bien dotado, ciertamente nunca había tenido quejas, pero el miembro de Jeongin ponía el suyo en vergüenza. Ventajas de ser una criatura que se alimenta del sexo, supuso.

Jeongin se volteó y Hyunjin vio su cola por primera vez, justo como sus cuernos y alas, su cola era negra en la base y se desvanecía a morado. Al final de su longitud terminaba en una punta como de flecha. Se movía de lado a lado mientras caminaba hacia la ducha en una esquina del cuarto y la prendía.

Múltiples duchas rociaban agua sobre su tonificado cuerpo mientras suspiraba, dejando que lavaran la sangre. Mientras se relajaba, Jeongin comenzó a encogerse a su estatura humana de nuevo. Sus ojos regresaron a azul y sus cuernos y garras se derritieron en su cuerpo de nuevo. Dejó sus alas y cola, y su pene se encogió, aunque aún grande para un humano.

Su imponente aspecto de íncubo hizo que el aspecto vampírico de Hyunjin se sintiera un poco fuera de lugar. No tenía cuernos, alas o cola, ni crecía en tamaño; solo colmillos y garras para él.

Tocaron la puerta.

—Entren —dijo Jeongin.

Dos atractivas mujeres entraron al cuarto; una de corto cabello rubio teñido, la otra con largo y sedoso cabello castaño. Sus delgadas túnicas estaban abiertas, revelando su piel mientras hacían reverencia. Eran súcubos. Hyunjin comenzaba a notar los cambios entre un humano y un íncubo. Olían más dulce, sus corazones latían un poco más rápido y sus características eran un poco más perfectas.

Captive (Beautiful Monster)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora