C A P Í T U L O 28

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Cuando Jeongin lo dejó solo la primera noche, Hyunjin exploró su pequeña habitación. El baño no era grande, pero contenía un inodoro y una ducha. El armario estaba lleno de remeras y jeans. También había unos pares de pantalones de combate negros.

Hyunjin se preguntó si tendría que lavar su propia ropa cuando notó el canasto para la ropa sucia, pero esa pregunta fue respondida la siguiente noche cuando encontró el canasto vacío. Olió que una criada había estado en su habitación en algún momento durante el día.

El librero estaba lleno de libros interesantes que cubrían diferentes temas. Los tópicos iban desde recientes y antiguas guerras y estrategias hasta clásicos de Twain y Shakespeare. Pero los libros que más le interesaron a Hyunjin fueron los que trataban acerca de criaturas sobrenaturales. Los estudiantes incubus escribieron la mayoría de ellos, pero había algunos en el montón escritos por vampiros.

A lo largo de los siguientes meses, Hyunjin dedicó cada momento libre que tenía a leer y estudiar los tomos, asombrado por las cifras en sí de las otras criaturas que también compartían este mundo; no sólo terminaba en dragones y gárgolas.

Leyó acerca de demonios encerrados en un lugar llamado la Fosa, o lo que los humanos llamaban Infierno, que no habían pisado el planeta en miles de años. Un estudiante especulaba que los vampiros y los incubus descendían de los demonios, mientras que otro estaba fervientemente en contra de la idea.

Había entradas acerca de cambia-formas, rakshasa, sirenas, trolls, ovnis, elfos, jubokko, la lista seguía interminablemente, incluso leyó acerca de las hadas. Pequeñas. Brillantes. Hadas. Si Hyunjin no fuera un vampiro viviendo entre los incubus, custodiado por humanos mejorados mágicamente, hubiese pensado que todo esto eran patrañas.

La primera noche, al recostarse en su cama a esperar que el sol saliera, oyó nuevamente el canto de la mujer. Hyunjin escuchó su dulce canción hasta que su cuerpo se apagó.

Al pasar las semanas, cada noche cerca del amanecer oía esa canción. La curiosidad lo llenó. ¿Quién estaba cantando? Abrió la puerta de su dormitorio y los dos cazadores montando guardia lo miraron mientras se dirigió a las dobles puertas al final del ala.

Sus guardias extrajeron las estacas.

—No tienes permitido salir —le advirtió uno.

—Lo sé. Es sólo que... ¿ustedes oyen el canto? —pregutó Hyunjin. Los guardias se miraron entre ellos y luego sacudieron las cabezas.

Las puertas dobles se abrieron y Chan apareció. Ella se veía cansada, retornando de un largo turno. La parte superior de su ropa ya estada desatada. Hyunjin sabía que ella poseía una habitación en esta ala, pero nunca la había visto volviendo a ella.

Casi choca contra él, ya que no esperaba que estuviera plantado del otro lado de la puerta. Él miró a sus espaldas, no había nadie más y sin embargo continuaba escuchando el canto que provenía de esa dirección.

—¿Qué demonios estás haciendo? —le preguntó.

—Lo lamento, Comandante. ¿Oyes ese canto?

—No. Ve a tu habitación. El sol está a punto de salir y no quiero tener que arrastrar tu trasero muerto de vuelta a tu cama.

Hyunjin gruñó pero hizo lo que se le ordenó.

El canto continuó a lo largo de los meses, pero nunca pudo encontrar a quién pertenecía. Todo el mundo a quien le preguntaba lo miraba como si estuviera loco. Además de leer e intentar resolver el misterio del canto, las noches de Hyunjin estaban llenas de entrenamiento. Diez minutos después de la puesta de sol era reclutado por un cazador o citado en una ubicación. Aprendió a ducharse y vestirse rápidamente para tener algunos minutos para leer antes que el entrenamiento comenzara.

Captive (Beautiful Monster)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora