El mundo regresó a Hyunjin en pedazos.
Estaba en el interior. Podía sentir un firme colchón bajo la espalda y el aire era cálido. Su cuerpo dolía, pero estaba sanando; le debieron haber dado sangre en algún momento. Cuatro latidos de corazón llenaron sus oídos. Abrió los ojos y una luz blanca y brillante lo inundó. Se estremeció de dolor y los cerró de nuevo.
—Está despertando —dijo un hombre.
—¿Ya? Ten el espino blanco listo. Llama al Lord General, y hazle saber —ladró una mujer que sonaba severa.
Hyunjin sintió que algo cálido dentro de él inundaba su brazo y se extendía por su pecho. Sangre.
Abrió los ojos de nuevo, entrecerrando los ojos contra la luz, e intentó sentarse pero no pudo moverse.
Atado a rieles de cama resistentes, grilletes de metal le ataban las muñecas y las piernas. Podía sentir el collar de metal aún alrededor de su cuello, unido de alguna manera a la cama, haciéndole imposible sentarse. Ninguno de los metales era de plata. Gracias a Dios.
Hyunjin volvió la cabeza hacia un lado y vio una línea intravenosa con una bolsa de sangre colgando del soporte, la esencia de la vida entrando en él, una gota agonizantemente lenta a la vez. De pie junto a la bolsa había un humano usando matorrales verdes, sosteniendo una jeringuilla, mirando a Hyunjin con ojos apáticos.
La habitación en sí tenía varias camillas y camas, todas vacías. Los gabinetes llenos de suministros médicos organizados cuidadosamente alineados a las paredes. Parecía una enfermería.
Una mujer de mediana edad que llevaba una bata de laboratorio blanca estaba sentada en un escritorio, revisando algunos gráficos. En la puerta había dos cazadores hombres, uno tenía su atención centrada en Hyunjin mientras que el otro dijo algo en su comunicador bajo su guante.
—En un momento estará aquí, doctora. —
La mujer dejó de lado la tabla en la que estaba trabajando, se levantó y se alisó el abrigo.
Hyunjin no quería ver al íncubo. Jeongin. Había dejado que el hombre viviera y su bondad se pagaba con dolor y la pérdida de su libertad. Si alguna vez tuviera otra oportunidad de matarlo, la tomaría. No cometería el mismo error dos veces.
—¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? —La voz de Hyunjin salió ronca y tensa.
Los dos cazadores se miraron, pero no contestaron. Sus manos descansaban sobre las estacas de los cinturones. Ni el doctor ni la enfermera contestaron tampoco.
Las luces de aquí eran demasiado brillantes para sus ojos. Los volvió a cerrar.
¿Qué planeaba hacer Jeongin con él? En el bosque el cazador pensó que Jeongin estaba jugando con él. ¿Era ese el plan? ¿Jugar con el vampiro indefenso y luego matarlo cuando terminara?
Ahora estaba claro para Hyunjin que la guerra era muy real, al igual que el odio a los vampiros.
Pasos se acercaron. Hyunjin no se molestó en abrir los ojos cuando decidió que haría todo lo que estuviera a su alcance para desafiar al íncubo y tratar de escapar.
Jeongin entró. El olor de la noche y de la tierra llenó las fosas nasales de Hyunjin; era fantástico.
—Me dijo una semana —Jeongin dijo, con la voz agitada.
—Lo siento, Lord General —respondió la médica—. Para un vampiro de su edad, debería haberle llevado una semana o incluso más poder sanar la cantidad de plata a la que estuvo expuesto. Hay algo más que necesito mostrarle.
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Captive (Beautiful Monster)
FantasíaHwang Hyunjin ha pasado siete años luchando contra la insaciable hambre de sangre que lo consume. Incapaz de impedir que el vampiro dentro de él sea la presa de los seres humanos, se mantiene confinado a una existencia solitaria. Todo cambia la noch...