Capítulo 15

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Se estacionaron frente a su casa en un silencio ligeramente incómodo.

El menor aclaró su garganta y giró a verle.

- Muchas gracias por el aventón – sonrió apenas.

- No es nada – rió – ¿te sientes mejor? –

- Dios – cubrió su rostro con ambas manos – me siento tan avergonzado –

- ¿Por qué? –

- Arruiné tu noche – obvió – iba tan bien y de pronto... bueno, estuviste ahí –

- A mí me pareció entretenido – bromeó – está bien –

- ¿Lo está? –

- Sí – levantó su mano para acariciar su mejilla – es sólo que... -

- ¿Qué? – preguntó confundido.

- ¿No tienes la sensación de que el destino no quería que sucediera? –

- Sí – jadeó asombrado – es como "hey, perra. Deja eso, no es tuyo" –

- Y vómito –

- ¡No es gracioso! – lloriqueó – ni siquiera sé qué sucedió. No me sentía enfermo ni nada –

- Tal vez sólo fue una mala comida – se encogió de hombros.

- Tal vez – concordó.

El otro lo miró en silencio por unos segundos antes de acercarse a dejar un corto beso sobre sus labios.

- Lo siento – dijo retrocediendo – pero pienso que no podíamos dejarlo así –

- Está bien – negó sonriente – podemos ser amigos ¿no? –

- Sí podemos – hizo una mueca – pero, no sé tú, a mí me gustaría mucho saber tu nombre –

El otro rió divertido y apretó los ojos.

- Que horror, ni siquiera nos presentamos y yo ya estaba decorando tu camisa –

- Y quitándola – frunció el ceño – no eres de esperar mucho ¿no? –

- Me gusta entretener a la gente – asintió, arqueando una ceja – Jisung –

- Jeno – guiñó un ojo, coqueto – un gusto –

El menor abrió la puerta y salió del auto, asomándose por la ventana

- ¿Nos veremos por ahí? –

- Tengo tu número – asintió – recupérate pronto –

- Lo haré – prometió, incorporándose en su lugar para ver al otro arrancar su auto y desaparecer a lo largo de la calle.

De camino a su puerta pensó que Jeno tal vez no lo llamaría, él mismo no lo haría, pero definitivamente era un joven encantador y cualquiera que se lo cruzara en su camino sería muy afortunado.

Entró a su casa caminando directamente a la sala de estar para encontrar a sus padres mirando la televisión.

- Hola – saludó Taeyong, notablemente extrañado – llegas temprano –

- No me siento bien – admitió – me siento algo enfermo –

- ¿Es algo que comiste? – preguntó su preocupado padre, levantándose para tantear su temperatura – no tienes fiebre –

- No creo que haya sido la gran cosa. Me siento mejor que hace un rato – sinceró.

- Bien – asintió poco convencido.

- ¿Y Kun no se quedó? – preguntó John, levantándose también.

- No era Kun – aclaró – de hecho, le pedí a Jeno que me trajera –

- ¿Quién es Jeno? –

- Un buen amigo – sonrió al recordarlo – voy a mi habitación –

- Avísanos si necesitas algo – pidió el más bajo. 

- Claro – dijo antes de subir las escaleras.

Ambos mayores se miraron sospechosamente y Taeyong negó.

- No lo digas... -

- ¿Crees que le hizo algo? – murmuró, mirando el camino recorrido por su hijo.

- Si pelearon, no es nuestro asunto – dijo tomando su mano para hacerlo sentar de nuevo.

Discretamente subió el volumen del televisor para que, si Jisung comenzaba a sollozar, John no saliera en busca de sangre.

En su habitación, el menor corrió nuevamente al sanitario para seguir vaciando su estómago.

Lo que quedaba de él.

Jadeando desesperadamente, se arrastró hacia la ducha y la abrió para entrar con su ropa puesta y sentarse sobre el suelo, sollozando por lo bajo.

Su cuerpo estaba temblando y tenía leves escalofríos, pero no tenía fiebre.

Restregó sus manos contra su rostro y se abrazó a sí mismo.

Las náuseas no se estaban deteniendo, comenzando a molestarle.

Se levantó luego de un rato y se desvistió para dejar su ropa escurriendo antes de salir envolviendo una toalla alrededor de su cintura.

Tomó la loción de su gabinete para hidratar su piel, encontrando su reflejo en el espejo.

No pudo ver más que un pobre joven asustado.

Quiso golpear el cristal para no seguirlo viendo, pero ¿cuál sería el punto?

Él seguía siendo él, su vida no cambiaría nada.

Lo que le había pasado seguiría ahí y no iría a ningún lado.

Retrocedió en sus pasos hasta topar con la pared tras él y se arrastró contra ella hasta tocar el suelo.

Por ahora, era lo único que podía darle estabilidad.

Pobrecito bebé 🥺 also, bienvenido, Lee Jeno 🖤

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