Capítulo 16

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Era sábado.

Supo que era tarde cuando sus papás lo despertaron para avisarle que saldrían a casa de uno de sus tíos, pero no tuvo la fuerza para despertarse a acompañarlos.

O despertar a hacer cualquier otra cosa.

Pudo hacerlo algunas horas después y solamente pudo tambalearse al baño para hacer arcadas sobre el retrete por un rato sin lograr dejar salir nada.

Tomó su temperatura y estaba bien, lo cual ya era un alivio, pero aún tenía un gran problema.

Sabía que, si bien no podría hacer nada, su amigo podría al menos acompañarlo en su miseria, por lo que tomó su teléfono y lo llamó.

Esperó en la línea por un momento y rezó a todos los dioses que ese día el chino no estuviera ocupado.

- ¿Dónde mierda estabas? – recriminó apenas respondió.

- Hola – saludó con voz enronquecida.

- No me vengas con eso, estuve llamándote toda la tarde y noche. Pensé que te había pasado algo –

- Técnicamente sí me pasó algo – rió – me estoy muriendo –

- ¿Estás enfermo? –

- Ajá –

- Llego en unos minutos – dijo antes de colgar la llamada.

Lo sabía.

Si había alguna persona en la que podía confiar hasta su vida, ese era Zhong Chenle.

Decidió que mientras esperaba a su amigo, se ducharía, cepillaría sus dientes, lloraría un poco e intentaría comer algo.

Luego de un rato, el timbre de su casa anunció su llegada.

Ni siquiera se molestó en bajar a abrir, sabía que, si se trataba de Chenle, el mayor simplemente subiría.

Así fue.

El chino entró en su habitación luciendo un tanto agitado y se acercó a él a comprobar su estado.

- ¿Cómo te sientes? – preguntó sentándose junto a él.

- Enfermo –

- ¿Tienes fiebre? – tomó su mochila y sacó un suero para entregárselo - ¿te duele algo? –

- No – sonrió, tomando la botella.

Chenle le miró extrañado y frunció el ceño.

- Jisung... -

- Lo jodí – sollozó, apoyando su frente en el hombro ajeno – Chenle –

- ¿Qué sucedió? – comenzó a frotar su espalda – amigo, háblame ¿es Kun? –

- Kun me dejó – sorbió su nariz – hace como dos semanas –

- ¿Qué? – lo separó para mirarle - ¿por qué no me lo dijiste? –

- Porque me daba mucha vergüenza – admitió cabizbajo – no quise pensar que lo que otros decían sobre nosotros era verdad pero, mierda... -

- Ustedes lo hicieron ¿no? –

El menor se limitó a asentir, sin atreverse a mirar al otro.

- Hermano – lo abrazó de nuevo – eso no es tu culpa. Nadie pudo saber que era un idiota –

Jisung solamente lloró sobre él sin poder decir más.

El chino lo consoló (lo intentó) tanto como pudo. Era obvio que el menor se sentía en la ruina. Pero era una ruptura. Algún día él estaría bien. Peor sería...

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