Capítulo 14

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La depresión por rompimiento no era ninguna broma.

Desde hacía dos semanas, Kun no le había dirigido la palabra en absoluto.

No le llamaba, no le enviaba ninguna clase de texto, mucho menos se había aparecido en su casa.

Pero no había nada que se comparara con la humillación que había sufrido un día anterior en el campus del mayor. Porque sí, había ido a buscarlo él mismo.

Su única intención era terminar algo que bien sabía que nunca había existido, pero lo necesitaba para cerrar el ciclo y que su corazón sanara.

Gran error.

El chino estaba coqueteando con otro chico, uno diferente al de la última vez y, aunque lo notó, no le tomó más de un segundo desviar la mirada.

No recordaba haber experimentado un dolor tan grande nunca en su vida.

Sentía como si una bala se hubiera instalado en su pecho y estuviera recorriéndolo lentamente, matándolo.

No quería hablar con sus padres al respecto, no quería decírselo a Chenle, no quería contarle a nadie que había sido utilizado por la persona de la que tontamente se había enamorado.

Entender que no era más que el deshecho de alguien más, lo hacía sentir precisamente como eso, nada más que basura.

Ese viernes no quiso ir a la escuela, y tampoco había respondido los mensajes de su amigo porque simplemente no quería dar explicaciones.

No quería levantar su teléfono solamente para descubrir que no era él.

No era Kun.

No se mentiría diciéndose a sí mismo que podría ser capaz de ignorarlo si algún día llegaba a volver a verlo. Sabía que eso no iba a pasar.

Por eso mismo, en un lugar muy profundo de su corazón, estaba la esperanza de que él lo llamara y pidiera encontrarse con él.

Pero eso no pasaría.

A sabiendas de eso, el menor decidió que, al menos por ese día, había tenido demasiado de sí mismo.

Se duchó, vistió bien, e incluso se maquilló.

Quería olvidar a Kun. Aunque fuera por un momento fugaz, no quería volver a pensar en él.

Le dijo a sus padres que se encontraría con el mayor en algún restaurante y salió de su casa.

Tomó un autobús al centro de la ciudad, justo a la zona de los bares, y entró al que encontró más entretenido.

Llevaba algunos minutos atragantándose de alcohol en la barra, cuando un chico se acercó a él.

Era muy, muy guapo.

Era bastante alto, tenía cabello oscuro y una sonrisa asombrosa.

Casi no escucha lo que le decía.

- ¿Entonces? –

- ¿Perdón? – sonrió avergonzado - ¿me hablas a mí? –

- Sí – sonrió enternecido – te preguntaba si podría invitarte un trago –

El menor se sonrojó y asintió.

- Claro –

- ¿Qué tomas? –

- Sorpréndeme –

- Dos cosmos – pidió el chico girándose a la barra antes de mirarlo nuevamente.

- Que sofisticado – bromeó el otro - ¿sabe bien? -

- No sé – sinceró divertido – sólo quería impresionarte –

Jisung sonrió tímido.

Dios.

¿Qué debía hacer?

- ¿Quieres bailar? – ofreció cuando le entregaron sus bebidas.

- Claro – aceptó el gentil joven.

Ambos se dirigieron a la pista para bailar una de esas canciones lentas que dictan acercarse mucho al cuerpo de tu acompañante.

El aún desconocido lo tomó por la cintura y Jisung, sin detenerse a considerarlo, alcanzó sus labios para besarlo suavemente, siendo correspondido al instante.

Por primera vez en muchos días, se sentía como alguien de valor. Como alguien que es más que el chico de una noche.

Estaba tan feliz.

Pero quería más.

Sin dejar de bailar, arrastró al joven consigo hasta llegar al pasillo de los sanitarios.

El otro tomó su cadera con fuerza y lo pegó a la pared tras él, comenzando a repartir leves besos sobre su cuello.

El menor lo empujó hacia la pared contraria, y comenzó a hacer lo mismo, esta vez, acariciando su entrepierna.

- A los baños – murmuró el muchacho, jalándolo de la chaqueta hasta uno de los cubículos.

Una vez dentro, Jisung se apoyó contra la puerta y comenzó a intentar deshacerse de sus ropas.

¿Muy pronto? Tal vez, pero no podía importarle menos.

Apenas levantaba su camisa cuando un sentimiento extraño le invadió, haciéndole alejar al otro con brusquedad.

- ¿Estás bien? – preguntó el chico.

No pudo responder.

Solamente lo tomó con fuerza de los hombros para hacerlo salir del sanitario.

Apenas alcanzó a cerrar la puerta cuando ya se había inclinado sobre el retrete para devolver el estómago.

- Iré por un vaso de agua – anunció el joven con voz preocupada antes de salir de ahí.

Jisung ni siquiera pudo hablar.

Solamente podía concentrarse en su horrible tarea.

¿Qué mierda estaba pasando?

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