Capítulo 19

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- Listo – lo miró – pude agendar una cita para el martes con el obstetra –

El menor asintió sin sacar la cuchara de su boca.

Esa tarde Kun había pasado a recogerlo a la escuela y había llevado consigo un litro de helado para él.

No tenía ninguna clase de antojo, por obvias razones, pero no lo rechazó.

Podía comer helado.

- Y – se arrastró en el sillón para quedar más cerca - ¿cómo te sientes? –

- Muy bien – rodó los ojos – Kun, en serio, no deberías tomarte tantas molestias –

- En serio estás seguro de que no estamos esperando ¿no? –

- Bastante – tomó más helado - ¿no deberías estar aliviado por ello? –

- No sé – puso su brazo sobre el respaldo para alcanzar el cabello del otro, comenzando a acariciarlo con cuidado – yo quiero un bebé –

- Pues yo no – sonrió – pero es lindo que estés tan emocionado –

El mayor lo miró en silencio.

- ¿Qué? –

- Eres realmente bonito – murmuró sin detenerse a considerarlo.

Jisung giró su rostro sonrojado y negó.

- No hagas esto –

- ¿Qué cosa? – preguntó divertido.

- No me trates como si no me hubieras hecho daño –

El chino suspiró pesado y atrajo su cuerpo hacia su pecho para envolverlo con sus brazos, acomodándolo entre sus piernas.

- Perdóname – besó su nuca – sé que no lo merezco, pero yo no miento cuando digo que lo siento –

- Eso no importa. De todos modos sucedió –

- Lo sé – susurró a su oído – pero tú me extrañas ¿no? –

El otro bufó divertido.

- ¿De qué hablas? –

- Por favor – canturreó con cariño – me dejas estar contigo tanto como quiera. Sólo dilo, me extrañas –

- ¿Quieres saber la verdad? –

- Sí –

- Bien – suspiró – tienes que ponerte en mi lugar, Kun. Hasta donde yo sé, podría estar esperando un hijo. Créeme cuando te digo que si estoy contigo no tiene nada que ver con alguna clase de interés amoroso, si no con el hecho de que no quiero estar solo en esto –

El mayor tragó duro y se separó un poco.

- Auch –

- Debes estar bromeando – rió con sorna - ¿auch? Trata con clavarte un cuchillo caliente en el estómago, ese sentimiento es lo más parecido a lo que yo sentí cuando te fuiste – negó furioso – ni siquiera sé por qué estoy aquí, me das asco – intentó levantarse.

El otro lo sostuvo con fuerza, evitando que se moviera.

- Suéltame – sollozó.

- Ya, lo siento – susurró tranquilo en su oído – lo siento, está bien –

El menor dejó de forcejear para acomodarse en su pecho y llorar desconsolado.

Kun no dijo nada.

Lo abrazó, besó sus mejillas y secó sus lágrimas.

No había nada que pudiera decir para mejorar las cosas, solamente podía quedarse y escuchar.





En los dulces momentos en los que Jisung olvidaba que estaba con la persona que más odiaba en el mundo, realmente la pasaba muy bien.

En ese momento estaba viendo una película que había estado queriendo ver por mucho tiempo y que Kun había alquilado para él, en su habitación.

El chino también había preparado aperitivos y comprado algunas bebidas.

Sin alcohol, obviamente.

Incluso estaban acurrucados, pero culparía al frío por ello.

Su teléfono sonó con una notificación y lo tomó solamente para verificar el contacto, extrañándose cuando no lo reconoció.

Abrió el mensaje y no pudo evitar sonreír abiertamente.

Desconocido

20:21

Hola ^-^

Soy Jeno

Solamente quería saber si te sientes mejor

Supongo que sí

Eso espero

20:21

Hola, Jeno

Me siento mejor, gracias por preguntar

Espero que estés bien

- ¿Quién es Jeno? – preguntó Kun, volviendo su mirada a la pantalla.

- Es sólo un chico que conocí – respondió bloqueando su teléfono – es agradable –

- Agradable – repitió incrédulo - ¿dónde lo conociste? –

- En un club – se encogió de hombros – me trajo a casa –

El mayor endureció su semblante y asintió.

En serio ¿cuál era su problema?

Bien, ¿quería molestarse por una estupidez? No era su asunto.

Realmente no lo era.

Kun retiró cuidadosamente el brazo con el que rodeaba sus hombros y se encogió en su lugar.

Jisung no dejó que eso le molestara.

Él ya no era el mismo chico tonto que se dejaba intimidar por una acción tan mínima como esa. Era una nueva persona.

Una que no se permitiría arruinar su día de esa manera.

Decidido, se arrastró hasta el mayor para sentarse sobre su regazo, acomodando su cabeza en su hombro.

Sonrió satisfecho cuando le sintió rodear su cintura.

Sí, él tenía el control.

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