Capítulo 21

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Para estas alturas Jisung ya tenía una rutina.

Llegaba de la escuela, se duchaba, vestía cómodo y esperaba unos minutos antes de que Kun llegara también.

No quería acostumbrarse a algo que de todos modos terminaría, pero estaba recibiendo tantas atenciones que poco quería acabar con ello.

Luego de un rato, y como se esperaba, el mayor hizo sonar el timbre de la casa.

Jisung abrió apenas, sonriéndole como bienvenida.

- Hola – saludó el chino, besando su mejilla - ¿cómo te sientes hoy? –

- Bien – retrocedió para dejarlo pasar - ¿y tú? –

- De hecho – rió – hace un rato mi cabeza dolía un poco. No entiendo por qué –

- Tal vez sólo estás estresado ¿dormiste bien? –

- No dormí nada, creo que fue eso – lo miró - ¿comiste ya? –

- No –

El otro le dio una mirada cansada.

- ¿Por qué no? –

- Estaba esperándote –

- ¿Y no tienes hambre? – se acercó, acunando sus mejillas entre sus manos – no tienes que esperarme –

- Está bien – respondió tímido – no quería comer solo –

- ¿Quieres que te prepare algo rico? –

- Bueno – se encogió de hombros – gracias –

Kun se acercó a besar sus labios con ternura y el otro correspondió con familiaridad.

Había pensado que no lo extrañaba en absoluto, pero eso era una mentira.

Había extrañado besarlo, abrazarlo y oler ese rico perfume que siempre traía.

Le gustaba mucho Kun, incluso si había roto su corazón.





Como todos los días después de comer, ambos se dirigieron a la habitación del menor para pasar el rato.

Si era sincero, el chino estaba teniéndola difícil para mantenerse despierto, por lo que simplemente se echó en la cama y, en su mayoría, se dedicó a escuchar a Jisung.

- ¿Qué vas a hacer mañana? – preguntó el menor, mirando por la ventana.

- Cierto – se sentó con dificultad, reprimiendo un bostezo – olvidé decirte que mañana tengo que ir a una reunión importante –

- ¿Vas a salir? – lo miró – bien, buscaré algo que hacer –

- No – rió – te lo digo porque quiero que me acompañes –

Jisung arqueó una ceja, mirándolo interrogante.

- ¿Quieres que vaya a una fiesta contigo? –

- Por favor – asintió.

- No sé – hizo una mueca – no creo que sea buena idea –

- Por favor. Si no vas voy a aburrirme mucho – hizo un puchero.

- Kun... -

- Vamos a comer rico y conocer gente interesante – se acercó a él para tomar su mano – va a gustarte –

- ¿Por qué no llevas a alguien más? –

- Quiero llevarte a ti – se colocó de cuclillas frente a la silla dónde el otro estaba sentado – vamos, amor. En serio quiero ir contigo –

El menor sonrió avergonzado y asintió.

- Bien, pero si no me gusta nos iremos –

- Claro – dejó un casto beso sobre sus labios – es semi formal –

- Lo tendré en cuenta – dijo acariciando su mejilla.

El chino sonrió complacido y se acercó nuevamente a besar sus labios, esta vez con más profundidad.

A pesar de todo, ambos encontraban la bruma que traían los besos que compartían bastante reconfortante. Como si fuera su lugar seguro.

Jisung abrió sus piernas para recibirlo entre ellas y el mayor las tomó para cargarlo hasta la cama.

Lo arrastro hasta el centro sin despegarse de él, y comenzó a acariciar sus muslos.

Jisung giró su rostro, descolocando al otro por un momento hasta que comenzó a besar su cuello.

- ¿Estás bien con esto? – murmuró ronco a su oído.

- Quiero hacerlo – lo empujó para mirar sus ojos – sólo ten cuidado. No queremos más sorpresas – medio bromeó.

El mayor rió divertido, acercando su mano a la entrepierna ajena para acariciarla.

Jisung se removió bajo su tacto empezó a jadear por lo bajo, haciendo al otro aumentar la fuerza y velocidad a fin de escucharlo más nítidamente.

Antes de que lo notara, el chino se había deshecho de los pantalones y ropa interior de ambos, creando fricción entre sus miembros.

El menor tomó su camisa y la apretó cuando sintió al otro acariciar su falo humedecido contra su entrada.

Sin esperar más, se empujó a sí mismo, sintiéndolo resbalar lentamente dentro de él.

Tomó los hombros de Kun para apoyarse en ellos y comenzar a empalarse a sí mismo haciendo movimientos circulares.

Apenas empezaba a aumentar la velocidad, se detuvo en seco cuando escuchó un auto estacionarse frente a su casa.

Kun cubrió rápidamente sus labios y comenzó a joderlo en serio.

Los lloriqueos del menor apenas eran amortiguados por su mano y él no podía detenerse.

- Vamos, mi amor. Déjalo ir – gruñó por lo bajo – nos van a descubrir –

El más joven apretó su cuerpo haciendo al mayor salir rápidamente para liberarse sobre su estómago, justo al tiempo que el otro lo hacía.

No pudo registrar cuando Kun lo vestía de nuevo, hasta que sintió sus prendas pegarse contra su piel.

- Qué asco – se quejó.

- Te bañas luego – lo besó con ternura – muchas gracias –

Jisung estuvo a punto de responder cuando tocaron la puerta de su habitación.

- Pase –

Ya no había nada que temer.

¿Por qué no aprenden?

¿No estabas muy cansado, maldito perro?

Love, love, loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora