El ex marine levantó la mano izquierda para mostrar, con el gesto, que se rendía. Sacó la mano de la chaqueta y se alejó de los chicos. Al marcharse, acribilló con la mirada a ______, que se quedó helada al comprobar la maldad que había en aquellos ojos.
El hombre fue hacia donde se encontraba su amigo, que continuaba con las arcadas. Lo tomó por el brazo y lo llevó hasta el coche, que seguía abierto. Colocó a su compañero en el asiento de delante, cerró la puerta y enseguida apareció en el lado del conductor.
Antes de subirse al vehículo, el ex marine lanzó una última mirada a ______.
—Ya te cogeremos luego, encanto —prometió con una sonrisita maliciosa.
A ella le temblaron las piernas y tuvo que hacer un gran esfuerzo para no caer al suelo desvanecida mientras el matón la miraba. El portazo había quedado silenciado por el sonido atropellado de sus propias pulsaciones.
El Cadillac se alejaba y el ruido distante de las sirenas la sacó de su estupor. No quería explicarle a la policía por qué aquellos hombres habían intentado secuestrarla. Al agacharse para recoger la carpeta que se le había caído, perdió el equilibrio y casi acaba en el suelo. Unas manos la agarraron con fuerza.
—Trabajadora, ¿está usted bien? —era el chico de la cabeza rapada.
—Sí, gracias. Tengo que irme de aquí antes de que…
—…de que llegue la policía. Ya, sé a qué se refiere. Venga, la acompaño hasta su coche.
El chico la guió hasta la puerta del Buick y esperó mientras ella manejaba las llaves con torpeza para abrirlo.
Finalmente, se le cayeron. Entonces el muchacho las recogió, abrió la puerta y ayudó a ______ a sentarse en el asiento del conductor.
—No sé cómo darles las gracias, a ti… y a tus amigos —le dijo ella mientras el chico le devolvía las llaves.
—No tiene que darme las gracias por nada. Ayudó a mi abuela, con eso basta. Y ahora lárguese de aquí, corra. —Cerró la puerta y dio un golpe en el capó del coche, apremiándola para que se marchara.
______ miró los pisos. Los otros chicos y las mujeres habían desaparecido ya. La calle Hatcher parecía vacía. Era el momento que ella también se fuera de allí.
Después de arrancar, levantó la mano para despedirse de su nuevo amigo, pero el chico ya había desaparecido.
Arrancó y por el espejo retrovisor vio aparecer el coche de policía al final de la calle de Prudie. Giró en la primera perpendicular con que se topó y pisó el acelerador para poner más distancia entre ella y las autoridades.