—No tienes remedio —y permitió que la empujara suavemente contra los almohadones del sofá.
Liam se puso de pie y se quitó los pantalones antes de arrodillarse en el suelo a su lado. Se inclinó hacia ella, le abrió el albornoz, le besó el ombligo y acabó lamiéndole el pecho.
—Mmmm… —gimió ______—, más…
Él levantó la cabeza para poder verle la cara.
—Cuéntame tus fantasías.
—¿Qué? —a ______ no le apetecía pensar, sino sentir.
Liam dedicó unos segundos a mordisquearle un pezón, que luego liberó.
—Quiero saber cuáles son tus fantasías.
—Esta es una de ellas… —______ se retorció en un intento de volver a introducirle el seno en la boca—. Vamos, Liam, eres tú el que ha empezado.
—Y pienso terminar, en cuanto me cuentes tus fantasías —respondió él al tiempo que le toqueteaba el pezón con los dedos.
—¿Qué fantasías?
—Esas en las que piensas al masturbarte cuando estás sola en la cama por la noche. —Liam situó la otra mano entre sus piernas y empezó a masajearle los labios de su sexo—. Vamos, nena, dime con qué sueñas.
—Me imagino… cosas que no he hecho nunca.
—Como por ejemplo… —su voz era ahora más grave y áspera.
—Como el sentirme dominada, a merced de otro. Nunca me han atado y me gustaría saber qué se siente…
—¿Y qué más? —Liam le separó los labios y le introdujo un dedo en la hendidura.
______ arqueó la espalda y trató de apretarse contra aquella mano que la penetraba.
—Te estás mojando, cielo. ¿Te gusta hablar de esto? —entonces le metió un dedo más.
—Me gusta lo que estás haciendo ahora —gimió ella—. ¡Dios! ¡Más, más!
—Respóndeme a una cosa —ya había tres dedos dentro y Liam empezó a frotarle el clítoris con el pulgar.
______ empezó a mecerse para contrarrestar el ritmo de los dedos al entrar y salir de su sexo—. ¿Qué más cosas te gustaría que te hiciera tu amante? —la respiración de Liam se había vuelto sonora.
______ subió los brazos por encima de la cabeza y levantó las caderas para acercárselas a
Liam, que dejó de mover las manos. Ella protestó en un grito ahogado.
—Respóndeme —insistió él.
Desesperada por que siguiera tocándola, dijo:
—Alguna vez me he preguntado cómo sería someterme a los deseos de un hombre, dejar que él tomara el control de mi cuerpo.
—Mmmm… —murmuró él, animándola a seguir hablando.
—No fantaseo con ser azotada, sólo con que me atormente excitándome, ya sabes… Ahora tócame, por favor.
Liam la compensó volviendo a mover las manos.
Durante algunos minutos, los únicos sonidos que se escucharon fueron los suspiros y los gemidos de ______. A esas alturas, los fluidos de su sexo habían empapado los dedos de Liam.
—Avísame cuando vayas a correrte —ordenó.
—¡Ya! —rogó— ¡Por favor!