—Suena de cine. Si tienes una plancha, yo me encargo de preparar la carne.
—Estupendo, ya la tengo adobada —luego dudó un instante. Tenía una parrilla de gas en el armario del balcón, pero no quería que Abruzzi pudiera verlos desde su ático—. Hay una barbacoa de carbón en la terraza del edificio. Uno de los vecinos la compró para que la usáramos todos. También hay una mesa y unas sillas.
—Fenomenal, ¿tienes carbón?
—Sí, está en la despensa, al lado del líquido para encender el fuego —indicó de camino a la cocina.
Liam la cogió de la cintura e hizo que ______ se volviera para mirarlo.
—¿Me haces un favor?
—Depende de qué se trate —respondió ella antes de esbozar una pequeña sonrisa.
—No lleves puesta ropa interior.
—¡Eres un pervertido! —______ protestó con un gesto exagerado—. Lo sabes, ¿verdad?
—Sí, pero soy tu pervertido —respondió él después de darle un beso en la frente. Luego añadió—: Voy encendiendo el fuego.
______ continuaba mirándolo fijamente cuando, de repente, se dio cuenta de que seguía sonriendo. Meneó la cabeza y salió de la cocina. En el dormitorio, se desnudó para quitarse el body que Liam le había regalado. Se miró al espejo y se sorprendió de lo diferente que se veía desde hacía unos días. El cuerpo que observaba era el mismo que, redondeado y carnoso, había visto en el reflejo hacía cuatro días, sí, y, sin embargo, segura ahora de su atractivo, ______ sentía que aquellos kilos de más no le importaban tanto. «Bueno, sí me molestan, pero no como antes.
Puedo estar rellenita y ser sexy al mismo tiempo.» Se guiñó un ojo.
Durante la hora siguiente, ______ y Liam hicieron juntos la cena. Mientras esperaba a que él llegara del trabajo, ya había preparado el cóctel de gambas y la ensalada César, de modo que se limitó a organizar una cesta con el mantel, la comida, los platos, los vasos y los cubiertos. La subió a la terraza, donde Liam ya había encendido el fuego y se ocupaba de los filetes. Cuando por fin se sentaron a cenar, eran más de las diez.
—Vino —Liam levantó la copa y señaló las luces que brillaban en el centro de Dallas—, unas vistas preciosas y —brindó para ella— una mujer hermosa. ¿Hay algo más que se pueda pedir?
—Gracias —______ miró a su alrededor—. Es una noche muy bonita, ¿verdad?
La temperatura rondaba los veinte grados y el cielo estaba despejado. La luna llena iluminaba la terraza y se oía la música que provenía de la calle.
—¿Qué tal el día? —se interesó ______ al tiempo que pinchaba una hoja de lechuga.
—Frustrante. El equipo que sigue a Abruzzi lo ha perdido de vista esta tarde —Liam ignoró el cóctel de gambas y la ensalada para concentrarse en el filete.
—¿Y cómo lo han perdido? —a ______ le latía con fuerza el corazón.
—Por vagos. Yo vi que Abruzzi se preparaba para salir de casa y avisé por radio al equipo que estaba abajo. Mis dos compañeros esperaban que lo hiciera por el garaje, pero empleó la entrada principal. —Liam dudó antes de llevarse el tenedor a la boca—. Ha sido un error de principiantes. Tenemos instrucciones de cubrir todas las entradas del edificio. Les entró pereza a los de seguimiento —concluyó antes de, ahora sí, meterse el tenedor en la boca.
—¿Tú crees que Abruzzi sabe que están vigilándolo? —______ hizo esfuerzos por mantener una actitud calmada y no alterar el ritmo de la respiración.
Él negó con la cabeza y acabó de masticar.
—No, creemos que no. Se les ha escapado a los de abajo, eso es todo. El conserje les dijo luego que lo había recogido un coche en la puerta.
Por temor a cruzar la mirada con él, ______ continuó observando la ensalada.
—¿Lo encontraremos después? Sí, aproximadamente una hora más tarde el coche lo dejó de nuevo en su casa. No sabemos adonde ha ido, aunque no puede haber sido muy lejos. —Liam cortó un trozo de grasa del filete.
«Cierto, sólo pasó por el supermercado para asustarme.» Incapaz de pensar en algo que responderle a Liam, ______ rezó para que dejara el tema y se dedicó a masticar con ganas un trozo de gamba.
—Estás preciosa, nena.
—¿Eh? —______ levantó los ojos para mirarlo.
—He dicho que estás preciosa.
—Y tú estás como una cabra —respondió meneando la cabeza.
—Sí, estoy loco, loco por ti. No tienes ni idea de lo caliente que me pone ese jersey que llevas.
Ella se miró el jersey negro y frunció el ceño.
—¿Por qué?
—Porque era lo que llevabas el día en que te vi por primera vez. Sola en medio de la oscuridad, espiando.
—¿Te ponía verme así? —se extrañó. Luego dejó el tenedor en la mesa.
—Mucho. Me moría de ganas de tocarte.
A ______ se le quitó el apetito. Se echó hacia atrás sobre el respaldo y se agarró los pechos con las manos.
—¿Tocarme así?
Liam dejó sus cubiertos.
—Así exactamente.