—Por favor, ¿qué?
—Más —pidió ella.
Liam atravesó la habitación para coger la venda.
Aunque a ______ empezaron a dolerle los brazos de tenerlos por encima de la cabeza tanto tiempo, la molestia quedaba compensada por el placer que Liam le proporcionaba con las manos y la boca. A pesar del frío del cubito, el pecho le ardía tanto como la entrepierna, ya incandescente.
______ le había rogado que continuara cuando él se había retirado y se había alejado de ella.
En cuanto abrió los ojos, él le colocó la venda sobre los ojos.
—¿Qué estás haciendo?
—Relájate, cielo. Ya verás qué sentiras bien.
La venda no era más que un par de parches de nailon unidos por medio de unas tiras elásticas que se ajustaban alrededor de la cabeza.
—¿Qué vas a hacer?
—Confía en mí.
Sin pararse siquiera a pensarlo, ______ replicó:
—Ya confío en ti; más de lo que confío en ningún otro hombre.
Notó enseguida que se quedaba paralizado y sintió que se le encogía el corazón. «No tendría que haber dicho eso. Qué tonta soy.»
Liam le acarició la mejilla con la mano.
—Gracias.
______ apartó la cara.
—Lo siento. No tendría que haber dicho nada.
Él le tomó el rostro con ambas manos.
—Eso no es cierto. Sé exactamente cómo te sientes porque yo me siento igual. —La besó en los labios con extrema delicadeza—. Es como sí te conociera de toda la vida. Pondría la mano en el fuego por ti —dudó un segundo y añadió—: y el corazón.
A ______ se le engrandeció el alma.
—Me encantaría poder verte la cara.
Liam la besó de nuevo.
—Pues está muy bien que no puedas, porque yo creo que no me habría atrevido a decirte lo que acabo de decir si hubiera estado mirándote a los ojos —de inmediato cambió su tono de voz—. Bien, y deja de distraerme que tengo cosas que hacer por aquí.
______ esperó, nerviosa, y se recordó a sí misma que había sido ella la que había sacado a colación lo de los juegos de dominación. Escuchó un ruido extraño, como de cadenas. Sintió que algo le rozaba el pecho y se dio cuenta de que Liam estaba colocándole una de las pinzas para los pezones. Y lo hizo de modo que aunque notó el pequeño pellizco, no fue como si se cerrara de golpe. ______ se retorció por la presión que ejercía aquel aparato sobre el pezón.
—¿Tan estupendo es? —quiso saber él al tiempo que le pinzaba la otra en el otro pecho.
—Sí —suspiró ella.
—Muy bien. Quiero que abras las piernas tanto como puedas —aunque ______ trató de seguir las instrucciones, las esposas limitaban su capacidad de movimiento. Así está bien —dijo satisfecho mientras le acariciaba las caderas—. Eso es.«¿Así está bien? ¿Para qué? ¿Qué es lo que pretende hacer?»
Aunque el primer contacto con el frío del hielo en el seno derecho la sobresaltó, pronto se relajó en cuanto reconoció el cubito, que Liam arrastró hasta conseguir que también hiciera contacto con la pinza, de modo que el metal bajó enseguida de temperatura hasta resultar casi doloroso. ______ serpenteo ligeramente con la intención de escapar de aquel clip congelado.
—Liaam!… —gimió.
Él no respondió, pero retiró el hielo. Acto seguido ______ notó el tacto ligero de una pluma.
La suavidad de la caricia eliminó de inmediato el dolor provocado por el frío del hielo. La combinación de sensaciones físicas en la piel era impresionante: la presión de la pinza, el frío del metal y ahora la delicadeza de la pluma, que Liam paseó por sus axilas, su vientre, por detrás de las rodillas…