Él se levantó y se ocupó de su propio cubierto.
—¿Y la esquelética? —preguntó de camino a la cocina.
—¡Ah! Esa chica es modelo —respondió mientras lo acompañaba hasta el fregadero—.Tiene todo el piso decorado con fotos suyas gigantes en blanco y negro. Es bulímica: la he visto zamparse litro y medio de helado de una sentada, meterse luego los dedos en la boca e ir corriendo al baño.
Liam abrió el grifo.
—Así que lo que has hecho es vigilarlos para asegurarte de que estaban bien.
Ella asintió al tiempo que le pasaba la sartén y la espumadera.
—Aunque puede que suene tonto, me he sentido como su ángel de la guarda, pendiente de que no les sucediera nada.
Él se quedó mirándola fijamente.
—No suena tonto, es precioso; pero tienes que dejar de hacerlo de todas formas.
—Ya lo sé. No volveré a hacerlo, lo prometo.
—Muy bien. ¿Por qué no vas preparándote para irnos a la cama mientras yo acabo de fregar los platos? —Liam esbozó una sonrisa burlona—. Nada de pijamas, ¿eh?
______ notó un cálido cosquilleo en la entrepierna. Sin decir nada, se dio la vuelta y se marchó al dormitorio.
A pesar de que ya era la una y veinte de la madrugada, no se sentía cansada en absoluto.
Aunque Liam le había dicho que nada de pijamas, no tenía ninguna intención de recibirlo desnuda. Buscó en su armario y sacó el camisón negro, largo y sexy que Dora le había regalado en Navidad. Séquito el albornoz, se puso la nueva prenda y se observó satisfecha en el espejo. No estaba mal. Luego se cepilló los dientes y se lavó la cara. Cuando Liam entró en el dormitorio, ______ ya estaba retirando el edredón y ahuecando las almohadas de la enorme cama.
Él dio un silbido tremendo al verla con el camisón.
—Es estupendo. ¿Lo compraste para Aidan?
Repentinamente avergonzada por la pregunta, ella se protegió con la almohada que sostenía en aquel momento.
—No, es un regalo.
Liam se acercó a ella y se deshizo de la almohada que los separaba.
—Desde luego, para mí lo es, de eso estoy seguro —le dijo antes de besarla con delicadeza.
______ lo agarró para atraerlo hacia ella, pero entonces él retrocedió.
—¿Me dejas darme una ducha antes a mí también? Con lo guapa que te has puesto, tengo que estar a la altura.
—Hay un cepillo de dientes sin estrenar en el botiquín —lo informó ______ antes de liberarlo.
—Estupendo. Vuelvo enseguida.
Ella se metió en la cama y se permitió disfrutar soñando despierta mientras escuchaba el ruido del agua.
Todavía no podía creerse todo lo que le había ocurrido en las últimas veinticuatro horas. Allí estaba ella, saliendo —bueno, follando era más preciso— con un poli de la Brigada de Crimen Organizado que podía haberla dejado hecha trizas y que, sin embargo, no lo había hecho.
Y que tampoco se había largado después del polvo, sino que se había quedado allí, había cenado con ella, se estaba duchando en su baño y se disponía a dormir en su cama. Todo aquello parecía un regalo del cielo.
Oyó que se cortaba el chorro de agua. Liam aparecería en cualquier momento. El corazón empezó a latirle con tanta fuerza que hizo que le vibrara la caja torácica y se le secara la boca. Se incorporó y comprobó su aspecto en el espejo del vestidor. Estaba sonrojada y respiraba con rapidez. ¿Apagaba la luz de la mesilla o la dejaba encendida? ¡Madre mía! Se sentía como una virgen de veinte años.
Liam estaba cepillándose los dientes —podía oírlo en el lavabo—, de modo que retiró las sábanas y saltó de la cama para darse los últimos retoques en el tocador. Empezó a ahuecarse el cabello para alisarse las ondas más marcadas, cogió el cepillo, se inclinó hacia delante y se lo pasó por el cabello, de la nuca a la frente. De repente se abrió la puerta del baño.
—Hola —saludó Liam.
______ dio un salto y se irguió de inmediato.
—¡Uy! —dijo, sorprendida, antes de soltar el cepillo.
—¿Estás bien?
—Sí, sí, estoy bien.
Se retiró el cabello de la cara y tardó un segundo antes de recuperar la visión. Lo primero que se encontró fue a un hombre desnudo plantado delante de ella. Sorprendida, primero dio un grito y luego casi pierde el equilibrio al intentar dar un paso atrás.
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