—¡Anda, mira! ¡Los crisantemos y las azaleas están en flor!
Enseguida se vieron rodeados de los colores dorados y violáceos del otoño que contrastaban con los tonos rojizos de los caladios y las astromelias.
—Es precioso —coincidió Liam.
Se encontraban ya en la pequeña colina que ______ recordaba. Había un banco de madera y hierro forjado desde el que se divisaban el lago y el resto del jardín. Se dio un paseo con la intención de inspeccionar la zona. Aunque se veían algunas personas a lo lejos, no había nadie cerca.
—Este es el sitio perfecto —afirmó.
—¿Perfecto para qué? —quiso saber él, que estaba acariciando el pétalo de una flor violeta.
—Para hacer realidad tu fantasía.
Liam volvió con rapidez la cabeza para mirarla.
—¿Cómo dices?
______ le señaló el banco y le ordenó:
—Bájate la cremallera de los vaqueros y siéntate.
Liam la miró, sin poder dar crédito.
—¿Estás loca? Aquí puede vernos todo el mundo.
______ se rió.
—No antes de que los hayamos visto nosotros. Los arbustos que hay al otro lado del camino nos tapan la parte de abajo del cuerpo y desde donde tú estás puedes ver a cualquier persona que se acerque.
Liam se mojó los labios. ______ dedujo enseguida que la idea lo excitaba: ya se le notaba el bulto en los pantalones.
—¿Tendrán prismáticos en aquellos barcos? —se preguntó mirando hacia el lago.
—Seguramente —asintió ella—, pero ¿qué más da? Están demasiado lejos como para poder hacer algo más que disfrutar mirándonos.
Aquellas palabras y la actitud de ______ lo convencieron. Se dispuso a desabrocharse el cinturón y bajarse la cremallera de los pantalones.
—Habrá que hacerlo rápido.
—¿Por qué no te los bajas hasta las rodillas? —Indicó al tiempo que le señalaba los pantalones—. Así no estorbarán ni los mancharemos.
Absolutamente dispuesto, él se bajó los vaqueros por las caderas, se sentó en el banco y se sacó la po.lla de los calzoncillos. Luego extrajo un preservativo del bolsillo.
______ se había quitado la mariposa azul en el apartamento de Liam y se la había guardado en el bolso. Libre de nuevo, el sexo volvía a hinchársele por el deseo. Se subió a horcajadas sobre Liam y colocó las rodillas a la altura de sus caderas. Bajó la mano hasta los muslos y le ayudó a dirigir el pene hacia la hendidura hasta que la penetró deslizándose en la humedad y encajando en su cavidad como si se tratara de una llave en un candado. Ambos gimieron de placer. Para poder disfrutar de todas las sensaciones, ______ se inclinó sobre el regazo de Liam, que la agarró de la cintura.
—Vamos, cielo, móntame. Soy tu semental, móntame fuerte y ligera.
Ella se hizo enseguida con el ritmo, cabalgando a velocidad creciente mientras se mantenía agarrada a sus hombros para no perder el equilibrio.