Aún agarrándose la muñeca, el hombre bloqueó el paso de ______ con las piernas.
—Zorra, te mataré por esto.
Ella cerró un puño y lo lanzó hacia delante tan fuerte como pudo. El golpe que le propinó en sus partes fue contundente: el hombre gritó y se echó hacia delante para agarrarse los genitales y aguantar las arcadas. ______ consiguió ponerse en pie y se quedó perpleja sin poder dar crédito a la escena que presenciaba.
El otro matón se enfrentaba a un grupo de unos siete chicos afroamericanos. ______ reconoció los rostros de uno o dos de ellos; pertenecían a familias de la calle Hatcher que ella solía visitar.
Los chicos iban vestidos con los pantalones caídos y sudaderas con capucha tan comunes en aquel barrio. Algunos de ellos llevaban también gorras de propaganda, mientras que otros llevaban pañuelos que se anudaban ajustados a la cabeza. ______ calculó que la edad de los chicos oscilaría entre los trece y los dieciséis años.
El que lideraba el grupo, claramente el cabecilla, dio unos pasos hacia el matón. Llevaba una sudadera de Nike forrada de lana que le cubría ligeramente la cabellera organizada en hileras de trenzas.
—¿Por qué molesta a la trabajadora social? A usted no le ha hecho nada.
______ se acercó al grupo de chicos y buscó el móvil en el bolsillo.
El matón, que tenía pinta de ex marine e iba enfundado en un traje marrón que le iba pequeño, dirigió una mirada a ______ y luego otra a los chicos.
—Oígan, chicos, no se metan en esto y no les pasará nada.
Los chicos se rieron al unísono y se dieron codazos unos a otros.
—¿Hemos escuchado eso? ¿Hemos oído a este tío? Que no nos hace nada si no nos metemos en esto.
______ no veía ninguna expresión de miedo en aquellas caras adolescentes. Abrió la pestaña del móvil y apretó el botón de marcación rápida para contactar con la comisaría.
El tipo al que había golpeado estaba ahora vomitando en la acera.
Uno de los chicos, de unos catorce años y con la cabeza completamente rapada, se adelantó para situarse junto al cabecilla.
—Esta trabajadora social cuidó de mi abuela cuando los de la cartilla de alimentación se estaban portando como unos *****. Así que tú no te la llevas a ninguna parte.
El ex marine se introdujo una mano en la chaqueta en un movimiento claramente amenazador.
—Venga, niños, ya nos estamos largando si no quieren que convierta a alguno de ustedes en un colador.
Al otro lado de la línea comunicaba. «¡Dios santo! No permitas que les pase nada a estos chicos por mi culpa.» ______ colgó y volvió a marcar.
—¿A quién llamas tú «niño»? —el líder cerró los puños—. Ya has oído a mi colega Binks — indicó al chico de la cabeza rapada—, saca tu culo de aquí y llévatelo al sitio del que haya salido si no quieres que seamos nosotros los que te hagamos daño a ti.
En la comisaría seguían con el teléfono ocupado. ______ sintió ganas de echarse a llorar por la frustración. De nuevo colgó y volvió a marcar al tiempo que se aproximaba aún más a los chicos dispuesta a situarse entre ellos y el arma del matón. Allí no moriría ningún niño por su culpa.
El ex marine hizo ademán de sacarse el arma de la chaqueta, pero antes de que pudiera hacerlo ya tenía cuatro automáticas apuntándolo a la cabeza. El silencio lo invadió todo. ______ observó a aquellos adolescentes blandiendo las armas. Ya no había risas.
De pronto, todos estaban muy serios.
—Oye, tío —el cabecilla empezó a hablar con dureza—, coge a tu amigo y sal de la calle Hatcher de una puta vez, porque si no lo haces no vas a ver ningún otro sitio nunca más.
El matón se quedó estupefacto. Una calma insoportable se apoderó de la zona hasta que una voz familiar rompió el silencio.
—Oiga, caballero, ya he llamado a la policía, de modo que será mejor que se largue antes de que llegue.
Gracias a Dios. Era Prudie, que había salido al porche de su casa.
Fue entonces cuando ______ se dio cuenta de que había otra media docena de mujeres en las puertas de sus casas.
Otra de ellas gritó:
—He apuntado el número de matrícula de su coche, señor. Más le vale hacer caso a la señora Prudie y largarse de aquí antes de que me dé por enseñarles este número a los agentes cuando lleguen.