Liam sonrió.
—No me he traído el pijama, espero que no te importe.
______ se quedó observando su cuerpo, incapaz de mirarlo de una sola vez. A pesar de su desnudez, Liam transmitía fortaleza y poder. Tenía el torso alargado y delgado, los hombros anchos y las caderas estrechas. De la mata de cabello de la entrepierna le sobresalía el pene semierecto. Aquella visión le arrancó una sonrisa que la relajó un poco.
—¿Paso el examen? —preguntó él, tal y como lo había hecho en el bar un rato antes.
—Estás cañón y lo sabes —lo piropeó ella con la cabeza inclinada—; a tu lado me siento como un hipopótamo.
—De eso nada, cielo —Liam se acercó a ella, la tomó por los codos y le dio un beso en los labios—. Eres mi preciosa e insaciable amante y no pienso consentir que nadie se meta contigo, ni siquiera tú misma.
______ apoyó la frente en la de Liam.
—Se te da bien lo de elevar mi autoestima.
—Eso espero, porque a ti también se te da de maravilla lo de elevarme algo que tengo por ahí —respondió mientras deslizaba la mano derecha por el camisón y le acariciaba con los dedos la parte superior del pecho casi a la altura del pezón, aunque sin rozarlo—. De hecho, creo que ya no puedes elevarlo más.
A ______ le entró la risa y buscó el pene que se mantenía firme entre sus cuerpos. Empezó a bombearlo arriba y abajo, retirando el prepucio una y otra vez. El miembro reaccionó de inmediato aumentando de tamaño y endureciéndose. Liam cerró los ojos y ladeó la cabeza. Su respiración se tornó sonora.
—¡Oh, nena!, ¡qué gustazo!
Mientras continuaba masajeándole el miembro, se inclinó para mordisquearle el hombro desnudo. Le recorrió todo el pecho, lamiéndolo y jugueteando con la lengua, disfrutando de su piel limpia y tersa.
Liam, a su vez, empezó a tocarle los pechos y a estimularle los pezones. ______ gimió en cuanto él apretó las puntas, ya sensibles, con los dedos índice y pulgar de ambas manos. Luego fue empujándola ligeramente hasta que las pantorrillas chocaron contra la cama.
—¿Es una indirecta? —bromeó ella.
—Puedo decírtelo claramente, encanto: quiero que te tumbes boca arriba para que pueda meterte la po.lla hasta el fondo.
______ se quedó sin respiración. Permitió que Liam la ayudara a recostarse en la cama, donde se colocó enseguida para hacerle sitio. Él se quedó tumbado sobre ella durante un rato, mientras se frotaba contra la fina seda del camisón. Luego se apoyó en los codos de modo que quedaba algo de espacio entre ambos.
______ se acercó para darle un beso en los labios.
—Hola.
—Hola —respondió él antes de besarla con mayor intensidad, juntando sus lenguas.
Esta vez, no había ya las ganas y la premura de su primer encuentro. Por acuerdo tácito, ambos respetaron un ritmo lento y fluido. Al poco tiempo, el camisón estaba ya en el suelo. Liam acarició a ______ por todas partes mientras le iba preguntando si le gustaba lo que le hacía. Le pasó la lengua por la mandíbula, la muñeca y detrás de las rodillas. Al llegar a la derecha, ______ casi se cae de la cama: nunca se había percatado de que allí se escondía una zona erógena. O en el hueco de detrás de la oreja. O en su ombligo. Le sorprendió que él pudiera saber cosas de su cuerpo que ella misma desconocía. Nunca había tenido un amante que estuviera tan atento a sus necesidades. Hacía que se sintiera como un tesoro deseado. Pronto se descubrió a sí misma correspondiéndolo, tratando de aumentar al máximo el placer que le proporcionaba.
Aunque se acercaban al clímax una y otra vez, acababan frenándose para prolongar el juego en lugar de terminarlo. Cuando ______ dijo por fin «ahora», ambos estaban ya temblorosos, al borde del delirio y de la extenuación. Liam recolocó sus caderas y aumentó el ritmo, de modo que los dos se precipitaron sin remedio hacia el orgasmo.
El sexo y el vientre de ______ parecieron expandirse; tuvo la sensación de que se transformaban en una enorme bola incandescente. El fuego le recorrió la columna vertebral hasta alcanzarle el cerebro e incendiar todas sus conexiones nerviosas. Acto seguido, sintió el fogonazo de las luces que estallaban antes de que se hiciera el silencio. Pasó de estar en la cima a caer en un profundo sueño sin percibir siquiera el tránsito entre un estado y otro.
Liam, por su parte, permaneció consciente el tiempo justo que necesitó para moverse y situarse a un lado de ______, en lugar de encima de ella, y alargar el brazo para apagar la luz de la mesilla antes de abrazar a su amante por la cintura y colocar la cabeza en la cálida curva que se formaba entre su cuello y su hombro.
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