__________(Tn) cerró la boca con tanta fuerza que se oyó el chasquido de los dientes al chocar. Se colocó el auricular del teléfono en el hombro y cogió la caja más pequeña. Al abrir las tapas, apareció un montón de papel blanco que retiró para hacerse con el objeto que encontró más arriba: un bustier rojo. La prenda se anudaba por delante y llevaba el liguero incorporado.
-Ni en broma -susurró al auricular.
-Si vas a estar preciosa con él. Estoy deseando ver cómo lo rellenan esos preciosos y enormes pechos -la voz de Justiciero había bajado de tono y sonaba ahora más grave-, me estoy
exitando sólo de imaginarlo.
__________(Tn) estaba tan sorprendida que por un segundo dejó de sentirse asustada. Se mojó los labios nerviosa, ningún hombre le había dicho algo así en su vida. Y nunca se había puesto algo tan... sexy.
Se fijó en la talla del bustier, era justo la suya. ¿Cómo lo habría sabido? ¿Cómo le quedaría puesto?
Abrumada al darse cuenta de que estaba planteándoselo, __________(Tn) gritó:
-¡No pienso hacerlo!
-Claro que lo harás, __________(TN). Voy a...
-Me llamo __________(T apod)-interrumpió cortante-. Odio lo de __________(TN).
-Está bien, __________(T apod). Te diré lo que podemos hacer. Vamos a olvidarnos del resto del contenido de esa caja hasta más tarde. Todavía hay mucho que hacer. Empecemos por el teléfono.
__________(TN) lo dudó un segundo. La voz le había dejado bien claro que llamaría a la policía si se negaba a obedecer. Necesitaba ganar tiempo para pensar cómo salir de aquel atolladero. Quizá si fingiera estar muerta de miedo, él se calmaría, complacido. Además, grabarse en vídeo no significaba entregarle la cinta.
Durante los siguientes quince minutos, __________(TN) hizo todo lo que Justiciero le ordenaba, actuando como si hubiera encendido el piloto automático. Se vio obligada a quitarse los guantes de látex para seguir las instrucciones sobre el teléfono, que tuvo que colocar en el cuarto de estar en sustitución del que había. Justiciero le explicó que el nuevo aparato contaba con un sistema de manos libres que les permitiría hablar sin tener que sostener el auricular. __________(TN) se estremeció al entender de inmediato que eso significaba que la tendría con las manos ocupadas en otras actividades.
-¿Me oyes bien? -bromeó él después de que ella hubiera pulsado el botón del manos libres.
-Sí, te oigo bien -respondió __________(TN), molesta al descubrirse sonriendo levemente.
Aunque estaba chantajeándola, era evidente que pretendía seducirla con sus bromas y sus lisonjas para conseguir que ella se olvidara de que él era el enemigo.
__________(TN) se fijó de nuevo en el teléfono y se dedicó a hacer cabalas sobre Justiciero. ¿Se trataría de alguno de los inquilinos del edificio de enfrente? Por la voz parecía alguien educado y autoritario, alguien acostumbrado a estar al mando.
Miró furtivamente hacia las cortinas del cuarto de estar, ahora corridas. Por el ángulo de las fotografías que habían tomado de ella, __________(TN) sabía que las habían hecho desde el otro lado de la calle y por encima del sexto. El dominador vivía en el séptimo, sin embargo no podía tratarse de él porque estaba observándolo justo cuando Justiciero llamó por primera vez.
-Bien, __________(TA), no puedo aguantar más. Necesito que te pongas el body rojo.
A ella se le cortó la respiración. Iba en serio, aquel tipo esperaba de verdad que se lo pusiera. Debería estar asqueada y noobstante, en algún momento en la última media hora, su cuerpo había empezado a reaccionar ante el estímulo de aquella voz profunda e íntima que sonaba como en sus fantasías: cálida, sexy e incluso empapada de ternura.
-No es un body, es un bustier -corrigió enseguida mientras sacudía la cabeza como queriendo desprenderse de los peligrosos pensamientos que iban invadiéndola.
-Tienes toda la razón. El body es el que no lleva esas varillas... ballenas, ¿verdad? Ya te lo pondrás luego. -Su voz se escuchaba suave y seductora-. Ponte el bustier, nena.
La habitación se llenaba de una sensación de encantamiento que hacía que a __________(TN) le latiera el corazón cada vez más rápido. Sólo unos instantes antes había estado temblando de miedo y ahora, en cambio, se sentía encendida, excitada. ¿Qué le estaba pasando? ¿Qué le estaba haciendo aquella voz?
Acarició el raso y el encaje de la prenda. Podía fingir llevarlo puesto y él no se enteraría; a fin de cuentas, no podía verla.
-Tengo la polla dura sólo de pensarlo. Échame un cable, anda.
A __________(TN) se le contrajo el sexo al escuchar aquellas palabras: tenía las bragas empapadas. ¿La tendría grande? La pregunta le vino a la mente de modo espontáneo y, con ella, la imagen de un hombre sentado, con el rostro oculto en una sombra y el pene como un asta elevado con orgullo entre las piernas abiertas. Un hombre que la esperaba a ella.
-Está bien -accedió-, voy a ponérmelo.
-Cuéntame lo que vayas haciendo, todo lo que vayas haciendo.
La voz, ahora aún más baja, se había convertido en un mero bramido. __________(TN) era consciente de su propia excitación, que aumentaba como reacción a aquel sonido.
-Estoy... quitándome el jersey -masculló mientras se agarraba el dobladillo de la camiseta y se la sacaba por la cabeza.
-Vas de negro. Siempre vas de negro. Hace que se te vea la piel aún más blanca y perfecta.
-Tengo un culo enorme -se lamentó. Si bien dadas las circunstancias resultaba ser un comentario bastante ridículo, arrastrada por la situación, __________(TN) no podía dejar de sentir, como solía ocurrirle, que no era normal-. Estoy demasiado gorda.
-No es verdad, nena. Eres como una de las musas de Rubens. Hace trescientos cincuenta años tu cuerpo representaba el canon de belleza. Tienes que aprender a apreciar todas esas
sinuosas curvas y la lujuria que provocan. Como lo hago yo.
Aquellas palabras la dejaron más tranquila y la envalentonaron. Como una de las musas de Rubens... Le gustaba aquella descripción. __________(TN) se desabrochó los pantalones y se deshizo de ellos.
-Estoy quitándome los pantalones -explicó.
-¡Esa es mi chica! Ahora el sujetador. ¿De qué color es?
-Color carne -respondió __________(TN) con una mueca. Por una vez en su vida, deseó llevar puesto uno de encaje bien sexy, como los que aparecen en los catálogos de corsetería.
-Nena, tienes que llevarlo negro para que realce el tono de esa piel de pecado que tienes - la respiración sonaba con fuerza-. Quiero chuparte los pechos hasta que te corras. ¿Te has corrido alguna vez sólo con que alguien te chupara los pezones?
-No... -contestó __________(TN) en un suspiro, temerosa de tener que admitir la poca experiencia que tenía.
-¡Qué lástima! Parece que has estado siempre con el chico equivocado. Ahora quítate las bragas. ¿También son de color carne?
-Sí-mintió para evitar describirlas sencillas bragas blancas que en realidad llevaba puestas.
-Está bien, __________(TA). Déjalas caer. Ahora quiero que te acaricies tu sexo para mí.
__________(TN) dejó escapar un gemido. Nunca había escuchado a un hombre decirle esa palabra, la palabra reservada para sus fantasías, sus sensuales, prohibidas y solitarias fantasías. Aun con el cuerpo febril, empezó a tiritar. Sus mundos imaginario y real se entremezclaban. ¿Cómo acabaría todo aquello?
-Finge que soy yo quien te acaricia, que soy yo quien hace que vayas empapándote, ¿puedes?
Fascinada por la voz de Justiciero, __________(TN se tumbó en el sofá y estiró las piernas. Bajó dos dedos hasta sus pliegues y no se sorprendió al notarse chorreante. Era por aquella voz: la más sexy, la más erótica que había escuchado jamás.
-Estoy... estoy tocándome -dijo en voz alta.
-Muy bien, nena. Yo también estoy tocándome. He tenido que abrirme los pantalones y sacarme la polla porque me apretaba demasiado ahí guardada.
-¿Cómo es?
Silencio fue todo lo que obtuvo por respuesta. __________(TN) Se puso roja. ¿Qué estaba haciendo? Ni siquiera conocía a ese tío y le estaba pidiendo que le describiera su polla. «¡Está chantajeándome, por Dios!»
-¿Que cómo es qué? -se interesó él, dejando así imaginar una sonrisa.
La sorna de Justiciero la dejó cautivada.
-Tu polla -dijo ella sin tapujos-, descríbeme tu polla.
Él respiró sonoramente. __________(TN) sonrió para sí, encantada de haberlo sorprendido.
-Mide unos veinte cinco centímetros. No estoy circuncidado, así que la tengo más gorda que la mayoría de los tíos. Está dura como un garrote y tiene la punta completamente morada por las ganas que te tengo.
La imagen de aquel pene paralizó la respiración de __________(TN).
-Me encantaría verla -confesó entre suspiros.
-A mí también me encantaría que la vieras, nena, pero por ahora busca en la caja en la que estaba el bustier y encontrarás otro de mis regalitos....
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