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NO PUEDES HUIR DEL PASADO. Y eso lo sabía Robby, por mas que se empeñara a ser una mejor persona para ella, ahí estaba su padre en una hoja de papel como una figura de autoridad que jamás tuvo Keene en su vida.
E incluso aunque no lo conocía como la palma de su mano, sabía perfectamente que sino podía hacerse cargo de su propia sangre, menos podría lidiar con pubertos ajenos.
Porque aunque lo negara, Robby necesitaba esa figura paternal simplemente para sentirse escuchado. Pero pedía mucho.
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Dolía creer que podría ayudar a un pobre chico atormentado por los prejuicios.
Pudo aprovechar ese tropiezo para motivarlo en creer en sí mismo, pero ¿cómo hacerlo? si al mínimo error, se dejo caer en el alcohol y aún peor, la madre del chico le prohibió siquiera saludarlo por las mañanas.
No, no fue capaz de cuidar y estar a lado de su propio hijo. Menos de un extraño. Tal vez era eso, quería ser la figura paternal de Miguel como no lo pudo ser con Robby.
Por eso le pesaba tanto haberle fallado, a la única persona que creyó en él desde el primer instante.
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— ¿Porque no me dices quién lo hizo? Le diré a la escuela, ellos te cuidarán —hablo por preocupación, la señora Díaz.
— ¡No! —exclamo Miguel —. Sera peor si lo haces. Aunque sí tomara más clases podría-
— Ni lo pienses —negó su madre amenazante.
— No es culpa del sensei Lawrence, mamá. Aún no estaba preparado para atacar.
— Carmen, por favor —entro su abuelita —. Finalmente el niño encontro algo que le gusta, déjalo ser feliz —la miro fijamente —. Además de eso a tenerlo todo el día aquí haciendo nada —miro a Miguel —, vale la pena la golpiza —levanto los pulgares.
— ¡Mamá! —regaño, Carmen —. Ese hombre es una mala influencia para mi niño.
La adulta la miro con el ceño fruncido y levantó las manos alejándose del lugar, sabía que su hija era difícil de convencer y algo terca, cabe recalcar.
— No es mala influencia, el sensei Johnny es genial —hablo como si de su ídolo se tratase.
