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(☁️)
( ʀᴏʙʙy )
DESDE QUE COMENCÉ A TRABAJAR con el señor LaRusso, no existe un solo día que no corrija mis movimientos. Al principio no entendía nada en absoluto pero luego de recordar aquella noche, me percaté que eran secciones rápidas de defensa personal.
No niego que era increíble como algo tan sencillo como limpiar una ventana, se podría transformar en un bloqueo para cuando alguien te quiere partir la cara.
Realmente estaba ansioso de contarle cada detalle a T/N. Pero si le decía, tendría que responder cada una de sus cuestiones y eso implicaba las razones del porqué exactamente con LaRusso.
¿Y cómo decirle que todo es parte de un plan para fastidiar a mi padre? Sí, que larga pregunta.
Cuando la conocí, fue más fácil decirle que mi padre estaba viajando constantemente debido a su trabajo. Y que mi madre y yo éramos tan humildes que costeabamos nuestras propias necesidades. Era mejor eso a decirle: “ mi padre me abandonó y ¡es un maldito alcoholico! ”.
Pero no, no podía evitar que T/N decidiera tenerle rencor por ser un padre ausente, según lo que le decía.
De verdad la adoraba y me odiaba a mi mismo no poder decirle la verdad de semejante mentira. Porque a veces por amor mientes hasta de tus origenes, aunque sé que ella jamás me juzgaría era difícil cuando la mentira ya lleva un maldito año.
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( ᴛ/ɴ )
— Señorita Robinson, haga una alineación. Necesitamos quitarles el miedo a estas nenitas —ordenó el sensei. Agradecida con el de arriba por haberme salvado de un puño en mi rostro.
Sí, una vez mi madrastra estaba tan borracha que me estampó a una pared “ por cruzarme en su camino ”, solo tenía 13 cuando eso pasó. Por lógica, no levanté la mano cuando el sensei Johnny preguntó si alguna vez nos habían golpeado en la cara, ¿valía, no?
— ¿Vienes? —pregunto Miguel a mi lado.
— No tengo idea de a dónde vas pero prefiero acompañarte a escuchar los quejidos de los demás —respondí con una mueca de dolor al ver como Eli o bueno “ Halcón ”, era golpeado.
— Quiero contarle al sensei sobre Sam —respondio con tono tímido.
— ¡Uh, chismecito! —aplaudí siguiéndolo a la oficina del señor Lawrence.
— Sensei, necesito preguntarle algo —apenas entramos Miguel comenzó.
— El botiquín esta abajo, ¿hay sangre? —cuestiono sin despegar su mirada de la revista.
