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Y AHÍ ESTABA, UNA VEZ MÁS, centrada en sus pensamientos y perdida en sus emociones.
— Es bueno verte otra vez, T/N —sonrío gentilmente — ¿Cómo está tu madre?
— Culpando a su hija de todas las desgracias de su vida, nada nuevo —respondió con cierto toque de sarcasmo.
— Sé perfectamente que no te gusta centrar tu atención en ella, pero es necesario que me respondas una simple pregunta, ¿Podrías? —dejo su libreta en el pequeño escritorio.
— De que puedo, puedo. El punto es si quiero —la miro entrecerrando los ojos —. Lo siento, Doc. Es que realmente detesto hablar de la mujer que siempre me recuerda que soy una miseria.
— ¿Tú crees en eso? —T/N nego —. Supongo que ambas estamos de acuerdo que si millones de personas te hieren verbalmente, ninguna de sus palabras te lastimaran. Al menos no, hasta que una de ellas es tu propia progenitora —nuevamente la chica respondió en silencio, con un ligero movimiento de cabeza — ¿A que crees que se deba su odio y frustración hacia tu persona?
T/N pareció pensar tras un minuto de serenidad. Recordo como un rayo de luz cada segundo que su propia madre la humilló y la trató como si no valiera nada.
Entonces lo suponía, la mujer siempre mencionaba a su padre en cada rato amargo de reproches. Supo finalmente el porqué la odiaba tanto. Su madre la culpa de la muerte de su propio padre.
—Me menosprecia por mi padre —aclaró su garganta —. Ella cree que es mi culpa de que se haya suicidado.
— Probablemente lo escuchaste más de una vez pero —suspiro con tristeza — tú eras solo una niña.
— Mi verdadera madre, se embarazó a una edad adecuada pero ella realmente no estaba preparada para criarme —su segunda psicóloga de confianza, la miró con atención —. Más sin embargo, luchó por mi bienestar —suspiro con pesadez —. Cuando mi padre se enteró, fue el hombre más feliz del mundo pero las presiones sociales y laborales lo atraparon haciéndole caer en depresión. Yo siendo una bebé de un año, no podía ayudarlo.
Dispuesta a parar sus delirios, la mujer quiso interrumpirla pero simplemente T/N era lo que necesitaba, dejar ir el dolor y saber que nada de lo que pasó, fue su culpa.
— Pero ¿sabe cuál es el maldito problema? —se exaltó levemente — .Que cuando mi madre tenía dos meses de embarazo, mi padre y ella habían terminado tres meses atrás. Y él salía con alguien más, quién ahora quiso reemplazar el papel de mi verdadera madre —soltó con descontento —. Esa mujer que vive bajo el mismo techo que yo, es solo la última pareja de mi difunto padre —la psicóloga estaba más que sorprendida —. Y ella me culpa por pensar que solo traje dolor a la vida de él. Me culpa por su muerte.