18

12 2 0
                                    

Reconozco que al principio dudé demasiado respecto a todos los detalles que me fue revelando, pero poco a poco fui dándome cuenta que todo cobraba sentido. Sus finas prendas, su habilidad en las matemáticas, sus grandes destrezas en la  pintura y en la escritura sólo las podría aprender  alguien que viene de la nobleza o incluso solo la realeza. Y, efectivamente, así era. Mi futura esposa provenía de la realeza, es más, es la hija del rey Vladislao. Mi amada es la mismísima princesa perdida.  Sí, incluso ahora sigo sin creerme que  estaba a punto de casarme por quien entregaban cofres repletos de joyas y oro por únicamente dar a conocer su paradero. Literalmente, tenía entre mis brazos a la joya más preciada que el dinero no había logrado comprar. A veces la suerte del pobre el rico la desea. 

Continuó contándome el porqué de su huida del reino, de su llegada a este pueblo y el porqué se enamoró de mi. 

Con la última copa de vino en mano, la chica del vestido olivo me contaba que tuvo que escaparse y dejar de lado todos aquellos  lujos del castillo para encontrar una vida más mundana y libre. Una vida sin demasiadas preocupaciones y sobretodo en búsqueda de aquello que se encontraba en los libros que cada tarde leía, donde muchos lo llamaban romance, otros lujuria, unos cuantos pasión pero en todos leía la palabra  “amor”.  No entendía por qué tantos libros trataban temáticas similares y sus incansables maneras de intentar explicarlo. A pesar de haber leído demasiado sobre aquel tema,  lo sentía tan ajeno y continuaba  siendo  lo más desconocido del mundo para ella. Tenía que huir, debía hacerlo. Los reyes estaban a punto de concretar una boda con un rey de un reino cercano que se encontraba viudo y con este matrimonio  buscaban unir alianzas entre estas familias. Lo único que ella sabía era que el rey le doblaba la edad y que éste sería su tercer matrimonio debido a que  sus antiguas esposas no le brindaba al nuevo príncipe y por ello optó por decapitarlas.  

Su huida del palacio no fue nada fácil pero con la ayuda de la cocinera del castillo y  varios guardias logró escapar  durante una  cálida madrugada de verano; hace más de 2 años. llevó consigo 2  maletas pequeñas. Empacó varios de sus vestidos más livianos, unos cuantos panfletos y varias joyas de la realeza para emprender el viaje.   

En las afueras de la ciudad le esperaba un pequeño carruaje con dos caballos  que había comprado. Llevó algo de agua y comida y fue así como emprendió un largo viaje hacia el oeste.   

  Le tomó varios días encontrar un lugar donde descansar bajo un techo. Recorrió varias colinas, praderas y uno que otro riachuelo. Seguía la corriente cada vez que podía, sabía que al final de este era casi seguro que habría un pequeño pueblo. Y menos razón no pudo tener

EL IMPRUDENTE BUFÓN Y LA EXTRAVAGANTE PRINCESA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora