austria; qualy

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| oasis (segundo intento)

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| oasis (segundo intento)

Tres carreras seguidas significaban tres semanas agotadoras. Con la llegada de la última en Austria, la fatiga ya se empezaba a notar en la cotidianeidad de los equipos. 

Isabella había tenido su oasis en ese mes lleno de obligaciones acompañado de idas y vueltas entre Italia, Mónaco y Austria para solucionar temas publicitarios y e inconvenientes que arrastró la carrera anterior. 

El abandono obligado de Gasly en la primera vuelta a causa del choque con Charles no había sido bien recibido por nadie. Ni por los fans, ni por Pierre (claramente) y mucho menos por Leclerc. Los ánimos del monegasco estaban extremadamente bajos. Todo el ambiente estaba apagado.

Aquel fin de semana tampoco parecía ser la excepción. Las practicas no hubiesen estado tan mal sino hubiese sido por la derrapada que Leclerc pegó al final de sesión, lo que lo incrustó en las barreras del circuito. El monegasco tuvo que pasar el resto de la tarde cumpliendo con los chequeos médicos obligatorios, a pesar de su insistencia en que solo había sido un tropiezo y que el golpe en la cabeza no tenia incidencia. 

Isabella lo había dejado en su habitación exactamente a las seis de la tarde, lo que le dejaba un margen de solo una hora para darse una ducha y arreglarse en tiempo récord. 
Porque, pequeño detalle, en medio de toda la vorágine la muchacha tenía su segunda cita con Verstappen.

Ah, qué bello sonaba decirlo. 

Comer a las siete de la tarde por primera vez en la vida no le pareció un problema. No cuando el holandés le había prometido una cena en la intimidad del balcón de su habitación, con el atardecer de Estiria a lo lejos. 

Y mucho menos cuando al otro día se corría la qualy.
Verstappen, el golden boy de Red Bull, el niño que pensaba, soñaba y respiraba competencia, la había invitado a distraerse a menos de 24 horas de un pilar de la contienda. 

Se sentía halagada y emocionada. 

Mientras se daba los últimos retoques de maquillaje, pispeó el reloj en la pantalla de su celular, iluminada por un mensaje de Max con la ubicación de su hotel. 

18:45. 

El lugar no estaba lejos pero tenía que apurarse si quería evitar llegar tarde. Se acomodó los zapatos -había elegido unas botitas con tacos cerradas porque la noche de Austria podía ser engañosa y porque no planeaba tenerlas puestas por mucho tiempo- y agarró la cartera y el celular de camino a la puerta.  No había tiempo para un ultimo chequeo en el espejo.

Caminó por los pasillos del hotel casi trotando y se tuvo que obligar a calmarse porque no podía llegar a su cita obligada. Agradecida por la ausencia de algún colega que pueda interrogarla o hacerle perder tiempo, Isabella saludó al portero del hotel con un cortés movimiento de cabeza. 

Y entonces el celular empezó a sonar. 

No. No de nuevo, se dijo. 

Atendió rápidamente al ver el contacto de Charles. 

-Isa...¿podes venir un momento? Estoy con un par de problemas- la voz del monegasco se escuchaba a lo lejos, el micrófono del teléfono captando principalmente el ruido de agua corriendo. 

No, la verdad que no puedo, quiso contestar. 

Pero los insultos en francés y los ruidos raros desde el otro lado de la llamada la hicieron recalcular. 

Su piloto primero, se tuvo que obligar a pensar. 

Le envió a Max que estaría unos minutos atrasada antes de tocar la puerta de Charles y adentrarse ante el grito de permiso. 

La habitación estaba vacía, musicalizada por el ruido proveniente de la canilla del baño. Isabella se adelantó hacia la ultima puerta a la derecha, junto al ventanal que daba al balcón. Dio los últimos pasos con cautela, porque la puerta estaba abierta y no quería encontrarse con situaciones vergonzantes, cuando vio que el monegasco estaba inclinado sobre el lavabo, dejando correr sangre en la pileta.

Sintió una puntada de terror en el estomago.

-Mierda, Charles, ¿que pasó?- preguntó acercándose, repentinamente preocupada. Sin pensarlo, colocó una mano sobre su espalda y lo observó a través del espejo. 

-Me empezó a sangrar la nariz -dijo, todavía con la cabeza inmersa en la pileta- y no se detiene. 

Mierda. 

Isabella le tomó suavemente la frente con una mano para incorporarlo. El ceño se frunció casi de manera instintiva al ver es estado de la cara: la sangre cubría la nariz y su alrededor así como brillaba seca en la remera blanca. 

-Tenes que estar bien parado, vení, hace fuerza acá con la mano- le ordenó colocándole un mano sobre el puente de la nariz- y presiona esto con la otra- repitió, pasándole la toalla que colgaba frente a ellos. 

Isabella lo observó cumplir las ordenes en el reflejo del espejo. Aún tras la toalla y la mano que lo ocultaba, Charles parecía estar...asustado, impresionado por la imagen frente a él. Luego de un rato, lo guió hacia la cama, cuya almohada también estaba manchada, para ayudarlo a recostarse con la espalda apoyada en la cabecera.

-Voy a decirle a Mattia que dé aviso al medico, así vienen a revisarte- comenzó, tomando el celular del bolsillo trasero de su pollera, pero la mano de Charles, la que estaba usando para apretar la nariz, la detuvo.

-No, a los médicos no, no me van a dejar correr...-dijo congestionado tras la toalla, ahora demasiado roja. 

Isabella negó de inmediato.
-Es mucha sangre, Charles, ¿hace cuanto estás sangrando? Te tienen que ver...-protestó. Si bien el golpe de la mañana no había sido extraordinario, que la nariz sangre luego no era un buen indicio. 

Pero Leclerc no coincidía. O al menos, no era lo que mas le importaba. 

-Por favor, Isa, solo ayúdame a arreglar un poco esto, después te podes ir- rogó con los ojos brillándole.

Charles tenía la habilidad de hacer eso. De poner ojos piadosos y hacer que el mundo caiga a sus pies si así lo deseaba. E Isabella, que además sintió la suave presión de su mano en la de ella, era una simple mortal. 

Asintió, entonces, sin emitir palabra alguna. Caminó hacia el baño y volvió con una toalla nueva en las manos. 

-No, no te puedo dejar solo, Charles. Por nada en el mundo te podes dormir y hay que estar atentos que no vuelva a sangrar- le avisó, sentándose a los pies de la cama. Con un suspiró que fallaba en ocultar su decepción, exclamó: -me voy a quedar con vos. 

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aló, nuevo capitulo ♥

la cosa de este capitulo es que inicialmente iba a ser mas corto e iba a tener ciertas cosas que ahora me quedaron en una siguiente parte, asi que estén atentas que estos días actualizo

que pasará en esa segunda parte? ya lo sabremos (?)

espero que les guste, gracias por leer, votar y comentar, dan muchas ganas de escribir♥

un beso!

pd: che pregunta, tengo un par de ideas para escribir un fic de max o de pierre, les coparía leerlos o meh? 

red || charles leclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora